El obispo de Migraciones defiende la solidaridad interritorial, la regularización y vías seguras para las personas en tránsito

El obispo de Migraciones defiende la solidaridad interritorial, la regularización y vías seguras para las personas en tránsito
Foto | mondonedoferrol.org
El responsable de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y obispo de Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos, ha denunciado la utilización política de las migraciones y reclama un pacto de Estado para promover vías seguras y medidas de integración social y laboral.

“Siempre es preocupante toda utilización de las personas para el beneficio político de la búsqueda del poder”, ha afirmado García Cadiñanos en relación a la confrontación partidista sobre las migraciones que se ha instalado en nuestra sociedad, jaleada por multitud de difusores de bulos y simplificaciones.

Así se ha expresado en una entrevista del periodista José Lorenzo en Religión Digital, en la que ha repasado las cuestiones más acuciantes en torno al debate sobre las migraciones, un fenómeno del que ha dicho que “es uno de los grandes retos que tenemos como sociedad y que es preciso afrontarlo juntos y globalmente”.

Frente a la falta de “rigor racional” con el que se está abordando en nuestro país, pero también en todo el mundo, el asunto de la movilidad humana, el obispo responsable de Migraciones apunta que se trata de “una situación muy compleja” que “está siendo utilizada políticamente y que va en perjuicio de las personas, especialmente de las últimas, que son las que sufren esta falta de acuerdo”.

El presidente de la subcomisión episcopal para las Migraciones y Movilidad Humana ha planteado que “hay que conjugar dos derechos: por una parte, el derecho de cada persona a emigrar y por otra parte el derecho de los propios estados a regular y acompañar con responsabilidad y solidaridad los flujos migratorios”.

Pero matiza que por mucho que las autoridades deben procurar regular la migración para conseguir que esta sea segura y respetuosa con la dignidad de las personas, no se puede actuar de “cualquier manera”.

“La solución a los flujos migratorios no son más vallas y medidas protectoras. Hay otras alternativas, démosles una oportunidad”, ha pedido.

Pacto Nacional de Migraciones

De paso, ha aprovechado el prelado para recuperar una reivindicación constante de la Iglesia española en los últimos tiempos: “son muchas las voces que venimos emplazando a los políticos a trabajar en un Pacto Nacional de Migraciones que ponga la dignidad de la persona, el bien común y la seguridad en el centro”.

En su opinión, hace falta abordar “todas las conexiones del fenómeno migratorio, atendiendo las causas, favoreciendo vías legales y seguras, promoviendo un modelo de acogida integral y abierto al patrocinio comunitario, coordinando y simplificando las barreras y conflictos de competencias entre las diversas administraciones públicas”.

También reclama más medios “para una integración social y laboral y mejorando la situación administrativa de quienes ya están entre nosotros”.

“La Iglesia dice que se necesita una gobernanza mundial con implicación de la comunidad internacional, donde los países del llamado sur global, que no es tan global como parece, sean más escuchados”, ha declarado García Cadiñanos.

Aunque admite que “no se puede solucionar de manera individual o parcial”, confiesa que le preocupa “la historia de cada persona que está entre nosotros y que tiene un proyecto vital que hemos de saber abordar entre todos”.

Después de todo, puntualiza “que no se nos olvide que ellos vienen siempre buscando vida” en un mundo donde “cada guerra son millones de desplazados, y detrás de muchas de ellas está el extractivismo, la corrupción, la trata, el lucro con las armas”.

Solidaridad interterritorial y regularización

Descendiendo al ámbito más práctico, recupera el llamamiento de la Iglesia a “dar una respuesta de solidaridad interterritorial a las Islas Canarias o Ceuta y que el Estado asuma mayor agilidad en la respuesta a esta crisis humanitaria que desborda las capacidades de acogida del archipiélago o la ciudad autónoma”.

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Desde la concepción que la doctrina católica tiene de la política, “se supone que la política está para la búsqueda del bien común”, García Cadiñanos defiende la aprobación de la Iniciativa Legislativa Popular para la regularización extraordinaria de personas migrantes residentes en nuestro país, “por motivos de reconocimiento, dignidad y justicia”.

“Ya están contribuyendo al sostenimiento y funcionamiento ordinario de nuestra sociedad. Legalizar su situación administrativa caso por caso contribuye al bien común, los convierte en ciudadanos con derechos y deberes”.

El obispo no ha rehuido la cuestión de las diferencias culturales y religiosas. “En las migraciones los factores culturales son importantes de cara a la integración. Sin duda una diferencia cultural, como es la migración procedente de países islámicos, no siempre facilita su integración entre nosotros”, ha explicado.

Pero su punto de vista es de que estamos ante “un reto por parte de todos”, tanto para los propios migrantes como para la sociedad de acogida, que está llamada a desarrollar su propia identidad y la vivencia de sus valores”.

Ideologías excluyentes y fanatismos

De lo que se trata es de poner en marcha “herramientas para mejorar la convivencia” y pone como ejemplo “las figuras de los mediadores, que hace unos años fueron un gran acierto y se dejaron de promover por falta de inversión pública”.

Sin embargo, más que el supuesto choque de civilizaciones, lo que a García Cadiñanos le preocupa es  “la secularización de Occidente y lo que ella conlleva y provoca”. “El peligro no son las religiones, sino cuando éstas pueden ser colonizadas por ideologías excluyentes o el fanatismo, sea en el islam, el cristianismo, el hinduismo o el ateísmo”, ha afirmado.

Citando al papa Francisco, que ha vuelto a pronunciarse en este sentido en su viaje apostólico a Indonesia, el prelado español propone “un diálogo entre religiones y culturas”, que “cuando se basa en la defensa de la vida, la justicia y el bien común, es posible y hay que construirlo en cada barrio, entre vecinos, y formarnos para hacerlo bien”.

Comunidades de acogida

Con todo, el obispo reconoce que no siempre toda la comunidad cristiana se acerca a las personas migrantes con la debida atención evangélica. Efectivamente, “la comunidad cristiana no es ajena a dejarse llevar por los valores culturales de nuestra sociedad”. De ahí que insista en “volver siempre al Evangelio, que nos ayuda a redirigirnos constantemente cuando nuestros valores son contrarios al mismo. La conversión es siempre permanente y tenemos que estar muy vigilantes para que el espíritu del mundo no nos conquiste”.

Es más, remarca “una de las aportaciones que la Iglesia puede hacer hoy a nuestro mundo es la de reivindicar y avivar la defensa de la dignidad de toda persona humana, en cualquier circunstancia y condición”. ¡Como no! “También del migrante sobre el que se antepone el propio bienestar cuando se cae en el rechazo”.

“Nuestra Iglesia está llamada a brillar con luz propia y con voz clara en ese sentido. Y el papa Francisco nos ayuda a ello. Y siempre podemos mejorar la comunicación para facilitar la recepción de nuestros documentos, de hecho, animo a laicos, pastores y consagrados a leer y dejarse interpelar por la exhortación pastoral Comunidades Acogedoras y Misioneras”, concluye.