A propósito del “28 de abril”

A propósito del “28 de abril”

Desde el 2003, se viene celebrando el 28 de abril el Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo. Como todos sabemos, es una celebración que apunta a la forma y circunstancias en las que se realiza la actividad laboral, con el fin de que el trabajo contribuya a realización y dignidad de la persona. Somos conscientes de que esta Jornada Mundial tiene una gran actualidad en el mundo en que vivimos.

En España, los datos que tenemos del trabajo nos dicen que, en el 2023, murieron en accidentes laborales 721 trabajador, 105 fallecidos menos que el año anterior. En el 2022, se contabilizaron un total de 1.194.907 accidentes laborales, de los que 624.911 tuvieron como resultado baja; y 569.996, no produjeron baja… En este año, en el 2024, 51 trabajadores ya han perdido la vida en accidente laboral, solo en enero. Los accidentes con baja laboral aumentaron, este año, en un 3,1%, en enero, en relación al mismo mes de 2023, con 44.980 siniestros, de los que 38.791 se produjeron en el centro de trabajo (un 2,4% más) y 6.189 fueron accidentes in itinere (en el trayecto de casa al trabajo o viceversa), con un avance del 8,4%. Se podrían aportar muchos más datos. Creo que estos son suficientes para que nos demos una idea de cómo se trabaja actualmente en el país. No existen datos oficiales, o nos son fáciles de conocer, sobre las muchos miles de personas que trabajan sin ser dados de alta, los que trabajan más de ocho horas, los que no cobran las horas extras, las condiciones de trabajo que sin producir accidentes, producen enfermedades y otras muchas anomalías que se está dando en el trabajo, como los trastornos mentales y el deterioro, de mucho alcance, en la vida de las personas, sobre todo en el trabajo de las personas que han venido de otros países.

Nos preguntamos a qué se debe esta situación que le cuesta la vida a tantas personas. Por lo que vemos predomina la productividad y el rendimiento económico muy por encima de la vida y la dignidad de las personas. Se aseguran los beneficios económicos, el crecimiento de la economía, la competitividad, la modernización de las empresas y el desarrollo tecnológico, pero de descuida, la vida de las personas. El ambiente laboral en muchas empresas, huele un poco a esclavitud. Se ha repetido muchas veces que la persona, en los lugares de trabajo, se convierte en un medio más, para que salga adelante la producción, es algo así como una maquinaria viva que será sustituida cuando comience a aplicarse la inteligencia artificial. Se instrumentaliza la persona en función del desarrollo económico. En una época de tantos avances tecnológicos, asistimos a un retroceso de mucha envergadura en los derechos y valoración de la persona en el campo laboral y en otros muchos espacios de la sociedad.

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Esto se ve de una manera más clara, cuando se trata de personas de otros países, que vienen sin papeles, que no tienen nada para sobrevivir y que tienen que aceptar lo que se les ofrece, aunque que no se respeten casi ninguno de los derechos.  Hace falta una nueva orientación de la economía y otra manera de organizar el mundo laboral. Se entiende muchas veces, el papel o la vocación de empresario como una gestión que tiene como finalidad única generar riqueza a costa de lo que sea, no como un servicio a la sociedad que hace lo posible por acabar con la pobreza y contribuir, por encima de todo, al bien común. Los mismo que los trabajadores que no solo trabajan para sobrevivir, sin también y sobre todo, para hacer posible la vida de la sociedad.

Vemos la gran necesidad de políticas adecuadas que respondan a la actual situación del mundo laboral, una presencia más cercana y eficaz de las inspecciones de trabajo, darle una prioridad real a humanización del mundo laboral, no solo en las leyes, y en las declaraciones de los representantes de la política, sino en la puesta en práctica de muchas de las leyes existentes. Echamos de menos también una presencia más activa de los sindicatos y de las plataformas populares que luchan por los derechos de las personas en el mundo laboral. También los trabajadores tienen su parte de responsabilidad para ser más conscientes de su condición humana y no vender su dignidad a cualquier precio, aunque esto es muy difícil para el que necesita el trabajo que le ofrezcan para sobrevivir.