El Día de la Igualdad salarial clama por la equiparación real en las retribuciones entre hombres y mujeres
El Día Internacional de la Igualdad Salarial, promovido por la ONU, para sensibilizar sobre la brecha salarial entre hombres y mujeres, se celebra desde 2020, cada 18 de septiembre. Al menos, hasta que se cierre la brecha por la que las mujeres trabajadoras en todo el mundo cobran un 20% menos de media que los hombres.
La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas siguen estancados debido a la persistencia de desigualdades históricas y estructurales en las relaciones de poder entre mujeres y hombres. A su vez, las situaciones de pobreza acrecientan las desigualdades y desventajas en el acceso a recursos y oportunidades para las mujeres.
Por más que en general, la igualdad de remuneración para hombres y mujeres está socialmente aceptada, su aplicación práctica no se ha alcanzado del todo. Figura dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el apartado dedicado al trabajo decente y el crecimiento económico, al entenderse que es una meta deseable que ayudará a avanzar a toda la humanidad por la senda de la justicia, la igualdad y el respeto a la dignidad de todas las personas.
Aunque sea un obetivo de algunos sectores políticos y mediáticos claramente involucionistas, ya en 1951 la OIT adoptó el convenio número 100 sobre Igualdad de Remuneración, que fue ratificado por España el 6 de noviembre de 1967.
Pero queda mucho trabajo por hacer para lograr la equidad salarial, por lo que Naciones Unidas, junto con las agencias de ONU Mujeres y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), continúan llamando a los Estados miembros y la sociedad civil, las organizaciones de mujeres y comunitarias y los grupos feministas, así como a las empresas y las organizaciones de trabajadores y empleadores, a promover medidas para conseguir la igual remuneración por un trabajo de igual valor y el empoderamiento económico de mujeres y niñas.
La brecha salarial de género tiene su origen en desigualdades se debe entre otros factores muy arraigados, a su presencia mayoritaria en sectores económicos menos reconocidos social y económicamente, como el sector informal y el trabajo doméstico y de cuidados, el desigual reparto de las tareas de cuidado entre hombres y mujeres, y la penalización de las carreras laborales derivadas de la la maternidad. Tampoco se puedo olvidar los estereotipos de género, las prácticas de contratación discriminatorias y las políticas de ascenso.
La Coalición Internacional para la Igualdad Salarial (EPIC por sus siglas en inglés) está dirigida por la OIT , ONU Mujeres y la OCDE. El objetivo de la Coalición es lograr la igualdad de remuneración entre mujeres y hombres en todo el mundo. Al congregar a un conjunto diverso de actores con distintas áreas de interés y diferentes conocimientos técnicos, EPIC ayuda a los gobiernos, los empleadores, los trabajadores y sus organizaciones a que realicen progresos concretos y coordinados hacia la consecución de este objetivo. En la actualidad, EPIC es la única alianza de múltiples partes interesadas que se esfuerza por reducir la brecha salarial entre hombres y mujeres a escala mundial, regional y nacional.
En La 4ª Conferencia Mundial de la Mujer de la Confederación Sindical Internacional (CSI) celebrada en 2021, de la que forman parte los principales sindicatos de nuestro país, se hizo un llamamiento en favor de un “Nuevo Contrato Social” en el que figura la aplicación efectiva de la legislación sobre igualdad salarial y antidiscriminación y acceso a reparación, especialmente para las mujeres migrantes e indígenas, de color y con discapacidades que son las que padecen mayores brechas salariales: pero también el establecimiento de salarios mínimos vitales, establecidos mediante procesos estatutarios o negociación colectiva, tal y como se indica en la Declaración del Centenario de la OIT y de sistemas de protección social universales adecuados, con mínimos suficientes.
Las mujeres periodistas
En este día la Federación Internacional de Periodistas (FIP) y el Instituto de la Diversidad de los Medios de Comunicación (MDI) ha resaltado que “la brecha salarial de género en el periodismo se extiende por todos los continentes, organizaciones de medios de comunicación y ámbitos”, lo que afecta no solo a la justicia social, sino también a la calidad del trabajo periodístico.
En Brasil, las periodistas con contrato de trabajo ganan de media un 5,7% menos que los hombres por el mismo trabajo. Esta diferencia aumenta cuanto más alto es el cargo. En el caso de las redactoras jefe, por ejemplo, las mujeres ganan un 41,3% menos que los hombres en este puesto.
En el Reino Unido, el informe de la BBC 2023 sobre la desigualdad salarial entre hombres y mujeres reveló un aumento, situando la brecha en su nivel más alto desde 2018.
En Francia, un estudio realizado entre 2010 y 2021 desveló que se contrata a más mujeres para empleos de corta duración (18%, mientras que en el caso de los hombres es del 10%). Y, en Australia, una publicación con fecha de 2024 puso de manifiesto que «la brecha salarial básica en el panorama de los medios de comunicación y la publicidad es del 14,5% entre hombres y mujeres, mientras que la diferencia se dispara hasta el 19% una vez que se añaden a la ecuación las primas de los ejecutivos y similares».
En todos los sectores de la Unión Europea, “en 2022, los ingresos brutos por hora de las mujeres eran de media un 12,7% inferiores a los de los hombres”.
En el periodismo, una de las razones de esta disparidad salarial es la escasa presencia de mujeres en altos cargos, cuya remuneración es especialmente elevada. Una encuesta del Reuters Institute 2024 reveló que el porcentaje de mujeres en altos cargos editoriales “varía significativamente de un mercado a otro, desde el 0% en Japón hasta el 43% en EE.UU”.
Los techos de cristal siguen limitando el acceso de las mujeres periodistas a puestos ejecutivos, de dirección editorial y de gestión. Muchas mujeres se ven abocadas a sectores del periodismo peor pagados, como las secciones de ‘estilo de vida’ o la información cultural, mientras que los hombres dominan campos mejor pagados como la política, los negocios o el periodismo de investigación.
Otro factor importante es que las mujeres periodistas son más propensas a asumir funciones de ‘freelance’ o a tiempo parcial en un esfuerzo por conciliar las responsabilidades referentes a los cuidados. En las posiciones mencionadas, los salarios son a menudo inconsistentes, el tiempo y los gastos de viaje para el trabajo de investigación y editorial no se remuneran, los beneficios son escasos y la seguridad laboral es limitada, por no hablar de la seguridad digital y los medios para obtener apoyo de los empleadores de los medios de comunicación.
La brecha salarial es aún más pronunciada en el caso de las mujeres de color, las personas LGBTQ+ y las pertenecientes a comunidades marginadas, que se enfrentan a múltiples niveles de discriminación.
Para erradicar la brecha salarial de género en el periodismo, la FIP y MDI recomiendan la realización de auditorías, la aplicación de políticas obligatorias de transparencia salarial, introducir la equidad en las oportunidades de ascenso, evitar la discriminación, los prejuicios, el acoso y la violencia en el trabajo y garanticen un lugar de trabajo seguro y la extensión de salarios justos, prestaciones y seguridad en el empleo también para los autónomos.
Redactor jefe de Noticias Obreras