Badalona recuerda a las seis víctimas obreras del incendio de Haissa
Badalona ha rendido homenaje a las seis víctimas de la empresa textil Haissa que hace 50 años perecieron en un incendio mientras trabajaban, un acto de justicia y reconocimiento, que valió también de advertencia sobre lo mucho que queda por hacer para acabar con la siniestralidad laboral.
El 17 de mayo de 1974, un devastador incendio en la fábrica llamada Hais S.A. (popularmente Haissa), de La Morera (Badalona), se cobró la vida de cinco mujeres, cuatro de ellas emigradas, Glòria Parra Marín (17 años de edad), Josefa Lumbreras López (19), Francisca Vico Morales (21), Eusèbia Lausen Fusté (53), Antònia Llanes Costa (50) y un hombre, Francesc Andreu Morales (48) que se habían quedado en el vestuario en el tiempo del descanso, a espera de volver a las máquinas bobinadores.
La fábrica en la que trabajaban unas 350 personas, no había pasado ninguna inspección de Industria, ni disponía de licencia de actividades, ni mucho menos un protocolo de seguridad. Centenares de familiares de los trabajadores se acercaron aquella noche a las proximidades de la fábrica para intentar saber si los suyos habían sobrevivido y dónde se encontraban. El incendio duró más de 12 horas y en la madrugada del día siguiente el edificio se derrumbó.
A la misma hora del incendio de hace 50 años, se realizó hace unos días una ofrenda floral y se guardó un minuto de silencio junto al monumento dedicado a las víctimas de Haissa, una almohada con seis agujas, obra de la escultora Laia Soler, que fue financiado y promovido a través de una colecta ciudadana hace diez años por el Equipo de Pastoral Obrera de Badalona y la Asociación de Vecinos de La Morera, entre otras entidades.
Al acto, acudieron, además de autoridades municipales, un extrabajador, familiares de las víctimas y distintas personas que en aquel momento prestaron su ayuda para socorrer a las personas afectadas y que posteriormente lucharon para que la tragedia no cayera en el olvido.
El representante de la Asociación Vecinal de la Morera destacó la importancia para la recuperación de la memoria histórica del libro del historiador Emili Ferrando, Haissa. Historia de una tragedia obrera en el tardofranquismo, donde se apunta a un cortocircuito en el sótano, que almacenaba material compuesto de fibras acrílicas, como el origen de un incendio que se propagó rápidamente ante la falta de medidas de seguridad. Precisamente, a raíz de la publicación de este libro se intensificó la lucha de familiares, vecinos y vecinas y diversas entidades para que el Ayuntamiento aceptara el cambio de nombre de la plaza y la colocación de la escultura de la almohada.
La asociación vecinal reclamó, en esta ocasión, la restauración de la plaza de Los Trabajadoras de Haissa, una vez satisfecha su demanda de restauración del monumento, la colocación de un monolito informativo para explicar los hechos ocurridos, la actualización de la nomenclatura para incluir a las trabajadoras y configurar un “lugar vivo de reivindicación y solidaridad para el mundo del trabajo, especialmente aquellas reivindicaciones relacionadas con la prevención de los riesgos laborales”.
De hecho, la portavoz vecinal denunció que “desgraciadamente, aunque ya estamos en el siglo XXI, hoy en día los problemas de seguridad y salud en el trabajo siguen siendo una brecha que como sociedad no nos podemos permitir y, por tanto, tendremos que seguir trabajando juntos y juntas por que desgracias, como la que pasó en 1974 con el incendio de La Haissa, no se vuelvan a repetir”.
Aunque Emili Ferrando no pudo acudir el pasado 17 de mayo, se leyó un texto enviado por él, en el que decía que “lo que hacemos hoy, después de 50 años, es un acto de justicia, de valoración de la dignidad de los trabajadores y trabajadoras, y del mismo trabajo como medio de creación de vida y de realización personal, de valoración de las obreras textiles y de los obreros industriales de la ciudad a los que las víctimas de Haissa representan y simbolizan, de valoración especialmente de las mujeres porque históricamente han sido silenciadas y merecen un reconocimiento social que ha tardado en ser reconocido”.
Terminaba su mensaje con la esperanza de que “el recuerdo de las víctimas nos haga a todos más humanos y más personas, y nos recuerde que el trabajo siempre debe realizarse con las máximas condiciones de seguridad, porque parafraseando lo que dice la Juventud Obrera Cristiana (JOC): “Una vida humana vale más que todo el oro del mundo”.
Redactor jefe de Noticias Obreras