La JOC es para las personas jóvenes

La JOC es para las personas jóvenes
Este próximo mes de diciembre de 2024 tendrá lugar el 50º Consejo General de la Juventud Obrera Cristiana (JOC). La cifra resulta algo solemne y le da lustre a una asamblea que, ya de por sí, significa importancia en nuestro movimiento. No quiero darle excesiva relevancia al número, es precisamente esa importancia latente la que hay que remarcar, la puesta en marcha de un proceso reflexivo que ya hace meses que ha empezado a latir y que es revulsivo de nuestro movimiento.

Efectivamente, un Consejo General es el sinónimo de una Asamblea General, término usado en casi todas las entidades menos la nuestra. En nuestro caso tienen una periodicidad de tres años, a veces de cuatro. El producto principal son unos «retos» o líneas de acción, que, de forma consecuente, el movimiento pone en marcha y van siendo revisadas. Parafraseando al expresidente, no es cosa menor. No es solo un encuentro, si no que los debates merecen la pena.

Mi recuerdo como militante, y también como delegado, es que los consejos son espacios fuertemente formativos y pedagógicos para las personas jóvenes jocistas. Al menos, para mí lo fueron. Por un lado, la reunión de militantes con distintas procedencias y procesos hace que los diálogos, las plenarias, resulten muy estimulantes. Por otro lado, el mero hecho de participar en una dinámica de trabajo en la que aportar y llevar esa reflexión que preparaste en tu diócesis de origen también es un empujoncito para esos jóvenes que, en la JOC, descubren esa dimensión de participación sociopolítica. Sin restar ni un ápice de seriedad a lo que se debate, hay que decir con convencimiento aquello que se dice de que la JOC es una escuela para la vida, y el Consejo General puede ser una sólida formación de congresismo para jóvenes que antes no han sido partícipes de ninguna asamblea ni espacio de este tipo.

Dejando a un lado la forma del encuentro en sí, vayamos al tema. El titular aparentemente sencillo transparenta varias cuestiones que hoy son preocupaciones para la militancia jocista. Queremos decir consecuentemente que «la JOC es para las personas jóvenes». Y eso requiere sabernos convencidos que estamos en actitud misionera, abierta y que, en cierta manera, «conectamos» con las personas alejadas, frecuentes en nuestros ambientes del mundo obrero. Las dudas ante este pensamiento idealista son fruto de la experiencia sinuosa de la militancia y parten de varias pistas.

En primer lugar, la existencia propia de la JOC no se entiende sin el protagonismo claro e íntegro de la juventud. Esto no entra en el debate de este consejo general, pero cabe recordar y poner en valor cómo el movimiento late su reflexión y su misión de forma vigorosa empujada por jóvenes casi exclusivamente menores de 30 años. Esto da una ventaja notable: si la composición humana es jóvenes y somos los y las que: hablamos, decidimos, organizamos, promovemos… nuestra acción. Nuestro movimiento seguirá inserto en la juventud.

Pero en segunda instancia, nuestra misión sigue siendo un reto. Debemos recordar que somos militantes, no solo para asistir a reuniones, no solo para organizar actividades y eventos. Sino también para hacer esa misión a la que el movimiento nos convoca. Una misión que, a menudo, resulta incómoda para las personas que nos decimos militantes. Porque las dificultades son numerosas y también la vida de las personas jóvenes es algo más compleja que compaginar, de forma simple, convencimientos y obligaciones. Por ello, conviene recordar de forma convencida esa misión vertebral que define a la JOC: EDUCAR y EVANGELIZAR, y allí está el sujeto: la juventud.

Nuestros consejos generales
y el proceso de reflexión que
lo acompañan son oportunidades
aprovechadas para repasar aspectos
identitarios de la JOC

Y sí, si juntas lo primero –somos jóvenes– y lo segundo –somos militantes en misión– debería ser fácil decir que evangelizamos a las personas jóvenes, porque estamos entre jóvenes y somos creyentes. Pues no es tan fácil. O, al menos, en la práctica, las cosas a veces no funcionan. Es allí mismo, a partir de esa experiencia, desde donde nace el tema del consejo.

Las y los responsables lo tienen claro: a veces nos despistamos y no hablamos las cosas de las que hablan las personas jóvenes. O no hablamos cómo hablan las personas jóvenes y nos perdemos los sitios y los momentos en los que están las personas jóvenes. Finalmente, nuestra experiencia como militantes misioneros no es exactamente la de ser misioneros, sino la de ser organizadores. No dejarnos distraer por cuestiones organizativas, a menudo de carácter interno, que, si bien pueden ser necesarias o beneficiosas para el movimiento, también generan cansancio, fatiga y desdibujan la vocación misionera en salida de la militancia. Por todo eso, empezamos este proceso con las preguntas: ¿cómo hacer para superar esas dificultades y cómo hacer que el movimiento se adecúe a esa misión?

Hasta aquí puedo decir. A partir de esta encrucijada empieza todo el discernimiento de la militancia jocista, que, en sus diócesis, con sus equipos de vida, está respondiendo a una batería de preguntas, textos y cuestiones que les obliga a analizar esta situación. Y ojo, no solo dificultades, yo soy de los que piensan que «no estamos tan mal». Sino también reconocer esas fortalezas o esos pilares estructurales del movimiento, que hacen que, en cierta forma, mantengamos un pulso de presencia en nuestras diócesis. Y que nuestra misión sigue siendo igual de valiosa y de necesaria, incluso aún cuando la hacemos de forma discreta, pequeñita o poco vistosa.

Y es que, sin ser especialmente intencional pero sí consecuente, nuestros consejos generales y el proceso de reflexión que lo acompañan son oportunidades aprovechadas para repasar aspectos identitarios de la JOC. De forma simbólica, podemos decir «vamos a trabajar la J de la JOC» (al igual que nuestro Consejo General precedente se centró en la dimensión «Obrera» de nuestro movimiento).

En definitiva, estén atentos al devenir de los acontecimientos y, en especial, atención a los agentes de pastoral juvenil y de cualquier ámbito asociativo y participativo con jóvenes, porque toda esta gente jocista tenemos una palabra que decir.