Globalización desde abajo
Globalización significa que algo que se difunde por todo el mundo. Pero el fenómeno será bueno y apetecible o será malo e indeseable según lo que se difunda. En el proceso actual de la globalización lo que se difunde es un imperialismo internacional del dinero de las ganancias con la exclusión de los más débiles. Esta pandemia es anterior al coronavirus, y me temo que con la vuelta a la normalidad siga intacta y se agrave.
Toda la Doctrina Social de la Iglesia y el magisterio va contra el ídolo dinero que reina en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad. Pero la intervención del papa Francisco con los movimientos populares en Bolivia (2015) refleja el clamor de los excluidos de América Latina y de todos los pueblos, con una claridad y con un talante profético muy singulares. Su mensaje da fuerza y ánimo a una globalización de la compasión solidaria desde abajo, desde los movimientos sociales del pueblo. Las frases entre comillas que siguen son entresacadas de dicha intervención.
«Hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra y atenta contra la humanidad entera; no permite el desarrollo del ser humano en su integralidad, el desarrollo que no se reduce al consumo, que no se reduce al bienestar de pocos, que incluye a todos los pueblos y personas en la plenitud de su dignidad, disfrutando fraternalmente de la maravilla de la Creación».
«Se necesita un cambio para que la vida sea digna, un cambio de estructuras, un cambio que sea capaz de desplazar la primacía del dinero y coloque nuevamente en el centro al ser humano. Un proyecto-puente de los pueblos frente al proyecto-muro del dinero. Un proyecto que apunta al desarrollo humano integral».
«El futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las élites. Está fundamentalmente en manos de los pueblos, en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio».
«Las soluciones reales a las problemáticas actuales no van a salir de una, tres o mil conferencias: tienen que ser fruto de un discernimiento colectivo que madure en los territorios junto a los hermanos, un discernimiento que se convierte en acción transformadora. Un camino que me recuerda cómo Jesús pidió organizar a la multitud en grupos de cincuenta para repartir el pan».
«Los movimientos populares que miran hacia adelante, piensan, discuten, proponen y actúan, son sembradores de ese cambio, promotores de un proceso en el que confluyen millones de acciones grandes y pequeñas encadenadas creativamente, como en una poesía; por eso quise llamarlos poetas sociales. Sigamos trabajando para construir puentes entre los pueblos, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación».
¿No responde a esta invitación el carisma de la HOAC con su método «ver, juzgar y actuar»? •
Teólogo