El martillo pilón
Jesús, enséñame a ver la realidad
en su verdad desnuda; pon tu luz divina
en la ceguera de mis ojos, que vean
la verdad de las obreras…
La larga indignidad de sus quebrantos.
Dirígeme, Señor, hacia los «primos», esos periféricos
de todas las ciudades, de todos los sistemas.
De cuyo sudor están hechas las risas de los ricos,
las bolsas del ladrón y las alegres estafas del banquero.
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Consiliario de la HOAC de Segorbe-Castelló