Pareciera que el cuerpo del trabajador es desechable

Pareciera que el cuerpo del trabajador es desechable

Hubo un tiempo en que la gente después de trabajar vivía:
el sábado era sagrado y las fiestas imperdonables.
Plantaban y hacían fiesta, segaban y hacían fiesta,
molían y hacía fiesta… vivían para vivir.

¡Qué tiempos tan bárbaros aquellos! ¡Qué pérdida de tiempo!
Y en eso llegaron… los tiempos modernos.

Lo que define a la modernidad es hacer bombas, o sea,
trabajar para la muerte, cuanto más destructivo,
más moderno. Sí, en la modernidad los vivos trabajan
para los muertos. O dicho críticamente:
el ser humano ha de morir a gloria del capital.

Tres millones de trabajadores mueren cada año
accidentados, enfermecidos, maltratados, desahuciados…
Daños colaterales, nos dicen, del progreso terrenal.

Trabajar hoy es empujarte a vivir en peligro de muerte.
Ay, las neoplasias malignas, oh, esos pulmones de gas
y la sangre varada en todos los rincones…

En el capitalismo la muerte es muerte profesional
de esta máquina de producción que llaman cuerpo.

Pobre obrero, cualquier día la empresa te declara siniestro total
y te denuncia por enriquecimiento injusto si exiges tus derechos.

Qué pena obrero que no puedas separarte de tu cuerpo.
Veamos si la IA nos endereza el final.

 

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