La guerra: familias trabajadoras matando a otras familias trabajadoras

La guerra: familias trabajadoras matando a otras familias trabajadoras

¿Cuándo comienza una guerra? Cuando las élites sociales, económicas, financieras y militares se reúnen en un gran despacho y deciden que tienen que poner en marcha todos los mecanismos para apoderase de un territorio. Pueden provocar una guerra porque poseen un gran poder económico y militar aplastante. El débil no entra en conflicto con el poderoso y, solo en caso que le ataque el poderoso, se defiende el débil como puede.

Una guerra no comienza de un día para otro, sino que se planifica marcando objetivos y tiempos, sobre todo, para obtener el apoyo de la opinión pública, para convencer a la ciudadanía de un peligro exterior que hay que eliminar. Una vez que el miedo ha entrado en la ciudadanía, todo queda justificado, la muerte de civiles queda justificada, la muerte de niños y niñas queda justificada. Y, cuando termina esa guerra, el triunfador lo celebra y lo conmemorara cada año ¿Se puede celebrar una guerra?

Estos mecanismos de la guerra se traducen en conversaciones secretas, las vías diplomáticas con otros países, campañas de propaganda y publicidad para legitimar la guerra, debilitar al enemigo y tener preparado a las multinacionales que van a expoliar y comercializar con los recursos naturales del país invadido y a las grandes empresas constructoras que van a reconstruir el país. Unido a esto, siempre hay un plan para contener y desprestigiar a cualquier movilización social que promueva la paz y en contra de la guerra y anular a aquéllos que son capaces de identificar cuáles son las verdaderas causas de la guerra. La verdad es contraria a la guerra.

Un ejemplo de esto fue la segunda guerra contra Iraq, donde se aprovechó los atentados del 11-S, perpetrados por ciudadanos saudíes, para justificar la invasión de este país con una enorme mentira fabricada: Iraq tenía armas de destrucción masiva que iba a vender a los grupos terroristas. Se aprovechó estos atentados para quedarse con el petróleo iraquí. Una guerra que llevó a la muerte a un millón de civiles y un país destruido. Recomendable es la película El vicio del poder sobre el vicepresidente de EEUU, Dick Cheney, y cómo articuló la guerra en Iraq para apoderarse del petróleo, en esa guerra que se denominó “sangre por petróleo”.

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En las guerras no mueren las personas ricas ni sus hijos e hijas, que siguen teniendo una vida de lujo y confort y la guerra les ofrece una oportunidad para aumentar los beneficios. A la guerra van los padres y madres trabajadoras y sus hijos e hijas y van a matar a otros padres y madres trabajadoras y a sus hijos e hijas. La guerra es la clase trabajadora matándose entre sí, mientras esas élites, que fabricaron la guerra, están en un lugar seguro y disfrutando de la vida.

Una seña de identidad de la clase trabajadora, de los sindicatos, de la HOAC y de cualquier organización obrera debe ser la paz; la guerra es la seña de identidad de los poderosos de este mundo. La clase trabajadora entierra a sus hijos e hijas y la clase empresarial, vinculada a las multinacionales, hacen negocios, grandes negocios. La clase trabajadora llora a sus familiares muertos en los actos de homenaje a los caídos, mientras que los poderosos y la clase política, ese día, celebra la vida con una gran comida. La clase trabajadora llora la ausencia y mira con dolor una fotografía de su ser querido, mientras que los poderosos hablan de nuevos negocios. La clase trabajadora solloza mientras hablan que sus hijos e hijas ya no tienen ningún proyecto porque murieron con ellos en un bombardeo o una bala que les alcanzó, mientras que los poderosos hablan orgullosos que sus hijos e hijas van a ir a la mejor universidad o del coche de lujo que le compraron el día de su cumpleaños.

La paz y su construcción deben ser señas de identidad de la clase trabajadora y nunca ser enemigos la clase obrera de un país con la clase obrera de otro país o de otro territorio. La paz debe ser la bandera de la clase obrera internacional; la guerra es la bandera de las élites.