Lola Contreras: “El conjunto de los trabajadores debe mirar al mundo empobrecido para que crezca la solidaridad”
Lola Contreras, militante de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Jaén, es la encargada de la tercera ponencia sobre el compromiso de las trabajadoras y los trabajadores cristiano en las situaciones de precariedad laboral, empobrecimiento y exclusión del mundo del trabajo dentro de sus Cursos de Verano.
¿Por qué comprometerse con las periferias del mundo obrero?
Porque las personas que están en esos ámbitos están sufriendo situaciones de explotación y de injusticia, porque causan en estas situaciones mucho sufrimiento. Y las personas no pueden desarrollar una vida en plenitud.
Lo que me impulsa a ello, mi compromiso, nace de un encuentro con Jesús de Nazaret. Este encuentro transformó toda mi existencia y cambió mi vida. Este encuentro me lleva a descubrir a Jesús presente en el mundo. Y la existencia de esos trabajadores y trabajadoras empobrecidas niega el plan que Dios tiene para la humanidad. Y eso en mí se convierte en una misión de compromiso con esas periferias.
¿Cuáles son a tu juicio los ámbitos de las periferias del mundo obrero preferentes para la militancia obrera cristiana?
Los ámbitos donde más se da la precariedad laboral. Los trabajos que hacen vulnerables a las personas. Todas las situaciones de paro, todo el mundo de los accidentes laborales y la muerte en el trabajo. Todo lo que supone la existencia de personas migrantes sin papeles, las personas que aun siendo trabajadoras son pobres, todos los trabajadores y trabajadoras excluidas, todas las personas con bajas cualificaciones, los trabajos del servicio doméstico, las cuidadoras internas, las condiciones en las que hoy en día se realiza el trabajo.
Todos estos ámbitos y también otros propios de los barrios obreros, que llamamos barrios ignorados. Las personas que viven en estos barrios tienen muchos más problemas y presentan índices de paro, de absentismo escolar, de fracaso escolar, de falta de formación… son mucho más elevados que los del resto de la ciudad y se ve en el ámbito de la salud, por ejemplo, que además empeora con las privatizaciones o con la educación y los recortes que está viendo en educación.
Todos estos espacios, estos trabajos son preferentes para la militancia obrera cristiana, pero también son ámbitos de compromiso aquellos en los que los trabajadores tienen buenas condiciones de trabajo, tienen empleados estables y no viven estas situaciones de precariedad, porque hace falta también que el conjunto de los trabajadores se dé cuenta de ese mundo empobrecido y crezca la solidaridad para ayudar a cambiar estas situaciones y para que cada vez más personas se incorporen a esta lucha por la justicia.
El mundo del trabajo está roto, hay muchos grupos de trabajadores y de trabajadoras divididos, estamos fragmentados y no nos reconocemos como un único grupo y esa desvinculación nos hace que no queramos ver la realidad, que nos volvamos indiferentes ante el empobrecimiento y ante la explotación y la falta de justicia.
¿Y qué actitudes y estilos son necesarios para promover una nueva cultura del trabajo más humano?
Ahora mismo el crecimiento constante de la producción y el consumo, el trabajo visto desde la rentabilidad económica, la indiferencia ante el sufrimiento humano, el individualismo, el consumismo son el motor que mueve nuestra sociedad, y por desgracia, también nuestros estilos de vida.
Tenemos que recuperar el sentido de nuestra humanidad. Tenemos que sentirnos responsables de los demás, construir una nueva cultura que propicie que nos sintamos cuidados en el trabajo y que con el fruto de nuestro trabajo cuidamos a los demás y construimos sociedades en mayúscula.
“El resultado del trabajo tiene que servir para cuidar”
¿Y cómo se puede promover hoy el cuidado del trabajo y de las personas trabajadoras?
Desde el trabajo digno. Haciendo que el trabajo cuide a la persona que trabaja, que el trabajo se desarrolle en condiciones dignas, que el trabajo respete la dignidad de la persona… El trabajo tiene que cuidar y promover la seguridad y la salud, dar estabilidad, para que sea un instrumento para que la persona y las familias puedan desarrollar sus proyectos de vida, con respeto a los derechos laborales.
También el trabajo debe ayudar a cuidar la relación con Dios para que se libere el tiempo, y poder tener tiempo para pensar, para abrirnos a la trascendencia. El trabajo tiene que hacer que la persona que trabaja sienta que el trabajo, además de un modo de ganarse la vida, es un cauce para su desarrollo personal y para ser corresponsable en la construcción de la sociedad.
El resultado del trabajo tiene que servir para cuidar la Tierra y la sociedad. Los trabajos tienen que dar respuesta a las necesidades de las personas.
¿Cómo es posible mantener la esperanza?
Somos herederos y herederas de una misión. Es una antorcha que hay que seguir transmitiendo. En palabras del papa Francisco, en Fratelli tutti, cada generación ha de hacer suya la lucha y los logros de las generaciones pasadas y llevarla a meta más alta aún. Es el camino, el bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad no se alcanzan de una vez para siempre, han de ser conquistados cada día.
No es posible conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse y disfrutarlo como si esa situación nos llevara a desconocer que todavía muchos hermanos y hermanas nuestras sufren situaciones de injusticia que nos reclaman a todos y a todas.
Redactor jefe de Noticias Obreras
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