La maldición de la eterna juventud: solo el 16% de las personas jóvenes en España está emancipada
Después de muchos años de declive socioeconómico para la población joven en España podemos empezar a afirmar, según los datos del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE), que la situación empieza a mejorar poco a poco para un sector de la población que, desde el 2008, ha sufrido el abandono y la maldición de la dependencia, la incertidumbre, la precariedad y la falta de soluciones estructurales.
Un abandono que ha provocado, según nuestro estudio, que el problema estructural de la vivienda afecte de tal manera que, en España, las personas jóvenes no nos podamos emancipar, teniendo una de las edades medias de emancipación más altas de Europa, 30,3 años de acuerdo con los datos publicados por Eurostat.
Durante años, el inmovilismo político en materia de vivienda ha generado que esta se perciba como un bien de mercado y no como lo que realmente es, un derecho. Un inmovilismo que tiene como consecuencia no solo que las personas jóvenes (de 16 a 29 años) no nos emancipemos, sino que, además, para las personas denominadas como “jóvenes adultos” exista lo que hemos bautizado como la maldición de la eterna juventud, es decir, que los problemas estructurales de las personas jóvenes en España no desaparecen por arte de magia cuando alcanzamos la vida adulta, se siguen perpetuando en el tiempo. Así, las generaciones jóvenes nos vemos obligadas a no poder emanciparnos, a volver a casa de nuestros padres, o a que nuestra única alternativa habitacional sea la de compartir piso.
En materia de empleo en esta última legislatura, bajo el paraguas del diálogo social, se consiguió el consenso para sacar adelante políticas como la reforma laboral y la subida, aún insuficiente, del salario mínimo interprofesional (SMI), que por lo que reflejan los datos del CJE, han conseguido mejorar el problema estructural de la temporalidad y los bajos salarios que percibimos las personas jóvenes.
A pesar de esto, la parcialidad involuntaria, la sobrecualificación, los bajos salarios y la falta de aprobación del estatuto del becario son algunos de los problemas a los que seguimos enfrentándonos y siguen creando un panorama incierto de cara a poder planificar y desarrollar nuestra vida personal y profesional.
Lo que provoca que la juventud no tenga, ni tengamos, perspectivas vitales. Todo ello propicia problemas de salud mental –recordamos que el suicidio es la primera causa de muerte no natural entre la juventud–; problemas de emancipación, de natalidad y en definitiva la imposibilidad de desarrollar nuestro proyecto vital con garantías ante un modelo de sociedad que no ha logrado llegar a un gran consenso con las generaciones futuras.
Todavía quedan muchas políticas y medidas que trabajar para que la población joven vuelva a vivir con dignidad y a recuperar la confianza en la política. Pero para ello, necesitamos consensos y acuerdos. Necesitamos compromiso por parte de todas las Administraciones públicas en sus diferentes niveles. La juventud no puede seguir siendo utilizada como un arma arrojadiza, o con un interés electoralista en periodo electoral.
Para abordar de primera mano esas necesidades, los agentes políticos deben recuperar de lleno el interés en la población joven, deben trabajar los problemas de manera estructural y poner a la juventud en el centro de la toma de decisiones, siempre contando con ellas, con nosotras.
Durante esta legislatura contamos por primera vez en la historia con un Ministerio y con una Comisión de Juventud en el Congreso, que tendrán como una de sus labores principales el trabajar de la mano con el Consejo de la Juventud de España para poder participar en el diseño de las políticas con la voz de las personas jóvenes, y la transversalidad para poder conseguir sinergias con el resto de los ministerios que son también de interés y necesidad para abordar los problemas que preocupan y afectan a la juventud.
Por lo tanto, el momento es ahora. Necesitamos como sociedad que esos ministerios trabajen de la mano con los interlocutores sociales y que el trabajo entre el CJE y las instituciones públicas sea ininterrumpido. Desde el CJE tendremos, como durante estos 40 años de vida, la mano tendida para seguir ofreciendo propuestas, diálogo, trabajo y consenso a todas las Administraciones que quieran de una vez por todas trabajar con y para la juventud.
Ya lo dijo Antonio Machado: “Haced política, porque si no la hacéis, alguien la hará por vosotros y probablemente contra vosotros”.
Vicepresidente del Consejo de la Juventud de España