Los migrantes, nuestros reyes magos
Antes de Navidad tuve la dicha de participar en un encuentro celebrativo en los salones de Cáritas en Mérida, en la parroquia del Calvario. Allí sentí lo que es una comunidad de migrantes, en su mayoría latinos, que se encuentran y viven con verdadera esperanza en su peregrinar por nuestra tierra y nuestra sociedad.
Se acercó a mí un matrimonio venezolano de edad joven con dos niños de diez y siete años. Habían estado de un sitio para otro, vienen buscando vida, quieren integrarse y aportar para poder vivir en libertad, paz y dignidad. Han estado en hostales cuando llegaron, pero viendo que sus recursos se agotaban ahora habían logrado, con ayuda de otros migrantes, una habitación en un piso de Mérida. Pero sentían angustia porque están teniendo graves dificultades para poder iniciar sus trámites legales que puedan abrirle camino para su regularización aquí.
No se admite la petición para lograr cita en ningún organismo presencialmente, ha de ser online, y por mucho que lo intentan no consiguen entrar y poder depositar la petición para una primera entrevista y presentar su caso. Han conseguido un trabajo, sin regularización legal, para poder ir sobreviviendo, pero acudían a nosotros a ver cómo le podemos ayudar a obtener esa respuesta institucional de inicio.
Me puse en contacto con personas comprometidas de Mérida que apuestan por el acompañamiento de migrantes, que están preocupados por el tema, y están intentando acompañarlas en este proceso. Los colaboradores también me manifestaban la impotencia con la que viven y se enfrentan a esta situación. Nuestra sociedad es dura y se resiste simplemente a escuchar su situación de inicio, aunque ya están trabajando para nosotros y prestando servicios.
Me llamaba la atención el contraste de esta situación con una entrevista al ministro Carlos Cuerpo, esta mañana en la radio. Hablaba de que se prevé un crecimiento fuerte y robusto para la economía, muy por encima del dos por ciento. Ahora estamos en 3,1 o 3,2% de crecimiento para cerrar el año 2024. En 2025 va a ser más del 2,4 por la inercia que llevamos. Defendía que es un crecimiento sostenible y equilibrado, estamos consiguiendo mucho empleo en el contexto europeo, donde España está aportando el 40% del crecimiento de la eurozona. Para ello se basaba en los datos y en los indicadores de la economía que revelan lo positivo del momento. A pesar de ello la población parece que no ve bien la economía, aunque sí valoran su situación económica personal.
Entiende el ministro que hay una mala transmisión de los elementos positivos a los ciudadanos, no se pone acento en lo positivo. Pero se podrá seguir subiendo el salario mínimo para que se acerquen al salario medio. También se busca la reducción de la jornada laboral. Para eso, decía, hemos de lograr acuerdos en lo parlamentario que haga posible las expectativas que nos marcamos. Se alegraba del medio millón de empleos nuevos, así como de la modernizando la economía y el sector público.
Me llamaba la atención que la razón de estos buenos datos la situaba en el aporte de la política fiscal, del consumo privado por la subida de los salarios y la aportación, muy importante, del sector exterior y no solo el turismo, en servicios no turísticos, hablaba de más de 100.000 millones. Hasta aquí todo muy bien, pero siguió comentando y dio unos datos que me chocaban con la situación que vengo observando y conociendo con los migrantes que llegan a nuestra tierra.
Manifestó con contundencia que la inmigración está siendo un factor clave del crecimiento de la economía española. Explicó que partimos de un envejecimiento rápido de la población y que no se estaba logrando un nivel de nacimientos de equilibrio, que exigiría la media de dos hijos por familia. Indicaba que se hace necesario compensar la disminución de la fuerza laboral, y que cada año hemos de ir incorporando medio millón de inmigrantes, porque ellos nos ayudan a mantener la sostenibilidad pública.
La comunicación de estos aportes tan importantes, este factor positivo de la inmigración en España, basado en datos, no se conoce por la población. Estamos recibiendo fuerza laboral que nos es necesaria, más de un setenta por ciento llegan de América latina. Muchos de ellos trabajan en los sectores primarios, para los que no encontramos trabajadores nacionales, pero también en sectores cualificados con mayor valor añadido.
Confesaba que urge acomodar la integración de estas personas lo más rápida posible, con una formación adecuada para las necesidades empresariales, así como regularizar la homologación de su formación en países de origen para ejercer trabajos acordes a su cualificación profesional. Yo entendía que el ministro estaba argumentando no desde los derechos de los que llegan sino desde la necesidad de los que estamos aquí para poder mantener el sistema de bienestar y de crecimiento que tenemos.
Más o menos la conclusión podría ser que los necesitamos actualmente para poder estar nosotros bien y seguir estándolo. Me sonreía imaginando que el discurso de la fiesta de los reyes magos podría titularse: los migrantes nuestros reyes magos. Ellos nos traen lo que no tenemos y necesitamos para vivir alegres y cómodos: “fuerza laboral e hijos”, producción y cuidados, relevo generacional. ¡Qué curioso ¡Cómo cambia el cuento cuando atendemos a razones y examinamos a fondo la realidad! Los necesitamos. Agradezco la sinceridad y postura del ministro.
Mi ideología, sin embargo, intenta ir más allá. Entiendo este discurso económico y práctico, pero en política también necesitamos el discurso de lo ético y de lo humano. La verdadera ciudadanía no es solo mercado, Europa se llama comunidad. Todos los seres humanos tenemos derecho a migrar. Es en el encuentro donde nos hacemos personas y nos enriquecemos mutuamente. La apertura cuidada en dignidad, derechos y libertad será de seguridad y bien para todos.
Hoy no solo necesitamos razones económicas, sino ideología humanista de primer grado. Lo que está ocurriendo con los migrantes en España y en Europa no es de recibo. No es humano, es otro modo de esclavitud solapada. Se impone la necesidad de una legislación cuidada que realmente esté basada en razones de humanidad y de dignidad. Seguiremos acogiendo y acompañando a los migrantes en todo lo que podamos, intentaremos estar de su parte en todo, sabiendo que cuando lo hacemos estamos también muy a favor nuestro.
Delegado diocesano de Migración en Mérida-Badajoz. Consiliario de Profesionales Cristianos (PX) de Badajoz