Despidiendo a Paco Bellot: un militante histórico
El día 15 de agosto, cuando la ciudad de Elche celebraba su fiesta grande –el auto sacramental del Misterio de la Asunción, que para todos los ilicitanos es simplemente La Festa–, celebraba a los 82 años su particular fiesta, su Pascua de Resurrección Francisco Bellot Sánchez.
Paco Bellot, que es como siempre fue conocido, fue un militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de la segunda hora. En su Elche natal, durante toda la década de los años sesenta y setenta del pasado siglo XX, emergió un movimiento obrero pujante, luchador, solidario y generoso. Sin desmerecer las luchas de ese movimiento en otras ciudades de la provincia de Alicante (Alicante, Elda-Petrer, y, ¿cómo no?, Alcoy donde se vivió la primera huelga en España el 9 de julio de 1873), Elche fue una ciudad pionera en el despertar de la clase trabajadora en defensa de sus derechos laborales y sociales.
Y allí, en toda aquella movida, la HOAC tuvo una presencia importante y significativa. Consiliarios como Juan Galiana, Antonio Vicedo o Antonio Cartagena; militantes como Enrique Pérez Tatay, Cayetano Sempere, Manolo Canales o Carmen Campello –a quien Antonio Balibrea define como “una mujer con gran arrastre” y en prueba de ello nos recuerda que “encabezó una huelga en la fábrica ilicitana conocida como “La Zapatillera”– tuvieron una presencia activa y significativa como otra manera de ser Iglesia, presencia reconocida por el ayuntamiento de la ciudad años después al poner su nombre a un Centro Social (Manolo Canales), a una calle (Antonio Cartagena) o a una plaza (Carmen Campello).
Atraído por el ejemplo y arrastre de aquellos militantes y consiliarios, un numeroso grupo de jóvenes entraron en relación con la HOAC: Juan Vázquez, Manolo Miralles, Pascual Pascual y, entre ellos, nuestro amigo Paco Bellot.
Un joven idealista, entregado, generoso, que contagiaba con su entusiasmo. Entrega y generosidad que le llevaron voluntariamente a cambiar un trabajo tranquilo –como era el suyo de empleado en una tienda de ropa y confección– para buscar trabajo en una fábrica de calzado –“porque allí es donde está la auténtica lucha obrera”, según me comentó personalmente cuando le pregunté por un cambio de lugar de trabajo tan radical–.
Varios años después, cuando él había dejado la militancia pero no su amor por la HOAC, le oí decir a jóvenes delegados sindicales de Comisiones Obreras que “en mi época joven, si nos abrían un expediente o nos imponían una sanción, aunque nos pareciera injusto, lo recibíamos con alegría porque era a causa de nuestra lucha por la clase obrera”.
En reconocimiento a su militancia obrera y cristiana, la tarde del 16 de agosto reunió en el Tanatorio de l’Aljub a figuras históricas del mundo de la política, del movimiento obrero y de la HOC de aquella época y de la actual. En la ceremonia religiosa celebrada en la capilla del Tanatorio, presidida por el consiliario Pepe Lozano y por un primo hermano de Paco, además de la Palabra de Dios, se pudieron escuchar testimonios de varios de los asistentes que conocieron y se sintieron atraídos por el testimonio de Paco –entre otros, el testimonio de quien por aquellos años era un joven hoacista y hoy, ya en su madurez, es nuestro presidente diocesano, Luis Ortega–. También fue ocasión para que diversos asistentes leyeran e incluso cantaran, acompañados por todos los presentes, la letra de varias de las canciones que a Paco tanto le gustaban.
¡Descansa en paz amigo y hermano Paco! Y personalmente gracias por tu decisiva influencia en mi vida, influencia que supuso el inicio de un proceso personal que me acercó a la HOAC y me llevó definitivamente a ella hasta el momento presente.
Militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Orihuela-Alicante