Organizaciones pacifistas alertan sobre la militarización de Europa y proponen nuevas políticas de seguridad
Continuando con la campaña “No a la militarización, no a la guerra. Por una Europa de la distensión, la paz y la seguridad compartida”, impulsada por cerca de 300 organizaciones, el Centre Delàs de Estudios por la Paz ha publicado un nuevo informe en el que alerta de que el continente se ha convertido en “la segunda región más militarizada del mundo, con un presupuesto militar que supera el de China y triplica el de Rusia”.
Según la investigación del Centre Delàs, el presupuesto de la UE en seguridad y defensa se ha triplicado en las últimas dos décadas hasta alcanzar los 19.500 millones del actual programa marco. La guerra en Ucrania ha acelerado la militarización de la Unión Europea. siguiendo el documento estratégico del Alto Representante de la UE “Una Europa segura en un mundo mejor” de 2003 y reforzando este proceso con la “Brújula Estratégica para reforzar la seguridad y la defensa de la UE para 2030”, aprobada en marzo de 2022 por el Consejo Europeo.
El presupuesto comunitario en seguridad y defensa se ha triplicado desde los 6.500 millones de euros de 2007 hasta los 19.500 millones del actual programa marco 2021-27. Todo ello sin contar los sucesivos aumentos al amparo de la guerra en Ucrania, como los del Fondo Europeo de Paz destinados a dar apoyo militar a Ucrania, que ya ha alcanzado en septiembre de 2024 los 39.000 millones de euros.
El presupuesto militar de los países europeos ha alcanzado cifras récord en 2023, cuando llegó a 289.300 millones de € en gasto militar, que representó un aumento del 21,3% respecto a 2022.
Si se suma la de los países no comunitarios, Reino Unido y Noruega (77.323 M€), el gasto militar europeo de la OTAN alcanzó en 2023 los 366.623 M€, el segundo mayor del mundo, detrás de EE. UU., superior al de China, y que multiplica por tres el gasto militar ruso, según datos SIPRI. Además, Europa es el segundo exportador mundial de armas después de Estados Unidos. En 2022, los países de la UE exportaron productos militares por valor de 36.000 millones de euros, de los cuales 4.800 millones se destinaron a Ucrania.
A su vez, la guerra en Ucrania ha sacado a la luz la ineficiencia del sistema de garantizar la paz y la incompetencia de quienes han dirigido y ejecutado las decisiones sobre paz y seguridad en Europa.
Así lo apunta la publicación “Por una política de paz y desarme en Europa. Propuestas para una Europa de la distensión, la paz y la seguridad compartida”del Centre Delàs de Estudios por la Paz y la Red Europea Contra el Comercio de Armas ENAAT (creada en 1984 y hoy en día formada por entidades y centros de una docena de países europeos), que ante ello pretende “ayudar a construir un relato alternativo que vaya más allá de la crítica a las políticas que han llevado a Europa a la guerra”.
“Durante dos décadas la identidad europea ha ido cambiando, alejándose sus políticas de sus principios fundacionales, bajo un enfoque securitizado de respuesta a amenazas y riesgos que no requieren respuesta militar. Ha construido una visión de seguridad y defensa europea con un enfoque militarista, basado en la seguridad nacional poniendo en el centro a los Estados, en lugar de a los seres humanos, la naturaleza y las generaciones futuras”, apunta Jordi Calvo, coordinador del Centre Delàs y coautor del informe.
Los autores advierten que si no se frena este proceso de militarización de la UE, se va socavar cualquier posibilidad de que la UE sea un agente creíble para la promoción de la paz y los derechos humanos.
“Una Europa militar conllevará a que las respuestas militares de la propia Unión sean más frecuentes. Con lo cual se obstaculizará el desarrollo de las capacidades de la diplomacia europea para crear condiciones que eviten conflictos armados y promuevan la paz, a través de la creación de relaciones de amistad, coexistencia e interdependencia con los países vecinos”.
Otra política de seguridad europea
Esta publicación propone opciones alternativas para la seguridad en el continente europeo en general y en la UE en particular, provenientes de un enfoque no belicista, enmarcado en la cultura de paz, que busca no solo evitar la guerra sino construir condiciones sociales, políticas y económicas que mejoren el bienestar y la seguridad de la ciudadanía europea, bajo una perspectiva de paz positiva.
En concreto, reclaman que Europa pase de una Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD), que promueve misiones militares, a más Cooperación al Desarrollo tanto para las regiones más deprimidas de los países internos como para las externas de la UE, cambiar el desarrollo de nuevos sistemas armamentísticos que sirvan para impulsar la industria militar europea por una conversión de la producción militar a producción civil, humana y sostenible; y el abandono de la tutela de la OTAN y Estados Unidos, para construir una seguridad que responda únicamente a las necesidades de la población y el territorio europeo.
También abogan por abandonar el camino de un hipotético Ejército europeo y emprender el de un cuerpo diplomático europeo reforzado y creíble, aumentando sus capacidades y recursos para implementar una mayor política de cooperación entre los Estados miembros; emprender políticas de desarme y desmilitarización en Europa y desde Europa, ya que limitar la disponibilidad mundial de armas obligará a las partes en conflicto a buscar otras opciones distintas al uso de la violencia; y construir la gran Europa para la paz, una región autónoma con un papel de neutralidad entre Oriente y Occidente, capaz de reducir la tensión y la carrera armamentista que desvía fondos para dar respuesta a las necesidades de la población (acceso a la vivienda, educación, sanidad,…).
Esto último implicaría la incorporación de Rusia al proyecto europeo, sea cual sea la fórmula que se pueda conseguir, una condición necesaria para crear un marco de paz y seguridad que evite definitivamente, esta vez sí, la guerra en el continente.
Los autores destacan que la lucha por la hegemonía militar global retira recursos esenciales para el desarrollo de Europa y el bienestar de su población. Argumentan que las opiniones de que un mayor gasto militar evitará la guerra en Europa son infundadas y que la creencia de que la carrera armamentista ayudará a lograr la paz sólo beneficia al negocio armamentista:
“La arbitraria cifra del 2% del PIB en gasto militar es un objetivo económico que favorece la producción y proliferación de armas, aunque sin justificación alguna en términos de alcanzar mayores niveles de paz y seguridad”.
Redacción de Noticias Obreras.