Lluvia fina

Lluvia fina
Ocurrió a finales de mayo de 2019, en uno de los múltiples actos de presentación del libro No os dejéis robar la dignidad, que reunió, convocados por la HOAC, a dirigentes sindicales y responsables de la Iglesia para conversar sobre el papa Francisco, la clave del trabajo y, además, tender puentes entre mundo del trabajo e Iglesia.

Le preguntaron sobre el reflejo en la Iglesia española del impulso que Francisco había dado, y sigue dando, al trabajo en su labor pastoral. Antonio Algora, nuestro obispo de la Pastoral Obrera, resaltó su dinamismo, el protagonismo de las trabajadoras y los trabajadores cristianos en esa «nueva forma de ser y de vivir en el mundo del trabajo» y que el pensamiento social de Francisco iba calando como «lluvia fina en una iglesia como la nuestra, muy poliédrica».

Desde entonces, esa lluvia fina que va calando completamente casi sin darse uno cuenta, ha sido persistente, como el recorrido del magisterio de Francisco y su relación con el trabajo, que ha insistido en que nos hagamos cargo de quienes no lo tienen; acompañando a los trabajadores más humildes y excluidos y reclamando para ellos, en los momentos más duros de la pandemia, un salario universal mientras no pueden ganarse el pan (Carta a los movimientos populares del mundo, 12.04.2020); además de proteger la dignidad que otorga porque «no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo», siendo el gran tema que debe atender la buena política para cuidar y construir un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos, como incorpora en el magisterio social de la Iglesia con la encíclica Fratelli tutti (3.10.2020. FT 127; 162).

Lluvia que también cala en las prioridades de la Conferencia Episcopal Española, reclamando una economía más humana que permita un trabajo digno; apostando por impulsar la Pastoral del Trabajo con el obispo Abilio Martínez y el nombramiento de Antonio Aranda, primer laico en la dirección de esta dinámica. Las distintas diócesis, animadas por militantes de movimientos, han dado frutos como la Jornada diocesana por el Trabajo Digno, en Bilbao, o la Pascual del Trabajo, instaurada en Burgos, tendiendo puentes con el mundo del trabajo en Orihuela-Alicante, o en diversos ámbitos de diálogo y reflexión, para seguir acompañando los distintos conflictos y situaciones de precariedad y de dolor del pueblo trabajador.

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Un compromiso que se va acrecentando con las sinergias compartidas de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, calada hasta el tuétano, con todo su sentido y profundidad en las muy diversas, creativas y numerosas convocatorias, que las diócesis, junto con los movimientos que la promueven, desarrollan en los días claves del 1 de Mayo y del 7 de octubre. Y en el camino que inicia junto con la Pastoral del Trabajo, compartiendo anhelos e inquietudes que permitan «fortalecer la clave del trabajo» (noticiasobreras.es, 3.05.2021).

Nos toca seguir mojándonos, para seguir recorriendo este camino de cuidar el mundo del trabajo, que permite «promover el bien del pueblo» y «asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas. Esa es la mejor ayuda para un pobre, el mejor camino hacia una existencia digna» (Cfr. FT) de todos y de todas y para la casa común que requiere de los cuidados que proveerá la universalización del trabajo decente. Nuestra entrega es necesaria para que las injusticias que provoca este sistema económico no tengan la última palabra.