El reto de emprender un cambio cultural radical en la Iglesia

María Luisa Berzosa, consultora del sínodo de los obispos, y Luis Aranguren, profesor de filosofía y experto en ética de los cuidados analizan las perspectivas que se abren con la elección del papa León XIV, con la vista puesta en la continuidad de los prioridades señaladas por Francisco y los cambios estructurales de la Iglesia para este complejo siglo XXI.
La religiosa de las Hijas de Jesús, María Luisa Berzosa, y facilitadora de la Asamblea General Ordinaria ha compartido con el ahora papa León XIV varias mesas sinodales redondas ha podido “escucharle en ese espacio y también en momentos informales”.
De aquellos encuentros guarda “una impresión muy positiva”. La pastoralista y educadora destaca de León XIV su “gran conocimiento global pero no teórico sino experiencial”.
En cambio, el profesor de filosofía experto en ética y participación social, Luis Aranguren, no tenía mucha información previa del cardenal Prevost, aunque reconoce que su primera aparición “revestido de Benedicto y con parte del discurso de Francisco” le “desconcertó”.
Con ello, se ha insistido en el afán integrador de León XIV. No obstante, Aranguren entiende que “el pontificado no debe contentar a todos”. Aunque “el papa tiende puentes, el criterio es el Evangelio, no la neutralidad”. Así, considera que no es buena idea intentar mantener contentos a los que dicen que, por fin, de nuevo un papa sale vestido como papa”.
De lo que no tiene duda la religiosa es de que “va a continuar ese proceso sinodal iniciado por Francisco”, entre otras razones, porque “ha caminado a su lado, ha sido parte muy activa del mismo desde el Dicasterio de los Obispos”.
Eso sí, matiza que “la continuidad no es calco ni repetición, son personalidades muy distintas, sin embargo, ambos están tocados por los grandes problemas de la humanidad y de la iglesia: guerras, abusos, migraciones, pobreza, la misión de la mujer…”
Cambiar las estructuras medievales
Aranguren admite que se conforma con que León XIV no cierre el proceso sinodal, “porque lo que vaya surgiendo será fruto del mismo proceso y de la participación del pueblo de Dios en este itinerario”.
Eso sí, matiza que “a León XIV le corresponderá asumir aquellas decisiones estructurales que de verdad cambien –todo lo poco a poco que se quiera– pero cambien las estructuras medievales de la Iglesia”.
“La sinodalidad no solo es un asunto eclesiológico para lograr una mayor horizontalidad en la co-responsabilidad en la vida de la Iglesia, sino que es una forma de ajustar el reloj de la Iglesia global a la mutación de nuestra sociedad que clama participación, igualdad o transparencia, y a la mutación de nuestro mundo donde la complejidad y la incertidumbre urgen cambios estructurales y de estilos de gobernanza radicales. Deberá seguir desclericalizando la Iglesia”, explica Aranguren.
Berzosa califica a Prevost como “humilde, de bajo perfil, sereno, profundo y con una formación muy amplia, integrada por su lugar de nacimiento y los 40 años de vida misionera en Perú, por haber sido superior general de la Orden de Agustinos 12 años…”
También Aranguren destaca “su experiencia pastoral en Perú, su capacidad de gobierno al frente de los agustinos y sus años de curia”. No obstante, señala que “su principal misión no es la de ser un administrador, sino un pastor”, por lo que “tendrá que conformar buenos equipos profesionales en el campo de la gestión”.
De cara al mundo, el filósofo apunta a que Prevost “puede aportar su pasión por la paz desarmada y desarmante. Siendo norteamericano es el menos norteamericano de los cardenales de ese país y su sentir está más cerca del Sur”.
“Tendrá que trabajar de manera rotunda por la paz mediante el diálogo con los jefes de la Tierra y ojalá mediante gestos audaces. ¡Qué necesaria sería su presencia física en Gaza para clamar ahí por la paz justa!”, clama Aranguren.
Comunión en la diversidad
La religiosa confía en que pueda “empujar la comunión en la diversidad”, dentro de la Iglesia, que “pueda establecer “puentes”, ya que él mismo puede ser tal entre el norte y el sur, que los pasos iniciados por Francisco se vayan concretando…”
En su opinión, hay cosas irreversibles en el Pueblo de Dios como “la dimensión sinodal de la iglesia, el puesto de las mujeres, el cuidado de la casa común …”, lo que supone un compromiso para seguir apoyando estos caminos desde donde nos encontremos cada persona”, concluye Berzosa.
Aranguren, por su parte, entiende que el nuevo papa debe promover “una mayor presencia en puestos de poder y de decisión y acceso, al menos, al diaconado” de las mujeres, si bien especifica que “de lo que se trata es que cambie la visión y la estructura patriarcal de la Iglesia, y eso tiene que ver con relaciones de dominio donde la mujer ha estado fuera de los ámbitos de decisión”.
De modo que “junto con la reforma estructural”, el profesor apunta que “el nuevo papa deberá liderar un cambio cultural radical en la Iglesia. Un observatorio muy actual será ver cómo evoluciona el trato estructural en la realidad de los abusos: procesos de sanación y reparación sin encubrir a nadie y generación de una cultura del cuidadoque vaya más allá de protocolos y nuevas normas”.
Sobre la ecología integral, señala que “será importante que este papa continúe la reflexión y la obra de Francisco en ese aspecto. Cuidar la casa común no es una chaladura de un papa snob; es comprender el vínculo entre Creador y lo creado de manera armoniosa y justa. Del cuidado de la casa común depende la supervivencia de la especie humana sobre este planeta. Esperemos que el paso del nuevo papa por la Amazonia peruana le haya calado”.
Una alternativa económica más humana y justa
Confía también en que León XIV continúe el impulso de la doctrina social de la Iglesia iniciado por León XIII “respecto del mundo del trabajo y la opción por los pobres”, lo que entiende, significará “ahondar en la denuncia del capitalismo como sistema de vida que finalmente mata y precisa de una alternativa humanizadora, justa y sostenible”.
“La opción por los pobres propiciará estar al lado del sufrimiento humano para no quedarse ahí. Solo una Iglesia de las afueras y hospital de campaña será creíble en estos momentos. Cualquier intento de quedarse en terreno de nadie será quedarse sin nadie”, advierte Aranguren, quién añade que “para que la opción sea efectiva será clave seguir ahondando en nombramiento de obispos pastores y cercanos a los empobrecidos”.

Redactor jefe de Noticias Obreras