La Iglesia beatificará a 50 mártires que acompañaron a los trabajadores forzados por el nazismo

Sacerdotes, seminaristas, religiosos y militantes de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) y los Scouts de Francia, asesinados entre 1944 y 1945 por acompañar a los trabajadores forzados del Tercer Reich, serán beatificados en París, por el papa León XIV
Este sábadom 13 de diciembre de 2025, en la catedral de Notre Dame, durante una celebración presidida en nombre del papa León XIV, la Iglesia beatificará a 50 mártires franceses asesinados entre 1944 y 1945 por odio a la fe, tras haber acompañado de forma clandestina a miles de trabajadores forzados enviados a Alemania por el régimen nazi.
La mayoría de ellos pertenecían a movimientos eclesiales como la Juventud Obrera Cristiana (JOC) y los Scouts de Francia, y decidieron seguir a los obreros deportados para sostenerlos espiritual y humanamente. Fueron detenidos por actividades consideradas subversivas contra el Tercer Reich, torturados y asesinados, en su mayor parte en campos de concentración como Dachau, Buchenwald, Mauthausen, Flossenbürg o Ravensbrück.
Su martirio, reconoce la causa de beatificación, “se funda en la dedición al Evangelio como expresión de la fe hasta la donación completa de sí”, vivida con plena conciencia del riesgo de muerte.
El contexto histórico: ocupación nazi y gobierno de Vichy
Los hechos se sitúan en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, tras la ocupación del norte de Francia por las tropas nazis en junio de 1940 y la instauración, en el sur, del gobierno colaboracionista y pronazi de Vichy, que tuvo una estrecha afinidad ideológica y diplomática, de cooperación y entendimiento, con el régimen del dictador Francisco Franco.
El Servicio del Trabajo Obligatorio (STO) fue instaurado el 16 de febrero de 1943 para enviar a cientos de miles de jóvenes franceses a trabajar obligatoriamente en fábricas alemanas y sustituir a los hombres movilizados al frente. En ese contexto, sacerdotes, religiosos y militantes laicos católicos decidieron seguir en secreto a los obreros deportados para no dejarlos solos.
Ese acompañamiento pastoral fue considerado actividad criminal por el régimen nazi. Muchos fueron arrestados por la Gestapo, interrogados, torturados y deportados. Algunos fueron ejecutados directamente, otros murieron “ex aerumnis carceris”, a causa de las durísimas condiciones sufridas.
Sacerdotes, laicos, seminaristas y jóvenes obreros
Los 50 nuevos beatos proceden de distintas diócesis, congregaciones y movimientos apostólicos, fueron asesinados en diferentes regiones del Reich: Sacerdotes diocesanos, religiosos franciscanos, el jesuita Víctor Dillard, seminaristas, jóvenes militantes de la Juventud Obrera Cristiana (JOC) y miembros de los Scouts de Francia.
Entre ellos figuran torneros, obreros, estudiantes, formadores, sacerdotes y acompañantes de jóvenes, detenidos en ciudades como Colonia, Berlín, Zwickau, Brunswick, los Sudetes, Austria, Sajonia, Turingia o Silesia, y asesinados en campos o durante las denominadas “marchas de la muerte”.
Su fama de martirio “se ha difundido en las diócesis de origen y en los institutos religiosos a los que pertenecían”, según reconoce la causa.
La JOC, en el corazón de este calvario
Un elemento especialmente significativo es el elevado número de jóvenes asesinados pertenecientes a la JOC —19 militantes–, que habían hecho de su fe una forma de vida militante en el mundo del trabajo.
El sufrimiento de estos jóvenes cristianos obreros confirma que la represión nazi no fue solo política o racial, sino también profundamente anticristiana, dirigida contra quienes, desde su fe, defendían la dignidad humana en medio del sistema de explotación del trabajo forzado.
El martirio formal, subraya la documentación oficial, se funda en el odium fidei, es decir, en el rechazo del régimen a quienes, mediante su acción apostólica, “se hacían testigos de la fe cristiana”.
Víctor Dillard, el jesuita que “ofreció su vida por la Iglesia y la clase obrera”
Con motivo de la beatificación del jesuita Víctor Dillard, el Superior General de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, ha destacado en una carta enviada a toda la orden que el nuevo beato “confirma su ofrecimiento por la Iglesia y la clase obrera”, subrayando el sentido profundamente eclesial y obrero de su martirio.
Dillard pidió ser enviado como sacerdote clandestino trabajando como obrero en en el STO impuesto por el nazismo. “Tras doce horas de labor agotadora, se hacía presente en los barrios industriales entre los jóvenes católicos, transmitiendo el mensaje de Cristo como podía”, recuerda Sosa.
Dillard fue decididamente un educador al servicio de los jóvenes, ante quienes se planteaba: “¿Qué puedo decirle para ayudarle a crecer?”. “Su actividad intelectual se alimentaba de sus contactos con la JOC y el mundo obrero, a los que acompañó hasta el final”, destaca Sosa.
Desde la cárcel, el propio sacerdote escribe que él mismo había vivido silenciosamente como obrero, “tanto como me ha sido posible”. “Y digo ‘tanto como me ha sido posible’ porque, en realidad, yo no he sido, no podía ser obrero. (…) Uno no es obrero por querer serlo. Ahora sé lo que realmente significa ‘el honor de ser obrero’, y no con discursos o poesía. (…) Solo pasando por ello uno se da cuenta de que las manos no pueden estar limpias ni las uñas impecables cuando se ha trabajado con alquitrán. Ahí he dicho la Misa con manos innobles pero triunfales. (…) Pienso que no es casualidad que Cristo haya querido ser obrero. Ha amado la madera, de la que conocía todos sus secretos gracias a su cercanía con ella durante veinte años. Él nació sobre esta madera en la cuna y quiso morir en el abrazo sangriento de su amigo, de su hermano, el madero. (…) Cristo tuvo que venir, hacerse obrero y encarnarse en la materia eucarística para que la opacidad de esta materia fuera vencida y que esta comunión material llegara a ser una comunión de amor. (…) Hay que haber vivido esto para comprender que Dios se hizo carpintero”, recuerda la misiva.
Sosa subraya también que sacerdote jesuita vivió su entrega con plena conciencia del riesgo que corría, especialmente en los últimos meses de su vida. En sus Ejercicios espirituales de 1943 dejó escrito que su vida ya estaba ofrecida “de una vez por todas”, y poco antes de morir reafirmó ante un compañero jesuita que esa entrega era por la Iglesia y por el mundo obrero, al que había acompañado hasta el final.
El padre Sosa destaca que Dillard “puso sus muchas cualidades al servicio de jóvenes y obreros, solidarizándose con ellos hasta ser él mismo martirizado”, y desea que su ejemplo ayude hoy a vivir una fe que no se separa del mundo del trabajo, sino que se encarna en él, incluso cuando ese camino conduce a la persecución y al sufrimiento extremo.

Director de Noticias Obreras.
Autor del libro No os dejéis robar la dignidad. El papa Francisco y el trabajo. (Ediciones HOAC, 2019). Coeditor del libro Ahora más que nunca. El compromiso cristiano en el mundo del trabajo. Prólogo del papa Francisco (Ediciones HOAC, 2022)



