La fragancia del agradecimiento

La fragancia del agradecimiento
El agradecimiento es una flor que derrama su perfume en los patios de nuestros corazones ante la grandeza del servicio que las residencias y centros de mayores prestan, día a día, a las familias que no pueden atender, como quisieran, a sus padres o abuelos.

Nuestro agradecimiento desprende cuatro aromas con los que queremos ungir y honrar a todos y cada uno de los trabajadores y trabajadoras que han acompañado a nuestros padres y abuelos en el último tramo de sus vidas.

El primero es el aroma del «reconocimiento». La sociedad sigue sin reconocer, de verdad, el verdadero alcance de lo que es y representa la labor de los cuidadores y cuidadoras de nuestros mayores. Sigue sin acceder a la conciencia profunda de la relevancia y significatividad de su tarea. Sirvan estas palabras de himno de homenaje a todos y cada uno de ellos.

El segundo aroma es el aprecio. «A-precio» algo cuando no le pongo ningún precio. Hoy se confunde precio con valor. Por eso reivindicamos y exigimos para ellos las condiciones labores y una remuneración económica acorde con el servicio que prestan. El cariño que vierten sobre los mayores les hace sentirse como en casa, sienten en él un reflejo de sus seres queridos que no pueden estar a su lado. Agradecer su presencia, su ternura, su delicadeza, sus gestos, sus palabras, su atención y cuidado, es un verdadero acto de justicia poética.

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