La última tragedia de El Hierro evidencia la urgencia de permitir “vías seguras” y el desarrollo en los países de origen

La tragedia de El Hierro, en la que han perdido la vida cuatro mujeres, dos niñas de cinco años y otra de 16, al volcar el cayuco, vuelve a poner de manifiesto la necesidad de establecer vías de segura para las migraciones, así como luchar contras las causas que obligan a las personas a salir de sus lugares de origen, según Suso González, delegado de Migraciones de la diócesis de Tenerife.
La precaria embarcación navegaba con unas 150 personas, 45 mujeres, 19 niñas y 10 niños entre ellas, procedentes de Mali, Guinea Conakry, Senegal y Mauritania giró mientras se acercaba a la Salvamar Diphda de Salvamento Marítimo, ya atracada, para ponerse a su costado en el puerto de La Restinga, en El Hierro,
El dramático final de la incierta navegación, a escasa distancia de alcanzar a su destino, fue retransmitido por una cadena canaria de televisión y ha sido ampliamente difundido, lo que ha dotado de mayor impacto a este suceso.
En las grabaciones se aprecia a ocupantes del cayuco puestos en pie en su intento de pasar a la cubierta del barco de salvamento marítimo, lo que provocó el vuelco de la precaria embarcación.
“Lo triste y lo más dramático es que estaban a metros de llegar al muelle, lo que debería hacernos caer en la cuenta de la desesperación y el cansancio que les debía embargar tras días en el mar”, reflexiona el delegado diocesano de Migraciones de la diócesis de Tenerife, Suso González.
“No podemos acostumbrarnos, no deberíamos, asistir impasibles a este tipo de catástrofes”, clama, al tiempo que llama a “ponerse en la piel” de quienes arriesgan todo y de tratar de imaginar “lo que tienen que pasar para hacer una de las rutas más mortíferas para las personas migrantes”.
El marinero de Salvamento Marítimo y delegado del sindicato del mar CGT, Manuel Capa, ha relacionado el naufragio con el “nerviosismo” de los migrantes en los rescates a su llegada a territorio español.
“Como se ven en las imágenes del cayuco, va sobrecargado de gente. También, aparentemente, por los movimientos que tiene, se ve que tiene bastante agua. Y entonces, al llegar el cayuco al puerto, con la mar como un plato, la gente se pone nerviosa”, ha asegurado en declaraciones a Europa Press.
En cuanto al nerviosismo de estas personas al ser rescatadas, Capa ha dicho que es “el día a día” de cada rescate. Si bien, ha agregado que hay “muy pocos accidentes” y ha
destacado la experiencia de los trabajadores de Salvamento Marítimo para llevar a cabo las maniobras.
Además, ha añadido que los migrantes llegan al territorio español “fatigados” y “deshidratados” después de días de navegación.
El delegado de la diócesis tinerfeña, que incluye la isla de El Hierro, ha querido reconocer el esfuerzo y el empeño del personal de salvamento marítimo que trata de dar lo mejor de sí.
Pero insiste sobre todo en “promover vías seguras para que las personas que buscan una vida mejor no tengan que exponerse a pasar lo que pasan”, además de apostar por “el desarrollo de los países de origen de modo que no se vean obligados a migrar”.
En este sentido, afirma que tan importante es “garantizar la seguridad para ejercer el derecho a migrar” como promover las condiciones de vida que permitan “hacer realidad el derecho a quedarse” en su tierra.
“Lo que resulta inhumano es que tengan que realizar el tránsito en las circunstancias en que lo hacen para huir de situaciones durísimas y que no seamos de capaces de entenderlo”, advierte González.
Desgraciadamente, este no ha sido un hecho aislado por más que esta vez se ha visto lo ocurrido al detalle. Naufragios similares ocurren en las aguas que dividen el mundo próspero de las zonas empobrecidas.
De hecho, casi 10.000 personas, exactamente 9.757 personas, un promedio de 27 muertes al día, se dejaron la vida en la ruta atlántica hacia las Islas Canarias, según el informe Monitoreo Derecho a la Vida 2024 del colectivo Caminando Fronteras.
El año pasado, un cayuco con 84 personas volcó a unos 7,5 kilómetros de El Hierro mientras era escoltado por Salvamento Marítimo, con el resultado de 9 personas fallecidas, incluyendo un niño y otras 48 personas desaparecidas. Solo 27 personas fueron rescatadas con vida
Evitar más muertes
El Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española han lamentado las muertes y han apelado a que se promuevan “rutas migratorias seguras, que eviten la pérdida de tantas vidas humanas”, comunicaron a través de las redes sociales.
Coinciden en la misma petición la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) y Accem. “Una vez más asistimos con impotencia a la pérdida de vidas en el mar de personas que solo tratan de buscar una vida digna y en paz. Nuestros mares deben de dejar de convertirse en gigantescas fosas comunes y para ello es necesario que se habiliten vías legales y seguras, como la posibilidad de solicitar asilo a través de embajadas y consulados, tal y como recoge la Ley de Asilo”, ha indicado CEAR
Por su parte, Accem, ha señalado que lo ocurrido “hace evidente, una vez más”, la “falta de vías legales y seguras” hacia España y la Unión Europea, que destaca que que “muchas personas” se ven “obligadas” a abandonar sus hogares y familias “en busca de una seguridad que no encuentran en su país de origen, donde viven situaciones de guerra, conflictos armados, inestabilidad política y/o social y persecución por motivos religiosos, de orientación sexual o de género, entre otros”.
“Nadie se juega la vida si tiene alternativas y tanto España como la UE deben atender a estas personas y garantizar que se cumpla con los derechos humanos”, ha subrayado Accem.
Esta última catástrofe debería ser una “llamada a la conciencia de Europa y también de España, para buscar conjuntamente medidas para posibilitar el desarrollo en origen que evite los tránsitos forzados y cuando no sea posible, asegurar trayectos con garantías”, concluye el delegado diocesano de migraciones.

Redactor jefe de Noticias Obreras