Asentamientos: zona de no derechos
Estamos ante un mar de pinos que la vista no puede abarcar. En medio, se levanta la vida, una isla de chabolas, construidas con palés, latas y cartones. Las personas, inmigrantes temporeros, deambulan de un lado a otro.
Es la cotidianeidad de un barrio levantado de la nada. En el suelo, algunas bicicletas asisten mudas al espectáculo de la vida precaria. Los inmigrantes, que habitan esta isla sin mar, trabajan en los campos de fresas de la provincia de Huelva. Se han instalado en el asentamiento de «Las Madres», en Mazagón, pueblo costero y turístico.
Visitamos el asentamiento acompañados de Pepa Suárez, activista veterana, curtida en mil causas, miembro de la Asociación multicultural de Mazagón, y de Adama y Mamadou, inmigrantes procedentes de Mali, que trabajan en el campo onubense, en explotaciones freseras. Ambos tienen permisos de trabajo. Adama vive en el asentamiento y Mamadou en Mazagón.
Mientras paseamos, Pepa nos cuenta que, en la provincia de Huelva, los asentamientos se han cronificado, son realidades anquilosadas y de difícil solución, por la dejadez de las autoridades. No hay voluntad política, no se han puesto, encima de la mesa, soluciones viables, solo fotos de cara a la galería y a una portada en los medios de comunicación.
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Militante de la HOAC de Huelva
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