La liturgia de Viernes Santo en el centro de internamiento de extranjeros

En un Viernes Santo de oración y silencio, la puerta del centro de internamiento de extranjeros (CIE) de València se transformó en altar interreligioso para clamar, entre credos y lenguas, el fin de estas cárceles y la dignidad de toda persona migrante
El viernes no gritamos “Ningún ser humano es ilegal” porque lo rezamos, en diferentes lenguas, a ¿distintos? dioses… (si los hubiera) y con ese mismo objetivo
La liturgia del Viernes Santo en la puerta del centro de internamiento de extranjeros (CIE) de València se repitió un año más, –y van catorce– con todos los elementos bien dispuestos para orar, casi en silencio, por las víctimas de la migración.
Los símbolos estaban dispuestos en torno al monolito que recuerda a Marouane Abouobaida, una víctima, la enésima, de las leyes europeas de extranjería: velas aún apagadas, un farol, representando la esperanza que mantenemos encendida de que alguna vez dejen de existir estas cárceles contra las personas que solo han cometido una falta administrativa; y dibujados, los símbolos de las confesiones más habituales dentro del centro y de nuestra celebración: islam, judaísmo, cristianismo y, un cuarto, por las personas de buena voluntad no creyentes.
La comunidad celebrante es similar a la que se reúne cada último martes de cada mes para reivindicar, entonces sí alzando la voz, que lo que queremos es “El CIErre de los CIE” y que lo queremos “Ya, ya, ya”.
Los –y las– ministras, reaparecen cada año, por estas fechas: el cantautor Fran Ros, con su guitarra; la también cantautora y teóloga, Amparo Navarro; Ahmed, que eleva al cielo la súplica en árabe; y diferentes grupos de parroquias, cristianos de base y militantes de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Valencia, movimiento de trabajadoras y trabajadores cristianos que organiza el acto, junto a otras personas cercanas que se implican cada año para que todo esté dispuesto.
Como es una “liturgia interreligiosa”, las personas que ejercen de ministros leen y recitan textos de diferentes tradiciones: cristiana, musulmana y alguna laica también. Amparo lee y explica el texto del Evangelio de Jesús según Lucas que narra que de quién debemos hacernos próximos es de las personas que más sufren, de las maltratadas y abandonadas en los márgenes de los caminos y en las fronteras de la vida. Ahmed recita un texto del Corán y nos cuenta qué dice de la igualdad entre todos los seres humanos la religión de los hermanos y hermanas musulmanes.
Luego encendemos las velas que nos recuerdan a las 30 personas encerradas tras esa puerta azul. También a las 230 víctimas de la dana en la provincia de Valencia y a los muertos en todas las guerras y conflictos que hay en el mundo. Y nos unimos, en la oración del Padrenuestro y del primer versículo –“la fatiha”, la apertura– del Corán. Traducida es algo así: “En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. La alabanza es para Dios, Señor de los mundos. El Compasivo, el Misericordioso. Soberano el día del juicio. Solo a Ti servimos, y solo en Ti buscamos ayuda. Dirígenos por el camino recto. El camino de los que has bendecido, no el de quienes provocan ira, ni el de los extraviados. Amén”.
Finalizamos el acto con un poema de otro habitual de los martes, Deme Orte, titulado Somos amor.
“Somos un punto en medio de la nada
y una brizna de tiempo en la existencia
y pasamos la vida sin conciencia
de la propia miseria inventada.
En esa pequeñez somos grandeza
del misterio de Amor que nos conmueve,
la infinita energía que nos mueve,
la ternura que ablanda la dureza.
Hay mucho amor sembrado por el mundo
y si hay amor florece la alegría
de un corazón tranquilo y vagabundo.
La esperanza aspira a la utopía
de la paz y el sentido más profundo
de cuidar de la vida en que confía”.

Periodista.
Responsable de Comunicación de Cáritas Valencia.
Militante de la HOAC