Trabajo, descanso y pausa

Trabajo, descanso y pausa
Foto | Sid Leigh (unsplash)
Me proponen escribir sobre «el descanso cristiano». Supongo que será descanso interpretado desde la fe cristiana. Tema oportuno para las vacaciones veraniegas.

Pero la fe cristiana no se reduce a creencias o aceptación de unas verdades formuladas. Más bien es la entrega total de la persona libre a Dios revelado en Jesucristo, como presencia de amor que continuamente se está dando en todas las personas, en todos los acontecimientos y toda actividad laboral.

Es verdad que necesitamos un descanso físico y psicológico pues el trabajo asalariado nos ata y fácilmente nos astilla. Pero ese descanso, para ser completo, exige la pausa: detenernos un poco para respirar, para ver las cosas como son y para modelar nuestra conducta. Programados por el horario de nuestro trabajo, arrastrados por el estrés de la vida actual, bombardeados por informaciones y desinformaciones, andamos entontecidos. Sin margen para discernir y para mirar la vida, incluido nuestro tiempo de trabajo, desde otro ángulo.

Las vacaciones pueden ser tiempo de descanso físico y psicológico. Pero también deben ser, complementado esas dimensiones, tiempo de pausa contemplativa para ser nosotros mismos en esta cultura de cambio febril que fácilmente nos instala en la superficialidad y en el hartazgo de la información. No hay tiempo mi espacio para mirar al fondo. Nos falta lucidez para procesar con calma nuestros altibajos y nos reduce a piezas de un sistema falto de humanidad. El descanso veraniego, para que sea total, también necesita la pausa. Que no es vacío sino talante contemplativo. Para respirar hondo y no engañarnos. Para mirar la vida, con su trabajo y afanes, con nuevos ojos. Para programar nuestras tareas desde el Evangelio y en nuestra realidad social. Quizás querían decir esto cuando me pidieron una reflexión sobre «el descanso cristiano».

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