In memoriam de don Ignacio

Hoy nos reunimos para despedir a nuestro amigo y hermano, un sacerdote que hizo de su vida un testimonio vivo del Evangelio. En medio del dolor por su partida, resuena con fuerza en nuestros oídos esta frase del obispo Pedro Casaldáliga: “Al final de la vida me preguntarán: ¿has amado?… y yo no diré nada. Mostraré las manos vacías y el corazón lleno de nombres”.
Estas palabras parecen escritas para él. Porque nuestro amigo no acumuló nada para él. Sus manos fueron siempre manos abiertas: abiertas para bendecir, para trabajar, para hacerse cargo, para sostener, para compartir, para acompañar… para animar, para orientar y empujar en cada uno de nosotros la vida que nos habita, haciéndola grande en el amor y en la construcción de un mundo más humano, con la mirada puesta en todos, pero muy especialmente en los pobres, en los trabajadores precarizados, en los migrantes, en los últimos de nuestro entorno.
El nombre de don Ignacio Peláez Pizarro resuena con fuerza en las parroquias de la Virgen de la Cabeza y de la Divina Pastora de Motril (Granada), desde las que desarrolló su labor pastoral en nuestra ciudad durante casi 50 años. Pero no solamente, por citar algún otro lugar: sus manos abiertas también las encontramos en la consolidación de la cooperativa COMOTRANS, en la fundación y el desarrollo de la Asociación Motrileña de Ayuda al Toxicómano (AMAT) y en la instauración de Proyecto Hombre en la diócesis de Granada, también en APROSMO, en el nacimiento y consolidación, a mediados de los años 70, de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) en Motril, de la que fue su consiliario hasta nuestros días y, a través del movimiento, sus manos abiertas nos ayudaron también a hacer cercana la Iglesia al mundo obrero de nuestro entorno y a sus problemáticas, y, desde Motril Acoge, al mundo de las personas migrantes que viven y trabajan entre nosotros, sin duda el mundo obrero más precarizado y empobrecido.
Sus manos abiertas son un referente de extraordinaria importancia para la Iglesia motrileña en su empeño por construir una Iglesia de puertas abiertas; una Iglesia de encuentro; una Iglesia útil para el mundo en cuanto que empeñada en hacer brillar la Luz que nos sostiene y su dinamismo transformador, que precede a la propia acción de la Iglesia en medio de la vida de las personas; desde la sinodalidad y la corresponsabilidad en la tarea de todos los bautizados sin distinción, evidenciando con ello que efectivamente Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida.
Hoy despedimos a un pastor que no solo predicó el Evangelio desde el púlpito, sino que lo encarnó en la vida, sabedor de que Dios se revela en el rostro de los más pequeños y de que la fe se acredita en el amor concreto. Su vida fue una respuesta silenciosa pero contundente a la pregunta última: ¿has amado? Y su respuesta es su propia historia: un corazón lleno de nombres.
Que su ejemplo nos inspire y nos sostenga en la esperanza. Que su memoria nos empuje a mirar más allá de nosotros mismos y a comprometernos desde el amor con la justicia, como él hizo. Y que el Padre Dios al que sirvió con su entrega lo reciba ahora con las manos abiertas como las que él brindó a cuantos le conocimos.
Descansa en la Luz, hermano en Cristo. Tu corazón, lleno de nombres, sigue latiendo en los nuestros, y como diría Rovirosa, ¡hasta mañana en el Altar del mundo!

Militante de la HOAC de Granada. Equipo “Dos Orillas” de Motril



