La Navidad, Spin Time y los movimientos populares

La Navidad, Spin Time y los movimientos populares
FOTO | @spintimelabs, instagram

La Navidad de este año es particular para todos nosotros que formamos parte de la gran comunidad de Spin Time.
En los últimos días se ha difundido la noticia de que sería inminente un nuevo intento de desalojo. Spin Time es nuestra comunidad organizada, donde cada día compartimos las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de las personas de hoy, especialmente de los pobres y de quienes sufren (Gaudium et Spes, 1).

Spin Time fue elegida por la plataforma EMMP, la plataforma de los movimientos populares de todo el mundo, como casa del quinto Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, que de hecho se celebró aquí, y cuyos participantes reconocieron en esta comunidad a una hermana de todos ellos. Pues bien, a dos meses de este quinto Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, Spin Time vuelve a estar bajo la amenaza de desalojo: es una bofetada no solo a esta comunidad, sino también a todos los movimientos populares que vinieron y a las Iglesias locales que los acompañaron.

Spin Time, por otra parte, es un caso emblemático: ¿pueden las comunidades que construyen un nuevo mundo posible resistir frente al gran poder de las finanzas y frente al autoritarismo? Desalojar Spin Time no significaría solo desalojar una gran comunidad: significaría también desalojar los sueños y la esperanza. Por eso es necesario que todos, empezando por las instituciones, recorran los caminos del diálogo, de la colaboración y de la búsqueda compartida del bien común.

La Navidad que nos encuentra en esta situación nos recuerda también que estamos llamados a ser solidarios con las innumerables personas en el mundo que hoy sufren y esperan. En las últimas horas, en el Mediterráneo, ha habido un naufragio de 116 personas. En Palestina, en Ucrania, en Nigeria, en Sudán, en muchos otros países, así como en las periferias de nuestras ciudades, tantas personas sufren a causa de la violencia, la injusticia y la exclusión.

Ante todo esto, precisamente la Navidad nos invita a la subversión de la esperanza. La Navidad nos recuerda que la salvación no viene de los palacios del poder político, económico y financiero, sino de las periferias, donde se encuentran los excluidos.

FOTO | Apertura del V Encuentro Mundial de Movimientos Populares (octubre, 2025)

Jesús nace en Belén, además en un pesebre, porque no había lugar en el alojamiento. Además, los ángeles anuncian su nacimiento a los pastores, que estaban entre los marginados, y serán ellos quienes lleven el anuncio a los habitantes de la ciudad (Lc 2, 1-20). Esta es la lógica de Dios. El apóstol Pablo dirá: «Dios ha elegido lo débil del mundo para confundir a los fuertes» (1 Cor 1, 27).

Quien de nosotros tiene el don de la fe sabe que los acontecimientos de esa noche han marcado nuestra redención. Quien no tiene fe reconoce que, de todos modos, cambiaron la historia humana, porque en el nombre de Jesús muchas personas han vivido y transmitido este amor, que tiene un altísimo valor político. Ciertamente, este amor es también incómodo. A causa de la represión del poder, la Sagrada Familia se verá obligada a refugiarse en Egipto, mientras Herodes llevará a cabo la matanza de los inocentes (Mt 2, 1-16). Sin embargo, no logrará apagar esta luz.

Más de 300 años después, el emperador Juliano el Apóstata se preguntará por qué los discípulos de Jesús son tan respetados y seguidos, y comprenderá que una de las razones es la solidaridad que practican hacia todos y, en particular, hacia los pobres y los extranjeros, mientras el Imperio los ignoraba y despreciaba. Por ello dará orden de crear instituciones de beneficencia para competir con los cristianos y atraer el respeto de la sociedad, pero no alcanzará su objetivo, porque una cosa es el asistencialismo desde arriba y otra es la solidaridad generada por el amor (cf. Dilexit nos, 169).

Siglos después, Martin Luther King escribirá: «Los grandes jefes militares del pasado han desaparecido, sus imperios se han derrumbado y reducido a cenizas; pero el imperio de Jesús, construido sólida y majestuosamente sobre el fundamento del amor, sigue creciendo» (La fuerza de amar).

Este amor no lo viven solo quienes tienen el don de la fe, sino todos aquellos que, como el Samaritano de la parábola, son capaces de experimentar ese amor visceral (Lc 10, 33).

En la Dilexi te, al incluir a los movimientos populares en el capítulo III sobre la historia del amor de la Iglesia hacia los pobres, el papa León ha incorporado el compromiso de los movimientos populares en esta gran historia.

He aquí, entonces, que la Navidad nos conduce a la subversión de la esperanza, porque nos recuerda que en esta noche de la historia es allí donde debemos buscar la luz: en el amor que se vive en las periferias, entre los excluidos y los oprimidos; en ese amor que resiste al individualismo, a la indiferencia, al atractivo del beneficio a toda costa y del autoritarismo; en ese amor que construye solidaridad y lucha por la justicia.

En ese amor que tiene un altísimo valor político, que impulsa a Mediterranea Saving Humans y a toda la flota civil a socorrer a nuestros hermanos y hermanas; ese amor que anima a la Iglesia y que resplandece también en todos los movimientos populares.

Esta es la belleza, suave y subversiva, del Evangelio de Jesús. Y con el apóstol Pablo decimos: «No me avergüenzo del Evangelio» (Rm 1, 16).