La ONU reúne la Segunda Cumbre Mundial para reactivar la justicia social y la Agenda 2030 en un contexto de crisis del multilateralismo

La ONU reúne la Segunda Cumbre Mundial para reactivar la justicia social y la Agenda 2030 en un contexto de crisis del multilateralismo
FOTO | Pabellón de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Vía Patrick M
Treinta años después de la histórica cita de Copenhague, líderes mundiales, organizaciones internacionales y agentes sociales se reúnen en Doha, Catar, desde hoy y hasta el próximo 6 de noviembre de 2025 para celebrar la Segunda Cumbre Mundial para el Desarrollo Social y renovar el pacto social.

Convocada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, esta cita pretende renovar el compromiso global con la erradicación de la pobreza, la promoción del trabajo decente y la inclusión social, en un contexto mundial cada vez más fragmentado, donde el multilateralismo busca recuperar credibilidad frente al avance de los nacionalismos, los conflictos armados, los efectos de la tecnología y el cambio climático en las comunidades de todo el mundo.

La comunidad internacional vuelve a reunirse tres décadas después de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social de 1995. Según la ONU, “la necesidad de un compromiso renovado con el progreso social nunca ha sido más urgente”. Sin embargo, las desigualdades, la precariedad y las tensiones geopolíticas han debilitado los avances de aquel impulso.

La Cumbre de Doha busca reactivar los diez compromisos de Copenhague y “redefinir estrategias para el progreso social, fortalecer las alianzas globales y promover políticas inclusivas que fomenten oportunidades equitativas para todos”. En palabras de su convocatoria, se trata de “construir sociedades más resilientes, inclusivas y sostenibles”.

La Cumbre representa un “llamamiento mundial a la acción” en un momento en que más de mil millones de personas siguen viviendo en condiciones de pobreza y el 40% de la población mundial carece de acceso una protección social universal; de la necesidad de formalizar al menos 1.000 millones de empleos antes de 2030; y de establecer salarios vitales en todas las cadenas de suministro.

Un programa para reimpulsar la acción global

El programa oficial, previsto del 4 al 6 de noviembre, incluye reuniones plenarias diarias y un segmento de apertura con la adopción de la Declaración Política de Doha, junto con intervenciones del presidente de la Asamblea General, el secretario general António Guterres, el emir de Catar y el presidente del ECOSOC.

Dos mesas redondas de alto nivel abordarán los tres pilares del desarrollo social (erradicación de la pobreza, empleo pleno y trabajo decente, e inclusión social) y la aceleración de los compromisos de la Agenda 2030. En paralelo, un amplio programa de foros reunirá a gobiernos, organismos internacionales, sindicatos, empresas y sociedad civil.

Declaración Política de Doha: entre la esperanza y la urgencia

El proyecto de resolución reafirma que “la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones sigue siendo el mayor desafío mundial” y que el desarrollo social y la justicia social “son indispensables para la paz y la seguridad”.

La Declaración de Doha propone un “multilateralismo efectivo” basado en la dignidad humana y en la cooperación, con compromisos para reforzar la protección social, promover la igualdad de género, formalizar el empleo informal y garantizar salarios justos.

Aunque el documento no introduce grandes innovaciones respecto a Copenhague, aspira a reavivar la dimensión ética del desarrollo. “Nos reunimos en una cumbre de esperanza renovada, impulsada por el compromiso y la acción colectiva”, señala el texto, consciente de que la crisis de legitimidad de las instituciones internacionales exige resultados tangibles.

El reto del multilateralismo

La Cumbre de Doha pretende ser un punto de inflexión para recuperar la confianza en la cooperación global. Naciones Unidas insiste en que solo con políticas integrales que sitúen a las personas en el centro del desarrollo será posible responder al cambio de época actual, caracterizado por la polarización, el autoritarismo y la guerra.

El desafío no es solo renovar las declaraciones, sino traducirlas en acciones concretas. La promesa de “no dejar a nadie atrás” –reiterada una y otra vez desde 2015– medirá la verdadera capacidad del sistema multilateral de transformar las palabras en justicia social efectiva.