La Caravana por la Ecología Integral defienda la escucha de las comunidades afectadas por la minería extractivista
Los integrantes de la III Caravana por la Ecología Integral han recordado con un minuto de silencio a Juan López, defensor de los derechos humanos y activista ambientalista asesinado el pasado 15 de septiembre.
El que era también regidor del municipio de Tocoa, en el Departamento de Colón, donde también era coordinador del Comité de los Bienes Comunes, recibió varios impactos de bala a la salida de la iglesia.
López, que se oponía a la instalación en su municipio de un megaproyecto de minería extractiva, al que las organizaciones defensoras del medioambiente conocían como el «monstruo de las siete cabezas» que supone la apertura de dos minas de óxido de hierro, la instalación de una central termoeléctrica que consumiría el agua del río Guapinol más una una planta procesadora del óxido de hierro y tres pozos de agua.
El activista ya había recibido amenazas y, por ello, contaba con medidas cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos desde 2023. Unas medidas que no fueron suficientes para proteger su vida.
Este es un nuevo atentado, que recuerda al sufrido por Berta Cáceres, contra aquellos que luchan a diario para prevenir el maltrato al planeta y por la defensa de los derechos de las comunidades indígenas y campesinas, acosadas por los poderes de las industrias extractivistas y mineras, el agronegocio y el narcotráfico.
Precisamente, López había sido propuesto para integrarse en la caravana que esto día recorre Europa para denunciar el impacto en las comunidades del Sur global de la economía extractivista.
Desarrollo a costa del martirio de los pueblos y la tierra
En la rueda de prensa de en Madrid de la III Caravana por la Ecología Integral, Guilherme Cavalli, de la red Iglesias y Minería, puso de manifiesto que a menudo el desarrollo de los países industrializados, las economías ahora calificadas como más prósperas se sostienen sobre sobre el martirio de los pueblos y la tierra.
Valentina Vidal, del territorio mapuche de Argentina, criticó que los poderosos del mal llamado Primer Mundo planteen una transición ecológica que “provoca más desigualdad y mayor injusticia medioambiental”, porque se planifica y se lleva a cabo desde fuera.
Su comunidad afectada por explotaciones de oro y plata, está viendo como se está eliminando la producción del campo. “Debemos crear, juntos, una mirada crítica sobre la demanda que el Norte hace al Sur, pero sobre todo crear caminos de diálogo y que la sociedad del Norte entienda que lo que para ellos supone progreso, para nosotros significa muerte y destrucción de nuestros pueblos”.
De ahí su reclamo: “es urgente escuchar a las comunidades, es obligatorio hacerlo”.
“Venimos a crear caminos de diálogo. Es importante escuchar a las comunidades que sufren las consecuencias de los proyectos extractivistas y el enorme coste ambiental que tiene”, razonó.
La religiosa carmelita Gladys Montesinos, habitante del territorio tsimane, expuso que la REPAM y desde la Caravana “queremos reafirmar nuestro compromiso por la defensa de la vida, desde los territorios, desde donde podemos mirar desde dentro, tener una mirada distinta, un desafío para la sociedad y para la Iglesia”. ”
Nosotros corremos la misma suerte que estos pueblos”, reconoció, pero “hay que escuchar las voces y los gritos que han sido, durante tantos años, silenciados”.
“Nuestro cuerpo, nuestra vida, nuestro futuro, no se negocian”, declaró. “Tenemos gobiernos genocidas, etnocidas, con un modelo que está amenazando la vida (…). Pero toda la vida del planeta está en juego”.
Otra activista, Railson, del territorio indígena Caru en Brasil, donde un ferrocarril parte en dos la tierra de los pueblos originarios ha explicado que “para los pueblos no son proyectos de desarrollo, son proyectos de muerte”, así que ahora “nosotros luchamos por nuestros pueblos, por ustedes, y por otras formas de vida”.
No es para menos, como explicó “las áreas protegidas con presencia de pueblos indígenas protegen un tercio de todos los bosques de Brasil. Protegemos la vida y el territorio”.
O Ytaxaha Braz Pankararu, de Minas Gerais ha recordado que “en los últimos 500 años estamos siendo desterritorializados, estamos siendo masacrados, en sentido espiritual, pero también físico”. Estas maneras de entender el progreso “afectan nuestros cuerpos, nuestra cultura, nuestra espiritualidad”, destacó.
Vito Calderón, en nombre de os aimaras de Puno, en Perú, explicó que buena parte de la población de esas tierras “tiene arsénico en el cuerpo”, sin que el gobierno haga nada. “Estamos en lucha permanente, aunque nos catalogan de anti-desarrollo, casi de terroristas, desadaptados”.
Redactor jefe de Noticias Obreras