La energía de los jóvenes en torno al reino de Dios
Soy Amaia Lavín, profesora de Primaria. Tras un largo invierno llegaron las tan ansiadas vacaciones. Entonces, me preguntaba, si durante el verano podría aportar de alguna manera mi granito de arena a esta misión a la que estamos llamados.
En la manifestación del 1 de Mayo de Bilbao supe que los muchachos y muchachas de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) aún no tenían cocinera para su campamento de verano y me picó el gusanillo.
¡Qué mejor! Viendo lo necesario que es la continuación y el relevo generacional en la Iglesia y lo difícil que lo tienen los jóvenes de hoy en día, pensé que podría acompañarles.
La verdad es que de cocinera no entiendo mucho pero me llevé a mi hijo de pinche y a mi marido, que como buen vasco que es, sabe cocinar para 30 personas.
A decir verdad, los chicos y chicas nos lo pusieron fácil pues lo tenían bien organizado. Me quedé tranquila viendo la energía que genera esta cuadrilla de jóvenes en torno al reino de Dios.
Han sido jóvenes entre 14 y 27 años, simpatizantes, de iniciación y militantes de la diócesis de Burgos y de Bilbao. Reflexionaron sobre temas como el sistema educativo o las opciones laborales, conjugándolo con momentos de alegría, risas y poco dormir. Compartieron vida.
Pero sin duda, si tuviese que destacar un momento, sería una excursión que hicimos el domingo. Allí, en mitad de la naturaleza, sentí la brisa del viento en los árboles, el verdor de prado y murmullo del río. Y entonces vi a un grupo de adolescentes que trabajaban el consumo responsable, las compras online, el flash moda, el comercio local, distintas alternativas, etc. Y sentí que allí estaba Dios. Me emocioné al saber que todavía hay esperanza por un mundo mejor. Gracias JOC.
Servir a los demás
Yo soy Javi Santiago, del mismo equipo de HOAC que Amaia, en Galdakao y también profesor de Primaria. Tomé el testigo de Amaia, de cocinero.
Mi rol ha sido desde el principio, el servicio a los demás y procurar que los militantes de la JOC pudieran estar el máximo tiempo posible acompañando a los chicos y las chicas, sin tener que preocuparse de las contingencias comunes, salvo lo más imprescindible.
Partiendo de que ya había tenido anteriormente experiencia en campamentos con Argizai Eskaut Taldea (Grupo Scout de Galdakao) durante 11 años como cocinero de campaña, el desafío previo era el desconocimiento tanto de los utensilios como de los instrumentos de los que iba a disponer, así como la variedad y cantidad de ingredientes de que disponía.
La experiencia adquirida, más la ayuda recibida, me ha supuesto poder salir de las dificultades encontradas. Ni que decir tiene que, cuando hay voluntad y hambre, todo nos sabe sabroso.
He aprendido a relativizar, no ponerme ansioso ni nervioso, ya que el Padre está ahí para sugerirnos, ayudarnos y facilitar la labor. Con tiempo y cariño, todo resalta en la mesa.
El disponer de 5 momentos al día para poder reponer fuerzas (desayuno, hamaiketako –almuerzo– merienda y cena), ha permitido que los chicos y chicas no hayan tenido una sensación de falta de alimentación, ya que cada 2-3 horas podían comer.
Las cantidades facilitadas han sido amplias, y teniendo en cuenta las edades, se han ajustado tanto a las necesidades como a su variedad. Por lo que he podido percibir de su parte, estaban muy satisfechos con la alimentación, ya que estaba preparada a su hora (puntualidad) y no se obligaba a comer de todo, lo cual permitía que cada uno se sirviese según sus gustos y necesidades.
Cada día tenía su tema de trabajo, alrededor de la cual, se articulaban tanto talleres manuales como momentos de discernimiento (personal y comunitario), espacios para el asueto, momentos para la reflexión, etc. Siempre siendo conscientes de las dificultades que presentaban tanto por las edades, diversidad de orígenes, situaciones vivenciales diversas, etc.
Debido a la labor que realizaba, disponía de mayor libertad en las primeras horas tanto de la mañana como de la tarde. Aun así, en los primeros días no quería participar directamente de los momentos comunitarios para no interferir en las comunicaciones de los jóvenes.
Hubo varias actividades en la que participé (uso del tiempo libre, clase de zumba, taller de relajación), pero los momentos en que la interacción fue más intensa era en las comidas y cenas. Además, cada vez que nos sentábamos en la mesa teníamos diferentes compañeros de mesa, lo que propiciaba hablar de diferentes temas, inquietudes, anhelos, vivencias. Momentos personales muy enriquecedoras y que permitían conocer más en profundidad la intrahistoria de cada persona.
Nuestra presencia y apoyo en el campamento, la de Amaia y la mía, ha influido en el desarrollo y bienestar de los jóvenes. Creo que ha supuesto poder ver a nuevos militantes de la HOAC ¡qué no somos marcianos!; dando servicio, sirviendo, sin pedir ni exigiendo nada, buscando que este grupo juvenil puedan tener un campamento digno.
La acogida desde el primer día fue magnífica, abierta, sincera, y ellos mismos te preguntaban por temas que les preocupaban (para conocer otro punto de vista).
He notado cambios en ellos. En los pocos días que estuvieron juntos, se produjo una intensa e importante interacción, y a pesar que unos viven en Burgos, otros en la Margen Izquierda de Bizkaia, estoy seguro que harán esfuerzos para poder quedar en Navidades, o en Semana Santa, para juntarse de nuevo y saber de ellos en persona. Han comprendido que la cercanía, la interacción personal, producen lazos más fuertes y duraderos que las producidas en las redes sociales.
Militantes de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de la diócesis de Bilbao.