Araceli Caballero, autora de “Maneras de vivir”, invita a introducir la perspectiva política en el necesario cambio de hábitos
Este libro responde al compromiso de Ediciones HOAC de “colaborar a construir y dar visibilidad a experiencias alternativas en la forma de vivir personal y socialmente”, explicó la responsable de Difusión de la HOAC, Pilar Gallego, en la presentación de Maneras de vivir celebrada en el Espacio Ecooo.
Al “sabemos que las cosas pueden cambiar” del papa Francisco, Araceli Caballero responde, en este libro, con “el mundo ya están cambiando, y a mejor”, demostrando que hay muchas otras maneras de vivir, de un modo saludable, cuidando la vida, toda la vida”, apuntó Pilar Gallego antes de darle la palabra a la autora.
Maneras de vivir parte de la convicción de la autora de que “nuestra propia existencia sería mucho peor sin la gente que hace estas cosas”, y frente al derrotismo o la desesperanza invitó a pensar en las muchas iniciativas en marca a las que se refiere el subtitulo del libro, parafraseando a Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña haciendo cosas pequeñas está cambiando el mundo”.
Desde luego, admitió hay grandes impedimentos y muchas dificultades que resumió con la palabra “poder”, entendido como quienes toman las decisiones, en referencia al 1% de los milmillonarios del mundo que han conseguido más influencia política que nunca.
En realidad, detalló las “minorías somos más que la aparente mayoría que dicta lo que es normal”. “¿Cuántos hombres blancos, rubios, con ojos azules, sanos, con dinero y sin ningún tipo de problema hay en el mundo?” preguntó provocativamente a una sala abarrotada de personas bien conocidas de la autora y de amistades de la HOAC y su editorial.
No resignarse
Pero si hay algo que no podemos permitirnos es perder la esperanza, dijo citando a su añorado Arcadi Oliveres. Por eso, “resistir ya es una vitoria”. De hecho, con Ernesto Sábato, insistió en “hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad que es no resignarse”.
El cambio, señaló Caballero, efectivamente se juega en el terreno cultural. “Nuestra cultura, entendida como la manera de mirar y estar en el mundo, las ideas y los valores que lo mueven, se parece a “la lucha entre gladiadores que tienen que morir por decisión de un emperador que está cómodamente instalado en su palco”.
Detrás de la reverencia al “ganador, que solo puede ser uno, estamos el resto, todos los demás, que salimos perdiendo”, advirtió. Así, expuso que “si las medidas contra el cambio climático, el gran problema que tenemos en el mundo, partieran de las necesidades humanas, mejoraría la vida humana, la vida de todo el mundo, menos la de los ejecutivos de la industria de los combustibles fósiles, claro”.
El modelo actual de desarrollo no tiene en cuenta el reparto, ni la sostenibilidad, ni mucho menos la justicia. “El PIB no explica la realidad, sino que la escamotea”, funciona en la creencia de que “si la locomotora y los primeros vagones van rápido y son ricos, algo le quedará al de atrás”, cuando en realidad el crecimiento económico funciona como en la metáfora de la manta”: “si uno tira mucho, se rompe, y el último se queda con el culo al aire”.
Caballero llamó la atención sobre el hecho de que “en la base de nuestro modelo de desarrollo está el agotamiento de los recursos, la energía y los materiales de las generaciones del futuro y de las personas que en el presente viven en las periferias”.
Por es, pudo afirmar que “vivimos por encima de nuestras posibilidades”, con la salvedad de que no es cierto para quienes “no llegan a fin de mes o no pueden pagar el alquiler”.
Del extractivismo a la cultura del cuidado
Aquí introdujo el concepto de clase mundial consumidora, apenas un 10% de la humanidad que consume la mayoría de los recursos, genera más de la mitad de los gases invernadores y acumula más riqueza y que se extiende por todos las partes del mundo, aunque sea en los países industrializados, donde hay más concentración. El resto, la mayoría de los habitantes, convienen no olvidar “no tiene lo necesario para vivir”.
En esta situación, “la humanidad debe pasar de la civilización de la extracción a la cultura del cuidado, recuperando los saberes de las mujeres” especialmente el planteamiento ecofeminista que nos ha enseñado que “ya no hay vidas particulares, si es que alguna vez las hubo, porque lo personal es político y no basta con cambiar los hábitos domésticos”.
Por eso, Araceli Caballero enfatizó que “la suma de las buenas obras individuales no causa automáticamente el bien público”, sino que “los cambios han de tener una perspectiva política, que hoy en día significa defender lo comunitario. No hay nada más contracultural que la comunidad”,
Por supuesto, matizó, “hay que seguir sacando adelante pequeñas iniciativas, pero hay que abordar estratégicamente la necesidad de un cambio a gran escala”, declaro apoyándose en la idea de Yolanda Fresnedillo.
Lo que hoy necesitamos son “nuevas formas de socialización, de organización social que permitan librarse de un modelo de desarrollo que antepone la obtención de beneficios monetarios al mantenimiento de la vida”, que es lo hace tiempo ya propuso Vandana Shiva.
Precisamente, en esta tarea están tantas gentes y colectividades recogidas en el libro, que, a su manera, están consiguiendo “abrir grietas en el muro que luego hay que ensanchar para que cada vez quepamos más”.
Redactor jefe de Noticias Obreras