¿Necesitamos una banca pública?

De vez en cuando escuchamos voces favorables a la creación de una banca pública. La hemos tenido en España y existe en otros países europeos. Pero aquí ya hace tiempo que fue vendida al sector privado y dejó de existir.
Hay que aclarar que, cuando hablo de un banco público, me refiero a una entidad bancaria que, como todas las de su clase, acepte depósitos y, al mismo tiempo, sea capaz de ofrecer préstamos y financiación.
Por eso, estoy hablando de algo diferente al Banco Central Europeo, que es la entidad emisora de la moneda oficial de la Unión Europea: el euro; o del Banco Europeo de Inversiones o el Instituto de Crédito Oficial, que canalizan inversiones que cumplen con objetivos públicos de la Unión Europea y de España, pero que no admiten depósitos.
Los motivos por los que se afirma la necesidad de crear esta clase de banco son dos, principalmente. Por un lado, atender a inversiones que persiguen fines públicos. La búsqueda de la rentabilidad en las inversiones hace que, en algunos casos, el sector privado no atienda a esta clase de inversiones que quedan sin cubrir o que tienen que recurrir a intereses demasiado elevados.
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Profesor de Economía