Trabajo decente, un derecho fundamental para las personas refugiadas

Trabajo decente, un derecho fundamental para las personas refugiadas
FOTO | CNS Nikos Arvantidis pool, vía EPA
La Confederación Sindical Internacional exigen que los Estados asuman su responsabilidad de proporcionar una acogida segura y trabajo decente a las personas que huyen de la persecución, el conflicto y los efectos del cambio climático.

Con motivo del Día Mundial de los Refugiados que se celebra hoy, 20 de junio, los sindicatos de todo el mundo alzan su voz exigiendo a los Estados que asuman su responsabilidad en la protección y el bienestar de los refugiados. Los sindicatos no solo defienden el derecho al trabajo de las personas refugiadas, sino que también enfatizan que tienen derechos en el ámbito laboral, como condiciones de trabajo seguras, igualdad de remuneración y protección social.

“Los refugiados no solo tienen derecho a trabajar, sino que también tienen derechos en el trabajo, como condiciones de trabajo seguras y saludables, igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor y protección social. Los sindicatos nos solidarizamos con los refugiados y reiteramos que nuestras puertas están abiertas para ellos”, afirma Luc Triangle, secretario general en funciones de la Confederación Sindical Internacional (CSI) en una nota.

100 millones de personas refugiadas

El mundo se enfrenta a la crisis de refugiados más grave en la historia, donde la persecución, el conflicto y la guerra obligan a millones de personas a buscar refugio fuera de sus países de origen, mientras que el cambio climático crea una nueva categoría de refugiados climáticos. Según datos de 2022, el número de refugiados y desplazados por la fuerza supera los 100 millones de personas. Es preocupante que la mayoría de estas personas busque refugio en países más pobres, donde los recursos y las condiciones son limitados.

Aunque los Estados se han comprometido a aliviar la presión sobre los países de acogida mediante el Pacto Mundial sobre los Refugiados, la realidad es que las cifras de reasentamientos siguen siendo bajas y el presupuesto del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados está crónicamente subfinanciado.

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Uno de los principales desafíos a los que se enfrentan las personas refugiadas es acceder a oportunidades de trabajo decente en los países de destino. Restricciones legales, barreras lingüísticas, falta de reconocimiento de competencias y la ausencia de servicios públicos adecuados dificultan su integración laboral. Además, la creciente influencia de fuerzas políticas populistas de derechas en todo el mundo ha fomentado la xenofobia y el racismo, poniendo en peligro la seguridad y bienestar de las personas refugiadas.

Empujadas al trabajo “informal”

Estas barreras para el empleo formal hacen que las personas refugiadas sean más susceptibles al abuso y los empuja hacia el trabajo “informal”, donde carecen de protección social alguna y se sufren condiciones laborales precarias e inseguras.

En este contexto, los sindicatos hacen un llamamiento a un nuevo contrato social que incluya la creación de millones de nuevos puestos de trabajo y la regularización de trabajos informales para 2030.

Es fundamental que los gobiernos eliminen las barreras jurídicas, administrativas y prácticas que impiden que las personas refugiadas trabajen dignamente. Además, se debe garantizar la libertad sindical y la negociación colectiva, aspectos fundamentales para que los refugiados puedan defenderse contra la explotación y exigir sus derechos. Además, es necesario que los países con pocos refugiados brinden un apoyo sólido a aquellos que acogen a la mayoría, aumentando significativamente el número de plazas de reasentamiento y garantizando condiciones de trabajo decente.