Una trabajadora cristiana y pacifista en la movilización vasca por la vivienda
“Poder vivir en una vivienda propia o alquilada, pero asequible, nos hace más dignos, más personas y más felices”, explica la militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Bilbao, Carmen Carcedo, que como parte del colectivo Gerrarik ez (Guerra no) participa en la movilización por el derecho a una hogar
A mediados de diciembre, una multitud tomó las calles de Bilbao en contra de la especulación y mercantilización de la vivienda, organizada por más de 200 colectivos, entre sindicatos, organizaciones feministas, colectivos antirracistas y asambleas juveniles.
“La convocatoria era de colectivos diversos que intentan y luchan en el día a día por un mundo más justo, y uno de los temas clave es el tema de la vivienda”, explica Carcedo.
Gastos militares para vivienda social
Aunque pertenece a una asociación pacifista, entendió que debía participar. De hecho, detalla, “hicimos la pancarta desde nuestra organización, reclamando el uso de gastos militares para viviendas sociales”, porque “el tema no es que no haya dinero, sino cómo se invierte”.
Si bien su “pelea” de mayor alcance está situada en otro campo más amplio, su colectivo quiso unirse a esta movilización por la vivienda, dado que así “nos hacemos más fuerte”. Para ella, era importante unirse a esta causa concreta y aportar la “perspectiva” de su organización.
“No hay derecho a no tener un techo” y “vivienda para todos” fueron algunos lemas que se escucharon a lo largo del recorrido de la gran manifestación.
Para este movimiento, el problema se expresa “de forma cada vez más cruda y violenta”, como demuestra “el desmedido incremento de los precios de los alquileres e hipotecas; los cada vez más feroces procesos de turistificación; los desahucios, la ofensiva judicial, mediática y policial contra la ocupación; el aumento vertiginoso del número de personas sin hogar; o el incremento del número de trabajadores que dependemos de las insuficientes ayudas para pagar por un techo”.
Karla Pisano, de Euskal Herriko Etxebizitza Sindikatu Sozialista (Sindicato de la Vivienda del Consejo Socialista del País Vasco), explicaba que el problema de la vivienda es “el negocio” que se hace con ella y criticaba a los partidos políticos que “cuando están en posiciones de gestión” optan por promover medidas dirigidas a “aumentar el negocio de la vivienda”.
En concreto, citaba las bonificaciones fiscales “para los propietarios” o “la colaboración público privada” que implica “financiar con dinero público un nuevo ciclo constructor”. Para Pisano, la crisis habitacional requiere “medidas de urgencia”, que “se deben tomar a través de expropiar las ganancias del negocio causante del problema”.
A su juicio, “hay que caminar hacia un movimiento amplio en defensa del derecho universal a la vivienda y por la desmercantilización de la misma”. En este sentido, ha apuntado “la necesidad de un modelo de vivienda gratuito” en los mismos marcos que la sanidad o la educación.
Las organizaciones convocantes consideran que ley de vivienda estatal se ha convertido en “una farsa electoral”. La norma aprobada en la anterior legislatura por el Gobierno “hace agua por todas partes” y, sobre todo, ha estado acompañada “de una gran campaña electoral que promete ciertos cambios que luego no se producen como, por ejemplo, la prohibición de los desahucios”.
Si es un negocio, no es un derecho
El Movimiento por la Vivienda de Euskal Herria propone abordar la raíz del problema y cambiar de paradigma, “porque mientras la vivienda sea un negocio, nunca será un derecho”. Si la vivienda se considera una mercancía, “nunca será para todas”.
De hecho, lo que “para muchos es un problema cotidiano para otros es una oportunidad de negocio: fondos buitre, bancos, industria turística, instituciones públicas y grandes inversores sacan cada vez más provecho del mercado de la vivienda”, matizan algunas entidades que tienen claro que “el aumento de las ganancias de la burguesía significa el aumento de la miseria de las trabajadoras”. Por eso, “detrás la riqueza y las propiedades de unos pocos, se esconde la pobreza y la expropiación de la mayoría”.
Aquel día, resultó día lluvioso, lo que no impidió que saliera mucha gente, “desde la solidaridad”, uniendo así a “jóvenes que tratan de hacerse un hueco en esta sociedad y pelean por lo que también creen que es necesario” y “mayores que tienen resuelto el acceso a techo”, recuerda Carcedo, quien guarda la jornada como algo “bonito”, pero sobre todo “esperanzador”. “Acudió mucha gente, no como otras veces que firman 200 y responden 20”.
“Es un movimiento, además, que está articulándose a nivel de todo el Estado y está claro que desde la lucha colectiva es desde donde se pueden conseguir las cosas”, afirma Carcedo.
Redactor jefe de Noticias Obreras