Un cónclave en busca del consenso

Un cónclave en busca del consenso
El Cónclave de Cardenales encargado de elegir al próximo sumo pontífice se celebrará durante la primera quincena de mayo, entre 15 y 20 días después del fallecimiento del papa Francisco, conforme a lo establecido por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis.

Actualmente, cerca del 80 % de los purpurados con derecho a voto fueron designados por el propio Francisco. Cabe recordar que Jorge Mario Bergoglio fue elegido por una mayoría de cardenales nombrados por sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

Para proclamar al nuevo Papa, se requiere el respaldo de dos tercios del colegio electoral, lo que equivale a 89 de los 133 votantes —y no 135, como se indicó inicialmente—.

Dos miembros del cónclave han renunciado a participar por razones de salud: el español Antonio Cañizares, arzobispo emérito de Valencia, y el bosnio Vinko Puljić, arzobispo emérito de Sarajevo. Además, el cardenal Angelo Becciu, condenado por casos de mala gestión económica, finalmente no formará parte del proceso, según ha confirmado el Vaticano, pese a haberse desplazado a la Ciudad del Vaticano.

Si en las primeras votaciones no se alcanza el consenso necesario, el proceso se repite el mismo día. Se pueden realizar hasta cuatro escrutinios diarios: dos en la mañana y dos por la tarde.

En caso de que la sede siga vacante al cuarto día, se suspenderán temporalmente las votaciones para dedicar un día a la oración y la reflexión, tras lo cual podrán celebrarse hasta siete rondas adicionales.

San Juan Pablo II introdujo la posibilidad de elegir al Papa por mayoría absoluta, si persistía el desacuerdo, pero en 2007, Benedicto XVI restituyó la regla de los dos tercios como requisito indispensable.

Una elección libre de presiones externas

El término “cónclave”, derivado del latín cum clavis (“con llave”), remonta sus orígenes al siglo XIII, cuando en 1274 el papa Gregorio X reglamentó la elección mediante votación secreta, buscando así evitar influencias externas y la compra de votos. Mucho antes, en 1059, el papa Nicolás II restringió el acceso al pontificado a los cardenales obispos, excluyendo expresamente a laicos y autoridades seculares.

Durante la Edad Media y buena parte de la Modernidad, emperadores, monarcas y nobles —e incluso los propios papas— ejercieron gran influencia sobre la designación del sucesor de Pedro. En ocasiones, estas interferencias provocaron la coexistencia de varios papas y desencadenaron enfrentamientos armados.

En los primeros siglos del cristianismo, los obispos de Roma eran escogidos de forma más informal, mediante consenso entre los clérigos y la comunidad cristiana local. Aún no existía una figura única de liderazgo eclesial, aunque la diócesis romana, vinculada a la memoria de Pedro y Pablo, gozaba de un prestigio singular frente a otras sedes apostólicas como Jerusalén, Antioquía o, más adelante, Constantinopla.

El título de “Pontífice” proviene del latín pontifex, “constructor de puentes”, una denominación que en sus orígenes correspondía a los sacerdotes de la religión romana tradicional y luego a los emperadores divinizados. Fue el emperador Constantino quien impulsó la libertad religiosa mediante con los Edictos de Milán (312), suscritos junto al emperador de occidente Licinio, promoviendo así la estructuración de la Iglesia como soporte de su proyecto imperial.

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A lo largo del tiempo, el procedimiento para la elección papal —término que deriva del griego— ha experimentado numerosos cambios. Sin embargo, la esencia del cónclave permanece: brindar a los cardenales las condiciones necesarias para tomar una decisión libre, protegida de presiones externas.

Al servicio de la Iglesia y el Evangelio

Pero antes de que se inicie el cónclave, los cardenales electores participarán en congregaciones generales para debatir asuntos relacionados con la Iglesia y contrastar opiniones sobre los retos y desafíos de la humanidad. Estas reuniones previas les ayudan a conocerse mejor entre sí y a descubrir las inevitables afinidades y diferencias.

Aunque exista similitudes con los debates y sistemas de elección utilizados por otras instituciones, la Iglesia se ha dotado de instrumentos para que la decisión de proclamar al nuevo referente espiritual que consideren mejor puede guiar a la Iglesia en el momento presente.

Entre los cardenales electores que entrarán al cónclave figuran seis cardenales de nacionalidad española: José Cobo, arzobispo de Madrid; Carlos Osoro, su antecesor en el cargo; Juan José Omella, arzobispo de Barcelona; Ángel Fernández Artime, proprefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada; Cristóbal López, arzobispo de Rabat; y Francisco Javier Bustillo, obispo en Córcega.

El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, ha explicado que “una de las cosas que tenemos que plantearnos, evidentemente, es qué desafíos tiene en estos momentos tanto la Iglesia como la sociedad”.

“La Iglesia ,representada evidentemente de manera singular por la cabeza que es el Papa, tiene que intentar dar respuestas a esto”, ha añadido. Por eso, trataba de aclarar, en declaraciones a TVE, recogidas por Europa Press, que no importata la tendencia “progresista” o “retrógrada” del candidato, sino “si es fiel al Evangelio”.

En todo caso, ha querido insistir en que ya el Concilio Vaticano II marcó “un camino y todos los Papas han intentado seguirlo, cada uno poniendo un acento en una cosa” y eso es lo que deben “desarrollar”.

De modo más explícito, matizaba “tenemos que buscar qué persona puede encarnar mejor esa respuesta y ayudar a toda la Iglesia, porque todos tenemos que ser esa Iglesia que, de alguna manera, el Concilio dice, y el Papa Francisco nos lo ha recordado, una Iglesia abierta, una Iglesia misionera, una Iglesia en salida y una Iglesia cercana a los pobres”.

Además ha recordado la frase del papa Francisco sobre una Iglesia donde “todos caben, todos, todos, todos. Es decir, igual ricos que pobres, igual pecadores que santos”.  

En lo personal, Omella ha confesado que “como no he estado nunca, voy con los ojos abiertos, los oídos y el corazón para empezar, no sé cómo va a transcurrir eso, o sea que voy con la libreta y la página en blanco”.