“El Jubileo es un momento de renovación interior pero también social”

“El Jubileo es un momento de renovación interior pero también social”
El Jubileo de la Esperanza convocado por la Iglesia es “un momento de gracia y renovación espiritual, pero también social”, por lo que el trabajo “debe ser parte esencial del año jubilar”, destacó responsable de la Sección de Investigación y Reflexión del Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, Gabriele Verga.

Lo hizo en la videoconferencia organizada por la coordinadora de Pastoral del Trabajo de la Comunidad Valenciana, a la que se conectaron más de medio centenar de personas para afrontar este tiempo privilegiado para la Iglesia y la sociedad como “un tiempo para la esperanza en el mundo del trabajo”.

Con la moderación de Xaro Castelló, militante de la HOAC de Segorbe-Castellón, el experto Vaticano ahondó en el significado que el Jubileo de la Esperanza tiene para el mundo del trabajo, más aún en un contexto mundial marcado por la incertidumbre y grandes desafíos.

El año jubilar, remarcó Gabriele Verga, es “un acontecimiento de gracia, reconciliación y renovación espiritual”, pero también una invitación a “la renovación social”, como queda de manifestó en la propia bula pontificia en la que el Papa llama a crear una “alianza social por la esperanza”, a la que están llamados también los trabajadores y las trabajadoras.

Este experto en Relaciones Internacionales, que explicó también que estamos ante un momento privilegiado para “renovar nuestra fe” y ver si es “algo útil que nos ayuda a vivir mejor a nosotros y a todos los que tenemos alrededor”, y de este modo, “hacer de la Iglesia una comunidad que puede ayudar a responder a los retos con los que nos enfrentamos”.

Entre los grandes retos, reconoció la importancia de promover el trabajo digno, pues parafraseando al papa Francisco, declaró que “donde no hay trabajo, no hay esperanza”, como saben bien los migrantes, los jóvenes y tantas personas excluidas del empleo con derechos.

El responsable del departamento de Desarrollo Humano Integral, afirmó, se entiende que no puede haber “un desarrollo que sea realmente integral y humano sin hablar del trabajo”. De hecho, desde su experiencia de diálogo con las iglesias de todo el mundo, con las organizaciones y la gente de sitios diferentes, relató, “nos dicen que el tema del trabajo es un tema fundamental, en todos los lugares”. “No solo es instrumento para sobrevivir, que es importante, sino también un mecanismo para realización del hombre y de la mujer en todo su ser”, explicó.

Reclamar trabajo decente

A su juicio, uno de los grandes problemas es “la desigualdad y la falta de trabajo digno”. “Cada vez más, muy pocos ganan mucho y tienen mayor poder, mientras que muchas personas se están quedando atrás, a pesar de que trabajan mucho”, sin olvidarse de la situación de migrantes y hasta de refugiados que acaban explotados”. Igualmente, señaló que “muchos jóvenes que no consiguen encontrar un trabajo digno y deciden de no trabajar”.

En el actual “contexto incierto y desafiante, donde no se sabe lo que va a pasar dentro de cinco, diez o 15 años”, Gabriele Verga defendió “la escucha y el diálogo”; así como trabajar por romper el aislamiento social, buscar ejemplos positivos de soluciones ya existentes y mirar el mundo desde las periferias para poder apreciar los retos a los que nos enfrentamos.

Para empezar, conviene “hacerse las preguntas correctas”, para no plantear las mismas respuestas, y vencer “el miedo que bloquea y aísla” para propiciar un diálogo en busca de soluciones compartidas. Hay “ejemplos positivos ya en marcha, con posibles soluciones a muchos de los temas que nos planteamos”, por lo que no es siempre es necesario “inventar algo nuevo”.

“La Iglesia es muy viva, hay muchísimas realidades diferentes” que merecen, en su opinión, “ser compartidas para poder replicarlas”. Es fundamental comunicar lo que aprendemos de las realidades locales, de la Iglesia en la práctica y lo que pasa en los territorios”, defendió.

Finalmente, el experto vaticano animó a seguir defendiendo “la dignidad del trabajo”, una labor que hay que “hacer juntos” y especialmente “con los pobres, con los migrantes, con los trabajadores empobrecidos, porque de otra manera no se consigue nada”.