El encuentro “Miradas y conversaciones” en Alicante llama a reconstruir el trabajo como espacio de esperanza

El encuentro “Miradas y conversaciones” en Alicante llama a reconstruir el trabajo como espacio de esperanza
Organizaciones eclesiales, sindicatos y colectivos de trabajadoras visibilizan en Alicante la exclusión laboral y la lucha por el trabajo decente. Una tarea que se sostiene desde la convicción de que “otro mundo –más justo, más humano– es posible si lo construimos juntas y juntos”

La Sede Universitaria Ciudad de Alicante acogió este miércoles 26 de noviembre el encuentro “Miradas y conversaciones para avanzar en el trabajo decente”, una cita del ciclo “En la Frontera” orientada a generar reflexión social y a impulsar los objetivos de la Agenda 2030 vinculados al trabajo decente y la igualdad. El acto, que pudo seguirse también en directo, fue organizado por Caminando en Red, Comunidades Cristianas Populares, MIA, ECCA Social, CLA y la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Alicante, movimiento especializado de la Iglesia comprometido con la defensa de la dignidad del trabajo y de las personas trabajadoras.

Desde el inicio, el encuentro quiso subrayar una convicción que atraviesa las luchas laborales actuales: “El trabajo debería ser ese lugar donde arraigamos, donde construimos identidad, comunidad y esperanza”. Una afirmación que, a juicio de las personas participantes, contrasta con una realidad marcada por la exclusión laboral, la precariedad y las dificultades para sostener un proyecto de vida digno. “Demasiadas personas quedan excluidas del mercado laboral o atrapadas en empleos precarios que les impiden levantar un proyecto vital”, se recordó, advirtiendo de que no se trata solo de una desigualdad económica, sino también de “una herida moral que atraviesa a toda la sociedad”.

Sindicatos, precariedad cotidiana y violencia estructural

El panel reunió miradas complementarias y experiencias diversas. María Cueva, de CCOO, insistió en el papel insustituible del sindicalismo como garante de derechos laborales y como actor imprescindible para frenar retrocesos. Su intervención, muy centrada en la defensa de condiciones dignas, recordó que sin negociación colectiva, protección legal y organización social, el trabajo queda expuesto a dinámicas que degradan la vida de las personas. “Los sindicatos somos la barrera que evita que se normalice la injusticia”, reivindicó.

Por su parte, Julio César Sauce, trabajador rider, y Yolanda García, representante de Las Kellys de Benidorm, ofrecieron un testimonio directo de lo que significa trabajar sin protección ni reconocimiento. Ambos describieron la crudeza de empleos regidos por algoritmos, externalizaciones y ritmos inhumanos. “Trabajar sin horarios, sin descanso y sin posibilidad de reclamar derechos se ha convertido en la realidad de miles de personas”, señalaron. Sus palabras pusieron rostro al impacto de modelos laborales que, bajo la apariencia de flexibilidad, generan indefensión y agotamiento.

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La última intervención corrió a cargo de Sara Tanarro, especialista en inserción laboral de víctimas de violencia de género, quien desveló las dificultades añadidas que enfrentan las mujeres supervivientes cuando tratan de reconstruir sus vidas. “Intentar encontrar empleo cuando las heridas personales se suman a las del propio sistema es una prueba constante”, explicó. Para ella, el trabajo es una pieza clave en el proceso de autonomía, pero la falta de oportunidades y de apoyos específicos convierte ese camino en una cuesta empinada.

Un proceso compartido: cuidar el trabajo es cuidar la vida

El espacio concluyó con una apelación a la responsabilidad colectiva y a la necesidad de sostener una esperanza activa y organizada. El movimiento de trabajadoras y trabajadores cristianos de Alicante, una de las entidades convocantes a través del espacio Caminando en Red, subrayó la dimensión ética y comunitaria del trabajo digno: “Porque nadie debería quedar fuera. Porque cada derecho conquistado es una puerta que abrimos para alguien más. Porque la dignidad no se negocia”.

La sesión, celebrada en la Sala Polivalente de la Sede Universitaria, remarcó que la lucha por el trabajo decente es un desafío social que interpela a instituciones, empresas y ciudadanía. “Esta noche estamos poniendo rostro y voz a esta realidad”, se subrayó, recordando que el trabajo no puede seguir siendo “una frontera que separa a quienes tienen derechos de quienes apenas sobreviven”, sino un terreno común desde el que reconstruir el bien común.

El encuentro dejó una sensación compartida: avanzar hacia un modelo laboral justo exige lugares comunes. Una tarea que se sostiene desde la convicción de que “otro mundo –más justo, más humano– es posible si lo construimos juntas y juntos”.