El aumento de los precios
Como las desigualdades de ingresos son enormes, el aumento de los precios repercute de manera muy distinta sobre las familias.
Gracias al trabajo sindical en la negociación colectiva y al aumento del salario mínimo aprobado por el Gobierno, los salarios han experimentado una cierta recuperación. Pero esta no compensa el aumento de los precios. La vida de muchas familias trabajadoras sigue dependiendo de salarios o prestaciones que son insuficientes.
Antes del fuerte incremento de los precios, ya había un buen número de familias trabajadoras con grandes dificultades para vivir al día. El impacto de la subida de los precios es mucho más grave para estas familias.
Ante esta situación necesitamos avanzar en tres cosas: dar prioridad a combatir esas desigualdades, ayudar más a las familias que tienen bajos ingresos y tomar medidas más decididas para controlar los precios. Plantearnos como primer objetivo que no haya ninguna familia con ingresos insuficientes para vivir dignamente. Complementar con recursos públicos los ingresos de las familias que los tienen más bajos. Impedir que quienes fijan los precios hagan los que les viene en gana, porque eso tiene graves consecuencias para las familias, sobre todo las de bajos ingresos.
Hay quien dice que esto último es atentar contra la libertad. No es cierto. Lo que atenta contra la libertad es que haya familias con ingresos insuficientes y que sufren especialmente el aumento de los precios de los bienes básicos en unas vidas ya muy precarias. Los precios no suben por sí mismos. Suben porque quienes los fijan no quieren perder parte de sus beneficios o quieren aumentarlos. Eso es lo que hay que evitar para que no se atente contra la libertad de las familias. No hacerlo es colaborar a la ley de la selva y a que se reproduzcan y aumenten las desigualdades.
Es una distribución más justa de la riqueza lo que hay que promover.
•••
Texto publicado originalmente en la revista ¡Tú!
Militante de la HOAC