Pedro Casado, trabajador precario: «Durante muchos años he tenido trabajo precario, pero me siento afortunado»

Pedro Casado, trabajador precario: «Durante muchos años he tenido trabajo precario, pero me siento afortunado»
En la parroquia de las Mercedes en Las Arenas, Getxo, Vizcaya, se ha creado el grupo Romo de iniciación a la HOAC, en el que participa Pedro Casado, licenciado en Derecho, quien ha ido alternando trabajos precarios hasta que fue contratado como sacristán.

Pedro tiene 46 años. Vive en Lejona, de toda la vida, hijo de padre obrero y jubilado de Altos Hornos de Vizcaya. Hizo primaria en un colegio religioso de las Mercedarias, luego pasó a un instituto público hasta llegar a la Universidad de Deusto. A los dos años, se pasó a la universidad pública.

Su experiencia laboral ha tenido altos y bajos, no ha sido todo lo estable que le hubiera gustado: trabajó desde 2002 hasta 2008 en una gestoría. Hubo recorte de personal y fue despedido.
Posteriormente trabajó en la empresa de máquinas expendedoras Vending, él las controlaba desde un programa de ordenador; ahí estuvo once años. Ha tenido diferentes trabajos en publicidad, eventos, carteles, incluso opositó para tramitador judicial y auxiliar administrativo de Justicia; aprobó, pero la bolsa de contratación era tan numerosa que nunca le llamaron.

También ha entrado en la bolsa de trabajo de la Universidad del País Vasco; le han llamado para hacer sustituciones de dos meses, sin embargo, me dijo: «Cuando uno pasa de los 45 años tienen que pensar muy bien lo que va a hacer pues ya no es joven y las oportunidades en este país se reducen drásticamente. Durante muchos años he tenido trabajo en precario, sin embargo, soy afortunado porque he tenido trabajo».

Siempre ha sido creyente y asiduo a la misa y al rosario en la parroquia de las Mercedes. Ahí tenía muy buena relación con el párroco, un día quedó vacante el puesto de sacristán y «el párroco habló conmigo para ver si estaba interesado y le dije que sí».

«Esto fue en 2017 desde entonces me encargo de las labores administrativas, abro la parroquia, preparo las misas, atiendo a todos los feligreses o personas que necesitan algún tipo de información relacionada con bodas, bautizos, comuniones, catequesis, toda la parte sacramental y si hay dudas en cuanto al derecho canónico en algunas circunstancias hago las consultas a la oficina correspondiente».

«Me siento muy afortunado porque luego de un largo camino de búsqueda de un trabajo digno ahora me siento muy feliz, pues tengo el trabajo a 13 minutos andando desde mi casa, tengo un salario digno y lo que hago me gusta».

Durante muchos años estuvo viviendo de alquiler, pero hace unos años regresó a casa de sus padres cuando a su madre le diagnosticaron lupus, una enfermedad muy grave e invalidante. A partir de ese momento se ha ocupado de cuidar de su madre, pues tienen una hermana, pero esta tiene su familia y dispone de menos tiempo para ocuparse de sus padres, que son mayores. Además, viven en un edificio sin ascensor y sin ninguna posibilidad de poder ponerlo por problemas técnicos, con lo cual su madre, que va en silla de ruedas, está en unas condiciones muy precarias para poder salir a la calle.

Estamos interpelados para
denunciar la precariedad laboral y
luchar para que la clase trabajadora
tenga unas condiciones dignas

Las dificultades son muchas y lleva años intentando resolver este problema. Siente que la Administración no le ayuda a resolverlo, sino que, al ir a las diferentes administraciones, unas le dicen una cosa y otras otra.

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Con todo, dice: «No pierdo la esperanza en que pueda vivir en otro lugar donde mi madre pueda tener unas condiciones dignas y pueda mejorar su movilidad ya que, por el momento, está encerrada en casa». «A pesar de todo, me considero con suerte por tener un trabajo digno y con horarios que me permiten cuidar de mis padres y, especialmente, de mi madre».

Pedro ha participado en diferentes grupos de referencia en la parroquia, pero los ha dejado porque no le llenaban para seguir adelante.

Un día el párroco Roberto, actual consiliario de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Vizcaya, lo invitó a una reunión y él, abierto al conocimiento, dijo que sí y asistió al grupo de iniciación en Romo.

Su primer día en el grupo fue de sorpresa al encontrarse a Javi Madrazo llevando la formación del grupo, pues le conocía como político, pero no su faceta creyente: «Es una experiencia muy buena por la forma en que lleva el grupo, con suavidad, equilibrio y transmite mucha paz y tranquilidad. A parte de ser un ser humano que está acompañando a los más desfavorecidos y débiles continuamente. Bueno, también nos acompañan Casilda y Ana Silvia con las que el grupo está muy a gusto, pero no han tenido un perfil político como el de Javi».

«Hasta el momento estoy muy satisfecho en el grupo, pues la formación que recibimos es acorde con las enseñanzas de Jesús Obrero, ya que todo nos lleva a construir el reino de Dios aquí en la tierra, con la mirada de Jesús intentamos ver y actuar como Jesús lo haría en diferentes situaciones. Todas las enseñanzas nos llevan a sentirnos parte del pueblo de Dios, a trabajar y estar con los más débiles, como nos pide el papa Francisco y nuestro obispo Joseba».

«Estamos interpelados para denunciar la precariedad laboral y luchar para que la clase trabajadora tenga unas condiciones y un trabajo digno que le permitan satisfacer sus necesidades».

«Como parte de un grupo de iniciación de la HOAC me siento plenamente identificado con sus principios y espero tener fuerzas para poder comprometerme y trabajar por el reino de Dios en mi comunidad con todos mis hermanos».

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