Recuperar poder adquisitivo mediante la negociación colectiva
Las subidas de precios o inflación vienen siendo tema de conversación y preocupación pública desde la superación de las peores fases de la COVID-19 y, especialmente, a partir de la invasión de Rusia a Ucrania y la prolongación de la guerra entre ambos países.
Factores que trajeron consigo una escalada de precios desconocida en tiempos recientes, con una afección agravada en determinados sectores básicos, como la alimentación, la energía (luz, carburantes), algunos componentes tecnológicos y los propios tipos de interés, que repercuten directamente en el encarecimiento de hipotecas y otros préstamos al consumo.
En los últimos días, por ejemplo, se ha dicho y escrito mucho sobre la subida del precio del aceite de oliva. De hecho, FACUA-Consumidores en Acción revelaba que por una misma botella el precio llegaba a variar un 45% en función de la cadena de supermercado que se adquiriera. En el mismo estudio, realizado sobre más de un millar de productos, casi la mitad de los mismos (48,4%) había incrementado su precio con respecto al que tenía a principios de año, una vez aplicada la norma que rebaja del 4 al 0% el tipo impositivo del Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) que recae sobre los productos básicos de alimentación, y que aminora del 10 al 5% el aplicable a aceites y pastas alimenticias. Medida que pretendía contribuir a la reducción del precio final de estos alimentos ante el alza que venían soportando y que reducía el poder adquisitivo de las familias. Cabe decir, a este respecto, que el artículo 72 del RD-Ley 20/2022, de 27 de diciembre, señala en su apartado 3 que «la reducción del tipo impositivo beneficiará íntegramente al consumidor, sin que, por tanto, el importe de la reducción pueda dedicarse total o parcialmente a incrementar el margen de beneficio empresarial con el consiguiente aumento de los precios en la cadena de producción, distribución o consumo de los productos». Es decir, ninguno de estos productos podría haber subido de precio salvo que se produjeran incrementos de costes.
Sin embargo, es evidente que buena parte de la inflación que hemos sufrido y seguimos padeciendo se explica, en buena parte, por los márgenes empresariales. No en vano, el sector energético ha obtenido en los últimos 12 meses un margen de 97.805 millones, un 262% más que en 2019. Los datos revelan también que los márgenes del sector de la producción y distribución de carburantes han pasado del 2% a finales de 2020 a cerca del 17% en 2023. Un shock al que también se han unido otros sectores como el turístico y hostelero, e incluso el sector financiero. De esta manera, las grandes empresas eléctricas, gasísticas, petroleras, grandes aerolíneas, los mayoristas alimentarios o los bancos aprovechan el poder de mercado del que disponen para subir sus márgenes a costa de la sociedad, lo que va mucho más allá de trasladar meramente las subidas de costes que afrontan.
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Economista y politólogo