El trabajo en la Biblia

El trabajo en la Biblia

Reseña Bíblica.
El trabajo en la Biblia

Número 124. 4º trimestre, 2024.
Editorial Verbo Divino. Pamplona.

En la Biblia, como gran biblioteca de la historia de la humanidad, se habla en muchas ocasiones del trabajo, desde perspectivas e intenciones diferentes. Recoge la propia trayectoria del pueblo judío en busca del sentido de esta actividad cotidiana y, sobre todo, para eso se escribieron los libros sagrados después de todo, encontrarse con Dios también en esta tarea que a veces resulta satisfactoria y gratificante y otras frustrante y dolorosa.

No es de extrañar que la revista Reseña Bíblica, publicación trimestral dirigida por la Asociación Bíblica Española (ABE) y editada por la editorial de los Misioneros del Verbo Divino, haya dedicado todo un dossier al tratamiento que la Biblia hace del trabajo.

El número 124 de esta publicación, que con una alta calidad de impresión y no menos rigor científico y teológico, se ha convertido en un referente de la divulgación histórica y exegética de la Palabra de Dios, ofrece una aguda, completa y relevante reflexión sobre las muchas maneras de acercarse al trabajo que se plantean en la Biblia.

Ya anticipa el subdirector de la revista, Pedro Barrado, que la tradición cristiana tiene una consideración enormemente positiva del trabajo, frente a otras cosmovisiones históricas en contacto con la visión judeocristiana como la babilónica, persa, griega y romana.

En la mitología mesopotámica, los dioses crean al hombre para librarse de las tareas más arduas. La Grecia clásica, y esclavista, y luego la no menos imperialista Roma (que nos cedió el vocablo trabajo derivado del término latino tripalium, tres palos, con que se identificaba un instrumento de la tortura) menospreció las labores realizadas a cambio del sustento.

“Es imposible que el que cultiva la virtud pueda vivir la vida de un obrero o de un jornalero”, llegó a decir Aristóteles y más tarde Cicerón insistió en que “cuanto tenga que ver con un salario es sórdido e indigno de un hombre libre”.

Sin embargo, el pueblo judío, originalmente compuesto por nómadas y agricultores a los que llevó siglos asentarse en la tierra prometida, elaboró un concepto particular del trabajo, incluso tras la experiencia del sometimiento y el exilio, a través del cual era posible encontrar dignidad en el esfuerzo por abrirse paso en a la vida y motivos para alabar a Dios. Su Dios, después de todo, trabaja y descansa.

Así, la profesora de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma, Iranzu Galdeano, detalla que, efectivamente, “el trabajo ocupa un lugar importante en la Biblia”. A través de cinco artículos, que se corresponden con los grandes grupos que forman la Biblia (Torá, Profetas, Escritos poéticos y sapienciales, Evangelios y Pablo), se analiza la mirada bíblica del trabajo, de la mano de José Manuel Sánchez Caro, Joaquim Malé i Ribera, Nuria Calduch, Alberto de Mingo y la propia Galdeano.

Si bien es cierto que la historia bíblica del trabajo muy pronto se tuerce tras la caída, a partir de la cual la humanidad tendrá que ganarse el sustento con el sudor de su fuerte, lo que tradicionalmente se ha entendido como un castigo divino, el pueblo judío sacará infinidad de consideraciones e interpretaciones, fruto de su constante reflexión sobre el misterio de la vida y su búsqueda incesante de un Dios del que pueda fiarse y con el que firmar una alianza.

Los relatos de la creación colocan al hombre como corresponsable de la Creación, que no dueño absoluto, y como garante de la armonía y el equilibrio natural, mientras que los libros proféticos y sapienciales abogan una y otra vez por condiciones justas, por el trabajo bien hecho y orientado al bien común y la gloria de Dios.

En el Evangelio, el propio Jesús se convierte en un trabajador más y se dirigirá a sus compañeros con las palabras y ejemplos que entienden, pero sobre todo, reservando tiempo para los demás y para Dios, “santificando las fiestas”, en lo que Galdeano llama la “búsqueda de equilibrio”: se lleva aparte a los discípulos para que descansen junto al pozo de Jacob, duerme en barca, madruga para orar, va a la sinagoga en sábado y acude a las fiestas…  Sin embargo, parece que se salta el precepto del sábado con la curación del paralítico, de la mujer encorvada o la recogida de espigas.

Para Él, “el reposo sabático no puede ser entendido como una pasividad indiferente a las necesidades de los otros”. Dice Galdeano, “tomar la iniciativa para mejorar la vida de las personas de alrededor es lícito –más aún, es bueno– también en sábado, porque es obrar como hace Dios”.

Finalmente, el apóstol Pablo optará por resolver su sustento con su esfuerzo para poder predicar la buena noticia sin ataduras ni dependencias.

Así, el dossier de Reseña Bíblica no solo hace un recorrido por la tradición, sino que desentraña las lecturas del trabajo asociado al descanso y la celebración, a lo largo de la historia de la salvación para ponerlas en diálogo con nuestra realidad actual.

En suma, ofrece unos contenidos más que interesantes, sumamente reveladores y pertinentes para acercarnos al trabajo, entender su sentido más profundo y volver a conectar la sabiduría de la tradición cristiana con los sueños y necesidades de las personas que transitamos por este siglo XXI.