Hablemos de los residuos que genera la industria textil

Hablemos de los residuos que genera la industria textil
Imagen | Becca McHaffie (unsplash)

La producción textil genera alrededor del 10% de las emisiones globales de carbono. Esto supera las emisiones combinadas de todos los vuelos internacionales y el transporte marítimo. Además, consume aproximadamente 93.000 millones de metros cúbicos de agua al año, lo que equivale a las necesidades de cinco millones de personas. El proceso de teñido y acabado textil contribuye al 20% de la contaminación mundial del agua potable debido al uso intensivo de productos químicos.

En Europa, el consumo de textiles tiene un impacto ambiental considerable. En 2020, las compras de textiles en la Unión Europea produjeron alrededor de 270 kilos de emisiones de CO₂ por persona, sumando un total de 121 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero.

Generación y gestión de residuos textiles

Cada año, los europeos consumen casi 26 kilos de textiles por persona y desechan aproximadamente 11. De estos residuos, menos de la mitad se recogen para su reutilización o reciclaje. Además, debido a limitaciones tecnológicas y logísticas, solo el 1 % de lo que se recoge podrá reconvertirse en ropa nueva.

En 2020, se generaron en la UE unos 16 kilos de residuos textiles por persona, de los cuales solo una cuarta parte se recogió de manera selectiva. Pero no todos los residuos textiles procedían de los consumidores: entre el 4% y el 9% de los textiles comercializados en Europa se desechan sin haber sido utilizados, lo que representa una pérdida significativa de recursos y una contribución innecesaria a la producción de residuos.

El papel de la economía social

Las entidades de economía social desempeñan un papel clave en la reducción de residuos textiles y la inclusión social. En España, la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria (AERESS) –que reúne a 36 entidades especializadas en la inserción sociolaboral y la gestión de residuos– gestionó en 2022 un total de 76.971 toneladas de residuos.

El 65,76% de dichos residuos se pudieron reutilizar y reciclar, evitando así que se emitieran a la atmósfera más de 42.000 toneladas de CO₂, el equivalente a retirar de la circulación más de 20.000 coches en un día. Además, estas entidades generan empleo. La reutilización de 1.000 toneladas de textiles puede crear hasta 35 puestos de trabajo.

A nivel europeo, la Red Europea de Empresas Sociales de Reutilización, Reparación y Reciclaje (RREUSE) agrupa empresas sociales activas en la reutilización, reparación y reciclaje, y actualmente representa a más de 102 000 empleados, aprendices y voluntarios en 29 países. En 2021, sus entidades recogieron 1.200.000 toneladas de residuos, de las que 181.000 pudieron ser reutilizadas, reduciendo emisiones y conservando recursos.

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Ejemplos destacados incluyen Koopera, una red vinculada a Cáritas que combina reciclaje, consumo sostenible y apoyo a personas en riesgo de exclusión, o Emaús, que gestiona residuos textiles mientras fomenta la inclusión social. Estas iniciativas muestran que la economía circular y el impacto social pueden avanzar juntos.

Desafíos y oportunidades

Desde el 1 de enero de 2025, la Unión Europea exige la recogida selectiva de textiles. No obstante, muchas regiones no cuentan todavía con las infraestructuras y la financiación adecuadas. Además, la calidad decreciente de los materiales de fabricación dificulta su reutilización, aumentando los costes de gestión.

La falta de un sistema de financiación estable ha llevado al sector al borde del colapso. Aunque se va a implementar la responsabilidad ampliada del productor (EPR, según sus siglas en inglés) –por la que los productores deberán rendir cuentas de esos materiales a lo largo de todo su ciclo de vida–, su aplicación total tardará entre dos y cinco años. Empresas líderes en clasificación textil ya han quebrado, y muchas organizaciones se ven obligadas a incinerar ropa reutilizable. Por ello, RREUSE ha solicitado un plan de emergencia para garantizar la continuidad del sector.

Pese a todo, la Unión Europea está promoviendo políticas para fortalecer la economía circular. La estrategia europea para textiles sostenibles y el Reglamento de diseño ecológico de productos sostenibles obligarán a los fabricantes a diseñar ropa más duradera y reciclable. Además, los pasaportes digitales de producto van a facilitar la trazabilidad de los textiles, optimizando su reutilización y reciclaje. Sin embargo, su efectividad va a depender de que el apoyo de las instituciones asegure su implementación en toda la cadena de valor.

Visión de futuro

Para asegurar el futuro del sector, la Unión Europea debe garantizar una financiación estable y reforzar su apoyo a las entidades de economía social, esenciales en esta transición. Sin medidas concretas, aumentará la pérdida de empleo y la exportación de residuos textiles fuera de Europa. Estas entidades combinan reducción de residuos, creación de empleo e inclusión social, pero su éxito dependerá de un marco normativo y financiero que impulse su viabilidad a largo plazo.

Los datos muestran que el modelo actual es insostenible y que se necesitan medidas urgentes. Para transformar el sector textil es imprescindible aplicar soluciones que equilibren sostenibilidad, eficiencia económica e innovación. Más allá de las políticas públicas, se requiere del compromiso de fabricantes, consumidores y entidades sociales para construir una industria textil responsable y competitiva.

 

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Texto publicado originalmente en The Conversation

The Conversation