Una renovada lectura de la Pastoral Obrera desde los empobrecidos

Una renovada lectura de la Pastoral Obrera desde los empobrecidos

El pasado día 10 de abril se celebró el XXI Encuentro de Pastoral Obrera de la Diócesis de Palencia. Debido a las restricciones provocadas por la pandemia del COVID-19, el encuentro se celebró de manera virtual, al que asistieron unas 30 personas. Nuestro obispo, D. Manuel Herrero Fernández, dirigió unas palabras a los asistentes para animarnos a seguir empeñados en la tarea de hacer presente al mundo obrero en la vida eclesial.

Uno de los objetivos que siempre nos marcamos en el Secretariado de Pastoral Obrera y del Trabajo es este carácter de encuentro; de contar con un espacio en el que las personas nos encontremos para compartir experiencias, vida, compromiso transformador, y poder sentir la cercanía y el aliento por la tarea de anunciar la Buena Noticia de Jesús al mundo obrero. Este año al celebrarse por los medios tecnológicos no se ha contado con ese espacio físico, pero al vernos por medio de la pantalla, sí hemos podido sentir la cercanía que nace de un espíritu común.

Como no puede ser de otra manera, otro de los objetivos es la formación. Es necesario estar preparados; conocer la realidad del mundo en el que vivimos y del que formamos parte, para dar respuesta a sus inquietudes y anunciar que desde Jesús de Nazaret hay esperanza para transformarlo en un mundo mejor, más humano.

Y un tercer objetivo es animar a los cristianos a salir, ser “Iglesia en salida” como dice el Papa Francisco, y comprometernos ante la realidad de sufrimiento e injusticias que sufren muchas personas, hacernos presentes en las mediaciones del mundo para contribuir, desde nuestra fe, a construir el Reino de Dios.

El encuentro de este año lo titulábamos “Una renovada lectura de la Pastoral Obrera desde los empobrecidos”. Nos ayudó en la reflexión, siguiendo la metodología de la Acción Católica del Ver, Juzgar y Actuar, Diego Márquez Muñiz, militante de la HOAC de Sevilla, muy entendido en el tema, tanto por conocimientos teóricos, como por la propia experiencia de militante comprometido en la Iglesia y en el mundo.

Sombras en el mundo del trabajo

Echando una mirada a la realidad del mundo obrero y del trabajo apuntó los rasgos más importantes de la situación actual de la sociedad y del mundo del trabajo. Un rasgo muy significativo es la disolución de lo humano; caracterizado por una cultura del descarte, la reducción de las personas a meros instrumentos, las desigualdades, las injusticias y un creciente empobrecimiento. La lucha de clases de antaño, centro de la cuestión social, ha sido sustituida por una pérdida de humanidad. Otro rasgo importante, del que emana este nuevo modelo social y antropológico, como eje vertebrador, está el capitalismo neoliberal, cuyas consecuencias más relevantes son: una economía cada vez más especulativa; la devastación social y del planeta; la modificación del papel de los Estados; la transformación del modelo de relaciones laborales, arrastrando a muchas personas al paro, a la precariedad laboral, la pobreza y la exclusión; el consumismo como norma social y el individualismo institucionalizado. Un modelo social que a la postre conduce a un totalitarismo capitalista, a una creciente desigualdad y a la “irrelevancia” de la política.

Nos comenta Diego que aun en este tan deshumanizado mundo hay también signos positivos y esperanzadores. Todo lo relacionado con los movimientos de denuncia, de solidaridad, de reivindicación. Las numerosas plataformas sociales, las experiencias alternativas.

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Para los cristianos la mirada de esta realidad no nos es indiferente. La mirada es desde el Dios de Jesús, revelada en los textos bíblicos, en la DSI y en la propia vida.

Un extraño en el camino

Diego se centró principalmente en textos del papa Francisco y sobre todo en la parábola del buen samaritano (Cfr. Fratelli tutti), para ayudarnos a descubrir qué nos dice Dios ante esta realidad y qué actitudes hemos de tener los seguidores de Jesús para darle respuesta. Nos ayudó a ver que estamos ante un sistema económico, social y cultural que se ha olvidado de los pobres, y por tanto del mismo Dios; un sistema que deforma al ser humano, que lo impulsa al individualismo; un sistema que genera desigualdad e injusticias. Nos ayudó a descubrir que la Iglesia hemos de asumir el desafío de hacer frente a este sistema; que hemos de esforzarnos por recuperar el sentido de lo humano promoviendo otra cultura, una cultura de los cuidados, poniendo en el centro de la vida la fraternidad y las necesidades de los empobrecidos. Para caminar en este sentido hemos de cultivar las actitudes del buen samaritano: Superar la indiferencia como respuesta; vencer la tendencia a desentendernos de los problemas sociales que sufren los demás; dejarse llevar por el amor, que sabe de compasión y de dignidad; dedicar tiempo a curar las heridas; identificarnos con los últimos para llegar a ser hermano de todos.

Justicia y fraternidad

La tarea es urgente y necesitamos asumir nuevos retos para dar respuesta, una respuesta desde la vida y la acción. Es necesario que en nuestra acción unamos justicia y fraternidad. Hemos de hacer efectiva la prioridad de los empobrecidos, y hacer efectivo el impulso de la sociedad civil. Los cristianos hemos de contribuir a que los agentes sociales tengan como prioridad a los empobrecidos por el sistema.

Para la Iglesia la situación de los empobrecidos del mundo obrero y del trabajo también nos plantea algunos e importantes retos: No olvidarnos de los pobres; impulsar la DSI en la formación de los cristianos; mayor cercanía al mundo del trabajo; recomponer la relación amor-justicia como tarea más apremiante. La necesidad de impulsar en la sociedad una cultura cristiana. La necesidad de comprendernos como Iglesia inmersa en la sociedad.

Terminó Diego su exposición planteando algunos retos, muy concretos, para la tarea de la Pastoral Obrera: Asumir y afrontar las dificultades de la individualización; construir un proyecto de humanización; aportar y plantear el sentido del trabajo, que va más allá del empleo; luchar por un empleo decente. Que no falte nunca en nuestra acción el acompañamiento, la denuncia, la propuesta, asumiendo las campañas “El trabajo es para la vida”, Trabajo digno para una sociedad decente”, “No a la inequidad que genera violencia”.

Toda la exposición fue un programa de acción para hacer frente a la creciente deshumanización, a la que nos conduce este sistema en el que vivimos, y humanizarlo y humanizarnos desde la comunión.