La diócesis de Córdoba recuerda a la última víctima de siniestralidad laboral y se solidariza con su familia

La diócesis de Córdoba recuerda a la última víctima de siniestralidad laboral y se solidariza con su familia
La Iglesia cordobesa está convocada este fin de semana a recodar al vecino de Priego que ha muerto en un siniestro laboral y solidarizarse con sus familiares, como parte de su compromiso con la defensa de la vida en el trabajo.

El pasado jueves 13 de julio, un trabajador de 33 años perdió la vida en la localidad granadina de Algarinejo, tras sufrir una descarga eléctrica al entrar en contacto con un cable de alta tensión.

El Secretariado de Pastoral del Trabajo ha compartido la trágica noticia con la diócesis y ha llamado a las comunidades cristianas que este fin de semana celebran la Eucaristía a tener un recuerdo por Juan Héctor Lopera Ramos, que así se llamaba el trabajador fallecido, por sus allegados y por el resto de víctimas del trabajo.

La Pastoral del Trabajo ha propuesto una oración por Juan Héctor y sus familias, además de expresar sus condolencias y su disposición a acompañar dentro de sus posibilidades a las personas allegadas en este duro trance.

La petición, cursada a las parroquias de la diócesis para que den lectura en la celebración eucarística, expresa el reclamo de que Juan Héctor sea “acogido con tu Amor Misericordioso y disfrute ya de la Vida plena que Tú nos ofreces”, sin olvidarse de su familia, para la que se desea “el consuelo y la esperanza de la Resurrección”.

También apela a la comunidad cristiana, para que “sepamos acompañarla y ayudarla”, y expresa el anhelo de que “el trabajo que es para la vida se desarrolle en condiciones dignas que la preserven en su integridad”.

Por la defensa de la vida en el trabajo

Ya los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social de la Conferencia Episcopal Española, en el Día mundial de la Salud y la Seguridad en el Trabajo, afirmaban que “la vida es el mayor bien que atesoramos y que hemos de honrar viviéndola con dignidad, de acuerdo con nuestra vocación de hijas e hijos de Dios”, por lo que “cuidar esta dignidad implica cuidar nuestra salud en el más amplio de los sentidos, también en el ámbito laboral, preocupándonos por la de quienes trabajan”.

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Entonces, insistían en la necesidad de “promover la defensa de la vida en el trabajo, creando conciencia en nuestras comunidades eclesiales e implicándonos en la denuncia de esta injusticia” y muy especialmente llamaban a “acompañar a las víctimas”.

“Acerquémonos a ellas, escuchémoslas, que nuestra presencia las reconforte y sientan que no están solas”, decían los obispos, que señalaban que había que combatir la resignación, “pues la inmensa mayoría de las enfermedades y accidentes son evitables, si se cumple la normativa”.