Julián Porras, experto en reciclaje informal: «Lo más importantes es fomentar organizaciones de base de los recicladores»

Julián Porras, experto en reciclaje informal: «Lo más importantes es fomentar organizaciones de base de los recicladores»
Julián Porras, sociólogo, profesor e investigador posdoctoral de la Universidad de Barcelona, ha participado en el proyecto de investigación «Wastecare» sobre las relaciones entre el reciclado informal, en manos de personas excluidas del mundo del trabajo formal, y los hogares.

Según la investigación, más de 3.000 personas se dedican al reciclaje informal en Barcelona, la mayoría orientada a los residuos metálicos. Con su actividad recogen aproximadamente 100 kilos de chatarra al día con lo que consiguen una media de 20 euros diarios.

¿Qué importancia tiene la gestión de residuos desde el punto de vista ambiental y económico?

Haciendo una abstracción muy grande de la lógica del capitalismo, se puede decir que se fundamenta en el consumo continuo bajo un gran ocultamiento de los residuos. En realidad, es una parte central de esta lógica. Simplificando mucho, desechar está íntimamente ligado al capitalismo, es algo que está en el centro del proceso de acumulación y de las relaciones sociales de producción.

Asumimos que la gestión de los residuos tiene que ser un servicio público por el que nos cobran las Administraciones. Pero, al mismo tiempo, hay una gran tensión, que acaba por recaer sobre los hogares, para determinar quién genera los residuos y quién tiene la responsabilidad de su tratamiento y un gran debate sobre cómo debería hacerse.

Esta es la lógica de las externalidades económicas que intenta calcular su impacto económico.

Pensamos que no debería tratarse así, no debería monetizarse, sino entenderse como inherente al propio proceso dentro de las relaciones sociales que articulan la sociedad.

En cierta medida, desde la perspectiva ecologista podríamos definir el capitalismo como una máquina incesante de usar y mezclar materiales. De hecho, podemos imaginar a los recicladores como «mineros» que recuperan materias primas de la basura.

Los sistemas públicos de gestión, que están orientados a separar más que a reciclar, viven de espaldas a esta realidad que son los recicladores.

¿Qué papel juegan los recicladores informales en el sistema actual de tratamiento de los residuos urbanos?

Las investigaciones parten de la idea de que los recicladores reducen el impacto por dos vías: recolectan objetos a los que vuelven a dar valor, introduciéndose en el circuito de consumo. Pero también actúan sobre otro tipo de objetivos y materiales que sin su participación sería más costoso o difícil de recolectar por el sistema público. Una tostadora dentro del sistema tiene que pasar primero a una planta de tratamiento para ser desarticulada, mientras que las personas recicladoras hacen ese proceso, extraen los materiales que se pueden reinsertar en el sistema.

Facilitan ese proceso, por un lado, y por otro, establecen relaciones sociales con los hogares. Acaban por crear redes que coexisten con la gestión pública de residuos, interdependencias con los hogares que sin el concurso de estas personas no serían autónomos para gestionar los residuos. Hay mucha colaboración entre los agentes de la gestión pública de los residuos con los recicladores que llegan en algunos casos a orientarles sobre dónde pueden encontrar materiales que el sistema no trata, a no ser que abra una excepcionalidad.

Podemos imaginar a
los recicladores como «mineros»
que recuperan materias primas
de la basura

El sistema económico ha hecho del trabajo un mecanismo de expulsión. Si no tienes trabajo normativo te expulsa. Y no nos damos cuenta de que cada vez más personas viven fuera del bienestar. Más de un quinto de la población mundial trabaja en la informalidad. El capitalismo siempre crea grupos de población excluidos. Marx decía que el sistema genera un grupo de trabajadores específicos como sujetos ideales de trabajador y deja fuera a un grupo de gente para generar presión al mercado. Los llamaba ejército de reserva.

Al inicio del siglo XX se recolectaban las boñigas de los caballos, luego los trapos, que dio origen a la palabra traperos, los desechos de construcción y hasta huesos. Vemos que en todas las sociedades se da ese grupo de población excluidos, fundamentalmente poblaciones migradas.

¿Cómo es el perfil de las personas recicladoras informales que se extrae de vuestro estudio sobre Barcelona?

El 94% de los recicladores informales son hombres, migrantes recién llegados, y el 63% tiene menos de cuarenta años. Se ocupan de la chatarra de las calles y contenedores de la ciudad, sin tener su situación legalizada y, por tanto, sin posibilidades de acceder al mercado laboral.

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Como colectivo, consiguen una integración comunitaria a través de las relaciones de interdependencia entre los hogares y la comunidad de reciclaje informal. Su actividad forma parte inseparable del sistema de gestión de residuos. El 75% de los hogares encuestados opinan que los chatarreros favorecen a la sostenibilidad ambiental y manifiestan su predisposición a apoyarlos y recurrir a ellos. Con su trabajo recuperan unas 380 toneladas de chatarra al día, más de 100.000 toneladas al año.

Dentro de la economía circular, la recuperación y reutilización cobran gran importancia…

La circularidad total es imposible, porque existen pérdidas, fugas de energía, desgaste de materiales… Como metáfora el modelo es interesante, pero si pensamos desde la ecología tenemos que aceptar que la clave está en afrontar que la producción y el consumo incesante es incompatible con un mundo finito.

El énfasis, por tanto, debe ponerse en las relaciones sociales que se construyen en esa articulación del sistema de producción y consumo. El sistema produce grupos de población que viven alrededor de los residuos, pero no está dado qué papel tienen que jugar, ni qué posición deben ocupar, sino que es una construcción social. Ahora mismo, para sobrevivir utilizan estas estrategias.

¿Qué estrategias pueden contribuir a la mejora de la gestión y de las condiciones de vida de estos grupos excluidos?

Las principales estrategias para la mejora de sus condiciones de vida y de acceso a los derechos pasan por la reconversión de la ocupación, partiendo de cada individuo. Se trata de establecer mecanismos para la formación, de políticas activas de empleo diseñadas contando con estas personas. Otra línea es favorecer la escala de la actividad, fomentando la auto organización en cooperativas, como de hecho impulsó el Ayuntamiento de Barcelona, con muchas dificultades.

Por supuesto, hay que contemplar que harán falta medidas de corte individual y otras focalizadas en colectivos dentro de los procesos de formalización. En el caso español, además, contamos con el sistema de fronteras y las leyes de extranjería que obstaculizan la normalización de su situación.

El sistema económico ha hecho
del trabajo un mecanismo de expulsión.
Y no nos damos cuenta de que cada vez
más personas viven fuera del bienestar

Esta actividad de reciclaje informal puede ser una vía para la regularización, por ejemplo, permitiendo su registro como ocupación para demostrar arraigo. El propio gremio de recicladores ha propuesto crear un régimen especial en la Seguridad Social para especificar su actividad y poder así pagar impuestos.

Existen otras medidas de corte tecnológico como la creación de aplicaciones móviles, con la salvaguarda del conocimiento y gestión transparente de los algoritmos, que permitan conectar a los vecinos con los recicladores. Se conseguiría quitar el estigma que pesa sobre este tipo de trabajos, se facilitaría la recuperación de productos y materias, además de hacer emerger la actividad económica. En América Latina se han dado experiencias en torno al reciclaje de la basura que han servido para abrir procesos de regulación.

¿Cuáles son las claves para reconocer su papel?

Desde mi punto de vista, lo más interesante es la construcción de redes de apoyo en torno a las personas recicladoras para obtener los papeles, para acceder a la vivienda, para articularse como un agente activo.

Está claro que las organizaciones de recicladores, incluso de la economía solidaria, se enfrentan grandes dificultades, entre otras, las necesidades burocráticas, las variadas actividades que realizan y las diferentes condiciones en las que lo hacen. Lo más importante es fomentar organizaciones de base de los recicladores

Hace falta una nueva visión pública sobre estos asuntos, regulaciones adecuadas, impulso, financiación, incentivos… para que pueda mejorar la gestión de los residuos y las condiciones de vida y de trabajo de estas personas.

La actividad existe y aunque ahora una parte esté en manos de grupos de migrantes, se trata de algo estructural. El sistema de recogida tiene que contemplar el papel de estos colectivos que además tienen grandes dificultades para acceder a la vivienda.