Movimientos internacionales de la Iglesia comparten la prioridad del trabajo decente, la cultura del cuidado y la justicia social en la OIT
El Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC), la Coordinadora Internacional de la Juventud Obrera Cristiana (CIJOC) y la Comisión Católica Internacional de Migración (ICMC) han participado en la 112ª Conferencia Internacional del Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)
En los debates tripartitos de la 112ª Conferencia de la OIT, las organizaciones no gubernamentales internacionales también participan, sin derecho a voto, como miembros observadoras, aunque con las posibilidad de intervenir en los debates desde el turno de palabras.
Este año están presentes algunas entidades de inspiración católica. El Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos (MMTC), representado por su copresidenta, Christine Isturiz, que considera este parlamento mundial del trabajo como “un espacio muy importante por los temas y retos que dialoga, pese a que los diálogos en el pleno están muy ajustado a un tiempo concreto”, en conversación telefónicamente con Noticias Obreras.
Isturiz subraya además que “la economía del cuidado”, en referencia uno de los diálogos de esta conferencia de la OIT, es un tema que entronca con una de las prioridades del MMTC.
“Una economía que representa el 11% del PIB mundial y 381 millones de empleos en todo el mundo; en el que tres cuartas partes de este trabajo esencial no está remunerado y lo realizan las mujeres. Alcanzar la igualdad de género y superar las situaciones de precariedad es, por tanto, un reto importante”, dijo.
En este sentido, apunta que en las próximas convocatorias del MMTC, como el seminario de la India, “vamos a trabajar esta situación y se planteará en la próxima reunión del consejo internacional”, que tiene previsto reunirse el próximo mes de julio en Murcia.
Apoyo a la Coalición Mundial por la Justicia Social
Además del MMTC, organización a la que pertenece la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), también participa la Coordinadora Internacional de la Juventud Obrera Cristiana (CIJOC) a través de su presidenta, Clémence Otekpo, que coincide con su homóloga Isturiz, en la importancia de la Coalición Mundial para la Justicia Social.
La presentación, dinámicas y propuesta de esta iniciativa cubre hoy todo el programa de trabajo de la conferencia, con distintas intervenciones que concluirá con los discursos del director general de la OIT, Gilbert F. Houngbo, y del presidente de Brasil, Luiz Igácio Lula da Silva, un referente histórico y planetario por la justicia social.
Ambas internacionales de trabajadores y trabajadoras cristianos comparte el interés –en el caso del MMTC, pendiente todavía de valorar– para solicitar el ingreso en la Coalición que permita sumar sinergias al reto de una mayor justicia social, desde la mirada y la propuesta de estas entidades eclesiales “queda mucho por hacer para lograr trabajo decente, sobre todo en el nivel local, dando oportunidades a los trabajadores de base”, apunta la presidenta de la coordinadora internacional jocista.
Asimismo, Otekpo tuvo la oportunidad de intervenir en la diálogo al informe del director general de la OIT. Dirigiéndose al plenario en representación de los jóvenes trabajadores en más de 40 países donde está la CIJOC, su presidenta valoró la propuesta de un nuevo contrato social y reiteró el compromiso de este “movimiento de educación popular que opera desde hace casi 100 años” con la lucha por el trabajo decente como pilar fundamental para alcanzar la justicia social global.
La dignidad de los jóvenes trabajadores
La intervención de Otekpo se centró en hacer protagonistas las historias personales de jóvenes trabajadores como Jean Luc, de Madagascar, y Alejandro, de España, cuyas experiencias reflejan las precariedades –la injusticia social– de sus condiciones de trabajo. Jean Luc, trabaja para un contratista en la isla Mauricio, vive en primera personas situaciones de explotación laboral: trabajando en condiciones precarias, sin recibir el salario mínimo y con su teléfono y documentos confiscados, lo que le impide salir del país por miedo a represalias. “Su dignidad como trabajador y migrante está siendo violada”, dijo.
Por otro lado, Alejandro, un joven español con dos títulos superiores, se enfrenta a una realidad laboral marcada por el trabajo informal, la temporalidad, horarios de disponibilidad absoluta, entre contratos de escasas horas semanales y constantes cambios en sus horarios de trabajo, que no le permite planificar su futuro ni conciliar su vida personal y profesional, una situación que refleja la precariedad laboral que afecta a muchos jóvenes en España y en otros países.
Otekpo cuestionó: “¿Cómo aceptar que existe una generación de jóvenes que vivirá peor que sus padres?” y destacó la importancia de la identidad que se construye a través del trabajo. “Nuestra experiencia del trabajo es una parte importante de nuestra identidad”, compartiendo la visión del informe del director general, enfatizando que esta identidad está en crisis para aquellos que enfrentan condiciones laborales indignas y deshumanizantes. “¿Qué identidad se construye para aquellos que no tienen acceso a la educación, al trabajo, aquellos que son deshumanizados por las tareas cotidianas y las cadencias, aquellos para quienes el trabajo rima con supervivencia y no con un proyecto de futuro?”, preguntó al pleno.
La persona, en el centro de las prioridades
La presidenta de la CIJOC denunció las injusticias que generan desconfianza y apatía entre los trabajadores, señalando que las ganancias económicas se concentran en una minoría rica mientras que la mayoría lucha por un nivel de vida adecuado pese a su dedicación. “Los logros sociales, otrora duramente ganados, se ponen en cuestión en beneficio de la economía”, dijo. Asimismo, criticó la falta de efectividad en los procesos de control que deberían asegurar el cumplimiento de las leyes laborales.
Otekpo instó a la OIT a trabajar para crear un círculo virtuoso que coloque al ser humano en el centro de sus esfuerzos y no deje a nadie atrás. “El trabajo, actividad transformadora que debería contribuir al cuidado y dignidad del ser humano, no cumple su papel”, subrayó, al tiempo que abogó por la garantía efectiva de los derechos de los trabajadores a reunirse, organizarse, “de un salario decente para vivir, una educación para formarse y evolucionar” y acceder a una protección social adecuada.
“Creemos en los intereses convergentes, en la inteligencia colectiva y en la capacidad de hacer juntos”, concluyó Otekpo, subrayando la importancia de establecer desde hoy las bases para un contrato social que permita un sistema de sociedad viable.
“Cuidar es trabajar, trabajar es cuidar”
Por su parte, la Comisión Católica Internacional de Migración (ICMC) también ha participado en el pleno de la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT), con la intervención de su presidenta, Christine Nathan. En su alocución manifestó su preocupación por los retrocesos democráticos y discriminatorios en diversas partes del mundo, en el que “las personas más vulnerables llevan las cargas más pesadas, incluidos los migrantes forzados, refugiados y trabajadores informales”.
Del informe director general de la OIT, destacó el impulso al nuevo contrato social, con el que se busca establecer la justicia social como piedra angular para una paz sostenible, igualdad de oportunidades y una transición justa hacia sociedades más sostenibles.
En este contexto, la ICMC subrayó cuestiones esenciales como el acceso a derechos fundamentales de la población migrante y refugiada, como el acceso a la educación, el empleo justo, atención sanitaria, vivienda y alimentación adecuada…para satisfacer sus necesidades básicas; la integración y contribución que ofrece el trabajo decente, recordando que las personas migrantes “contribuyen en gran medida a las sociedades que los acogen”; y finalmente citó la iniciativa “El futuro del trabajo, trabajo después de Laudato si’“, un proyecto global y colaborativo con otras organizaciones eclesiales.
La primera parte de este proyecto ha desarrollado un informe cuyo planteamiento es “Cuidar es trabajar, trabajar es cuidar”, en el que sitúa la cultural del cuidado en el trabajo como elemento central de una transformación necesaria para cuidar la casa común. “El cuidado es una experiencia humana profundamente espiritual, una forma de ser que implica dignidad, generosidad, libertad y responsabilidad”, destacó.
La ICMC también reafirmó su compromiso como socio de la Coalición Global por la Justicia Social. Nathan concluyó citando al papa Francisco, quien en su mensaje a los participantes de este iniciativa expresó: “El mundo necesita un compromiso renovado, un nuevo pacto social que pueda unirnos, a las generaciones mayores y jóvenes, para el cuidado de la creación y para la solidaridad y protección mutua dentro de la comunidad humana”.
Director de Noticias Obreras.
Autor del libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. (Ediciones HOAC, 2019). Coeditor del libro Ahora más que nunca. El compromiso cristiano en el mundo del trabajo. Prólogo del papa Francisco (Ediciones HOAC, 2022)
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