La centralidad del amor a las personas pobres

La centralidad del amor a las personas pobres
Foto | Todsaporn Bunmuen (vecteezy)
El 4 de octubre, el papa León XIV firmó su primera exhortación apostólica, Dilexi te (Te he amado), sobre el amor a las personas pobres. Como él mismo señala (n. 3), es un proyecto iniciado por el papa Francisco en continuidad con su encíclica Dilexit nos (Nos ha amado). León XIV acoge esa herencia de Francisco, añadiendo algunas reflexiones y la propone al principio de su pontificado como camino de la Iglesia.

Es un hermoso texto, particularmente en el recorrido que hace de la experiencia histórica de la Iglesia, desde el Antiguo y el Nuevo Testamento hasta hoy, en el que se pone claramente de manifiesto que el cuidado de las personas pobres, que nace del amor, forma parte de la tradición de la Iglesia y es una llamada permanente a la fidelidad al amor de Dios a las personas pobres: «El amor a los que son pobres es la garantía evangélica de una Iglesia fiel al corazón de Dios» (n. 103), porque «la cuestión de los pobres conduce a lo esencial de nuestra fe (…) (son) la misma carne de Cristo» (n. 110). Dar prioridad a los pobres y a la justicia debida a los pobres es siempre la llamada permanente a la Iglesia. Algo que no siempre se entiende, ni se asume.

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