Celebrar la Navidad con el mundo obrero empobrecido

Celebrar la Navidad con el mundo obrero empobrecido

Familiares, simpatizantes y amigos vivimos la tarde del sábado una celebración de la palabra en el tercer domingo de Adviento, “Gaudete”, en la parroquia de San Juan Bosco. Fue un sentido momento para rememorar que Jesús –al que le pidieron que ojalá rasgara el cielo y descendiese–, es su esperanza, que nos envía también a ser esperanza para el mundo obrero más precarizado.

Durante esta celebración, compartimos algunos de los acentos de una tozuda realidad con una creciente y alarmante desigualdad económica, la cultura del consumismo, la fragmentación del mundo del trabajo, la normalización de la aporofobia y el racismo, la desmovilización social y la indiferencia ante el dolor de las personas más empobrecidas, la guerra, la polarización social y la vulnerabilidad que aumentan las distintas crisis financieras y sanitarias.

Varias trabajadoras del personal técnico de integración social (PTIS) compartieron su vivencia de la huelga que llevan realizando desde el 14 de noviembre para conseguir que su servicio sea subrogado por la Junta y mejorar así sus condiciones de trabajo y de vida.

Durante el encuentro se manifestó la necesidad del Dios de la Navidad, un Dios apasionado y cercano a la historia de la humanidad, cuyos sueños desea sean encarnados en la vida de los militantes de la HOAC y en la Iglesia; en la necesidad de preparar su venida y su apuesta por la vida, por un mundo nuevo para decir con obras y palabras que otro mundo es posible frente a una tierra y una humanidad herida y dolorida de injusticia, desigualdad, violencia, guerra, pobreza y marginación.

Por último, se manifestó el compromiso de todas las personas participantes en la celebración para que la ternura de Dios sea puente de humanidad en una Iglesia, que anuncie a Jesús como buena noticia, que viva la fraternidad con las personas que sufren el paro y la precariedad, que dé vida a los y las que sufren desaliento, que haga nacer a Jesús en los corazones de quienes no lo conocen o lo han olvidado y que sigan siendo sal y luz que iluminen los caminos transmitiendo la alegría del evangelio.

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