Luis Argüello: “La dignidad humana está en juego en las condiciones laborales precarias”

Luis Argüello: “La dignidad humana está en juego en las condiciones laborales precarias”
La Iglesia “reconoce esta dignidad amenazada con las condiciones indecentes que se producen tantas veces en el mundo del trabajo”, subraya Argüello en su carta pastoral con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente

El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, ha publicado una carta pastoral con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, que se celebra el 7 de octubre —y alrededor de esa fecha-. En su misiva, resalta la importancia de esta jornada, impulsada por la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), que se alinea con la lucha por la justicia social, una prioridad compartida tanto por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como por la Confederación Sindical Internacional (CSI), organización global de trabajadores y trabajadoras que estableció esta conmemoración desde sus inicios.

Con el título Por ti, por mí, trabajo decente, mismo lema que ITD plantea para esta jornada, el presidente de la Conferencia Episcopal reflexiona sobre la relevancia del trabajo como una manifestación de la dignidad humana y su contribución al bien común. “La Iglesia aporta a esta jornada mundial su Doctrina Social, que afirma con fuerza la dignidad humana”, sostiene el arzobispo, destacando que tanto el trabajo remunerado como el no remunerado deben ser reconocidos socialmente.

En su carta, Argüello señala que es la dignidad humana la que está en juego “cuando las condiciones laborales, la seguridad en el trabajo, salarios insuficientes o la falta de posibilidad de poder desempeñar un trabajo la ponen en riego, y surge así esta expresión “trabajo decente””. Es la dignidad humana “la que está en el centro y la que da dignidad a todo aquello que realiza”, asegura. Subraya, además, que la Iglesia “reconoce esta dignidad amenazada con las condiciones indecentes que se producen tantas veces en el mundo del trabajo”.

El bien común y la responsabilidad compartida

El prelado introduce otro concepto clave en su reflexión: el bien común. Afirma que este principio no solo refuerza el derecho al trabajo en condiciones decentes, sino que también “recuerda a cada uno de los trabajadores su responsabilidad en la construcción del bien común”. De igual manera, denuncia la contradicción existente entre la falta de oportunidades laborales y la oferta de empleos con condiciones indecentes, que muchas veces no atraen a los trabajadores.

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Además, Argüello advierte sobre el surgimiento de una mentalidad, “un estilo de vida y unas expectativas en nuestra sociedad”, especialmente entre los jóvenes, que hace que se rechacen trabajos. En este sentido, indica que está surgiendo “un movimiento” prioriza la “y la libertad de moverse de acá para allá” y el “elogio desmedido de la autorrealización personal” provocando que “haya personas que rechacen la contribución al bien común asumiendo tareas y trabajos”.

El arzobispo de Valladolid también recupera en su escrito una enseñanza central de San Juan Pablo II en su encíclica Laborem exercens: la prioridad del trabajo sobre el capital. A pesar de los desafíos que plantea la globalización y el capitalismo actual, el arzobispo enfatiza que este principio debe ser recordado y promovido en la organización del mundo del trabajo.

El trabajo y la familia

Argüello concluye su reflexión aludiendo a la importancia del trabajo en la vida familiar. “El trabajo ha de hacer posible que la familia se constituya”, destaca, recordando que las dificultades laborales o de acceso a la vivienda no deben ser un obstáculo para la transmisión de la vida y el desarrollo integral de las personas.

Finalmente, Mons. Argüello invita a la comunidad cristiana a vivir la caridad social y política y a “comprometernos en favor de la dignidad, del bien común y del trabajo decente”. Y encomienda esta jornada a la Virgen del Rosario, cuya festividad coincide con la celebración del 7 de octubre, pidiendo su intercesión para “lograr una victoria sobre las condiciones indecentes de trabajo, sobre los atentados a la dignidad humana y sobre la quiebra del bien común”.