No apartemos nuestra mirada del pobre
«Bendito mes, que empieza con todos los santos, y acaba con san Andrés», dice el dicho popular para referirse a este mes de noviembre.
Bienaventurado mes, que en esa conmemoración de todos los santos nos pone, desde un principio, en la onda de las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-12) y ante las exigencias de nuestro seguimiento para descubrir el camino de santidad que podemos recorrer.
Bienaventurados quienes desde esa opción por la pobreza evangélica ponen a Dios en el centro de su vida para hacerse servidores de los pobres, para conformar una Iglesia servidora de los pobres.
Bendito mes el que nos recuerda que uno solo es nuestro Padre-Madre. El de todos. Y que nos llama a servir a los pobres, porque esa entrega nos configura en la fraternidad como esencia de nuestra vida ya que el camino del seguimiento pasa inexcusablemente por el servicio preferencial a los pobres (Mt 23, 1-12).
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De comienzo en comienzo. Ahora de vicario parroquial, y proyecto de teólogo.