La politóloga Joan Tronto llama a sustituir el modelo del crecimiento económico por una democracia del cuidado

La politóloga Joan Tronto llama a sustituir el modelo del crecimiento económico por una democracia del cuidado
La profesora de la Universidad de Minnesota, Joan Toronto, ha defendido la “democracia del cuidado” como alternativa al injusto e insostenible modelo actual, en la inauguración del Congreso organizado para presentar IX Informe FOESSA sobre exclusión y desarrollo social en España

Antes de pasar a desmenuzar los resultados del informe realizado por la Fundación FOESSA impulsada por Cáritas, la experta ha tomado la palabra para justificar la necesidad de un paradigma civilizatorio centrado en los cuidados y proponer cómo avanzar hacia un futuro mejor.

Ha advertido que todos los sistemas políticos en la actualidad, incluido el modelo chino y por supuesto los Estados del bienestar se han orientado a “cuidar de la riqueza” y fomentar el crecimiento económico, con consecuencias de sobra conocidas, como que el 1% de la población del mundo posee el 50% de la riqueza.

“Las instituciones democráticas están orientadas a asegurar el traspaso generacional del patrimonio y proteger a quienes cuidan del dinero”, ha advertido Tronto.

El Estado así se ha convertido en la principal fuente de riqueza al dar protección y seguridad ante el desorden a quienes se benefician de este estado de cosas, permitiendo que extraigan el dinero de la esfera pública para mantener su esfera privada y asegurándose de que no cambien de manos a través de políticas impositivas.

“Decidir a quién merece protección y dedicar tiempo y recursos a ello implicar crear a los otros, al enemigo simbólico, al que se puede despreciar”, ha puntualizado.

Los líderes aceptan que “la tarea del orden político no es satisfacer el interés público, sino hacer crecer el nivel de riqueza”, que cada vez se concentra en menos manos y tiene menos que ver con e intercambio de bienes y servicios y más con la especulación, incluida y especialmente la vivienda, por lo que nunca ha sido más cierto que ahora que “el dinero viene del dinero”.

Dentro de esta lógica, “si nos pensamos como parte de este sistema económico, cuando la medida económica lo es todo, nos convertimos en consumidores y productores, no en ciudadanos”.

Frente a ellos, Tronto defiende atender a la salud y seguridad de los humanos, del planeta y los seres vivientes, promoviendo “un cambio drástico de las prioridades sociales y la escala de valores predominante”, para pasar de la preponderancia de lo económico a lo político.

Su apuesta es la de crear la democracia del cuidado, considerando que “todas las personas a lo largo de toda su vida cuidan y son cuidados”, permitiendo a todas las personas asumir “esta responsabilidad” y evitando también la “irresponsabilidad privilegiada de quienes desatienden la vida, para cuidar de su riqueza”.

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Cuatro dimensiones para promover la cultura del cuidado

La experta ha recordado que en los últimos cinco años han proliferado los manifiestos y campañas sobre la cultura del cuidado, como “The Care Collective 2020”, que coinciden en al menos promover cuatro dimensiones en las que avanzar como civilización.

En primer lugar, aparece la mejora de las condiciones de trabajo de las personas empleadas en los sectores relacionados con el cuidado; y en segundo lugar, la instauración de políticas gubernamentales que aseguren ingresos separados y diferenciados para el apoyo a los cuidados.

También, incluye la distribución del tiempo de trabajo y el tiempo dedicado a los cuidados, con medidas como la limitación de la jornada laboral a la semana a 30 horas y la dedicación de las mismas horas al cuidado, con la extensión de los permisos

Por último, en cuarto lugar, la instauración de un sistema impositivo para recaudar fondos que financien este tipo de políticas e iniciativas.

Evidentemente, ha reconocido Tronto, “el cambio no es fácil”, ni está exento de dificultades, puesto que plantear nuevas demandas siempre es “disputar el poder”. Pero hay ya medidas que pueden contribuir a ello, como la defensa y ampliación de servicios básicos universales, la puesta en marcha de sistema de ingresos garantizados vinculados a la participación social y la aparición de instituciones de apoyo a los cuidados.

La propuesta de la democracia de los cuidados no está ni mucha menos acabada, ni su aplicación será perfecta, pero contribuye a reconocer los cuidados y “colocarlos sobre la mesa para poder renegociar y deliberar sobre quién cuida a quien, cómo cuidar y cuáles deben ser las prioridades como sociedad cada vez más justa, fraterna y solidaria.