Cristianas obreras

Cristianas obreras

El lema Cristianas obreras habla de identidad, de vocación, de estilo de vida, encuentro, opciones, compromiso, de sueños, anhelos, esperanzas….

Un lema que suma y multiplica, que refleja la experiencia de vida y de fe de tantas mujeres que generación tras generación han tratado y tratan de vivir haciendo verdad el mensaje de las Bienaventuranzas, intentando acompasar sus pasos a los de Jesús. Mujeres con la mirada puesta en el futuro, haciendo camino junto con  otros compañeros y compañeras en los barrios, en las escuelas, en los movimientos y organizaciones sociales, en los lugares de trabajo, en la Iglesia…. Mujeres con la mirada abierta, con las manos dispuestas, con el corazón preparado para el encuentro, con entrañas de misericordia frente a quien vive la precariedad, la injusticia, la vulnerabilidad, el rechazo, la invisibilización, las agresiones, los prejuicios…

Mujeres que saben de sinsabores, de incomprensión, de falta de reconocimiento, de cansancios en esta lucha  por el reconocimiento de derechos fundamentales, en condición de igualdad: empleo y salario digno, reparto de las tareas del hogar, asunción de responsabilidades en la sociedad y en la Iglesia… Porque seguimos en muchos casos moviéndonos entre “un suelo pegajoso y el techo de cristal”.

Es verdad, echando la vista atrás son muchos los pasos que hemos ido dando, sobre todo cuando nos paramos y escuchamos los testimonios de mujeres que nos han precedido. No fueron tiempos fáciles. Hoy vemos lo que aún queda mucho por avanzar, sobre todo cuando nos situamos en clave de fraternidad, de comunión, de ruptura con este sistema de producción y consumo que refuerza la cultura de la indiferencia, donde la pobreza sigue teniendo rostro de mujer, joven, migrante, donde la conciliación de la vida laboral y familiar parece inalcanzable, donde surgen tantos miedos y rechazos ante el reconocimiento de su papel en la iglesia.

La dedicación exclusiva de las mujeres a los cuidados nos ha hecho descubrir su valor, convirtiéndose en denuncia y llamada a construir el mundo desde otras claves, desde la centralidad de la persona, desde la atención preferente a las personas más vulnerables. De ahí al reconocimiento del sentido profundo del trabajo humano hay un paso.

Mujeres que asientan sus raíces en el seguimiento de Jesús, trabajadoras y constructoras del Reino, que en grupo, disciernen, leen los signos de los tiempos, oran y laboran, en la calle, en casa, en el pueblo…, que crean comunidad.

Mujeres valientes, alegres, fuertes, conscientes de su debilidad, que se saben sostenidas, con una misión…, agradecidas por lo recibido. Mujeres que no quieren renunciar a su papel protagonista en la vida de la sociedad y de la Iglesia. Mujeres que son puente entre el mundo obrero y la Iglesia. Mujeres necesitadas de consuelo, de perdón, de acompañamiento, desencantadas, cuestionadas… Mujeres que salen al encuentro, se involucran, dan fruto, agradecen, celebran, que suman y multiplican. Mujeres de esperanza. Mujeres que hacen suyo el plan de Dios, que se saben cristianas obreras.

Recordamos una palabras del papa Francisco “Escucha, meditación, acción amorosa: estos son los elementos constitutivos de una alegría que se renueva y se comunica a los demás, a través de la mirada femenina, en el cuidado de la creación, en la gestación de un mundo más justo, en la creación de un diálogo que respete y valore las diferencias”1.

Vayamos diciendo sus nombres. Aprendamos de ellas y con ellas.

 

1 Mensaje del papa Francisco a las participantes en un seminario web organizado por la consulta femenina del Consejo Pontificio de la Cultura sobre el tema Las mujeres leen al papa Francisco (7.10.2020)