La Iglesia de Madrid por el cierre de los centros de internamiento para extranjeros
La Iglesia de Madrid ha celebrado una vigilia de oración por el cierre de los Centros de internamiento de Extranjeros, junto a la estación de Aluche, a metros del dispositivo donde ahora mismo unas 50 personas migrantes viven privadas de libertad.
Su delito, como el de las personas cuyos testimonios se ha leído en público, no pasa de ser una falta administrativas, no disponer de la documentación en regla, a veces, simplemente por la imposibilidad de renovar los permisos concedidos.
En vísperas de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, dedicada a “Construir el futuro con los migrantes y refugiados”, organizaciones como la Mesa por la Hospitalidad, el Centro Pastoral de San Carlos Borromeo, la Parroquia de San Hilario, Pueblos Unidos, Asociación Karibu, Observatorio de Derechos Humanos Samba Martine, Mundo en Movimiento y CIES, han querido reafirmar que “En el CIE no hay futuro”.
En la explanada de la estación, se han congregado decenas de personas que han rezado y reclamado por alternativas más humanos que cumplan con los derechos humanos, ante la privación absoluta de libertad a la que son sometidas las personas extranjeras en nuestro país en situación administrativa irregular.
La portavoz de Pueblos Unidos, Ana Bosch, ha presentado el acto recordando las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, tanto de quienes permanecen internados en estos centros, como de quienes intentan cruzar nuestras fronteras.
El delegado de Migraciones de la diócesis de Madrid, Rufino García, ha explicado la riqueza tanto cultural como material que aportan las personas llegadas de fuera de nuestras fronteras, así como la necesidad de apostar por la acogida y la convivencia.
Las y los participantes, animados por el párroco de San Carlos Borromeo, han podido, igualmente, dejar sus oraciones y peticiones, en una cruz formado por velas y cuerdas sobre el suelo de la plaza de Aluche, para cambiar la inhumanidad de las políticas que degradan a ciudadanos de segunda a las personas llegadas de fuera de nuestras fronteras y la indiferencia, cuando no el odio, con que a menudo son tratadas.
Por su parte, el obispo auxiliar de Madrid y responsable de Pastoral Social de la diócesis, José Cobo, ha clamado por la superación del abismo que separa a las personas extranjeras en situación de irregularidad del resto de la sociedad y contra la indiferencia ante el sufrimiento de los más vulnerables.
Así ha pedido que “el derecho a migrar sea tenido en cuenta”, como también “a estar y a permanecer en familia y a buscar una vida mejor”, al tiempo que ha abogado por “modelos nuevas, soluciones nuevas, mucho más humanas” que en encierro de migrantes sin documentación.
Cobo ha implorado, igualmente, que “cada ser humano sea reconocido por lo que es y tenga derecho a vivir mejor”. Tras agradecer la labor de tantas organizaciones y comunidades en favor de las personas migrantes, ha reclamado también para que “no pasemos de largo ante tantos Lázaros y sepamos mirar como nos mira Jesús y dar la mano a todos nuestros vecinos”.
Ha terminado señalando la importancia de seguir cerrando los “abismos” que dividen a la sociedad, y alimentar la esperanza en medio de nuestra sociedad, para que vecinos y vecinas descubran que “se vive mejor queriendo la agente y mirando como Jesús mira, rezando y luchando por aquellos que se encuentran con una sociedad hostil que nosotros queremos que sea más hospitalaria”.
Redactor jefe de Noticias Obreras